Coliseo

"No recuerdo cómo fue que me hice el daño.
El dolor, mi dolor
durante tanto tiempo que ya
perdí la herida que lo causa.
Porque no conocemos la belleza
de nuestros propios ojos
hasta que un hombre nos dice que son ellos
la razón por la cual creó Dios el color café.  Luego
el mismo hombre afirma que vive para tocar
las partes más sedosas, insinuando que
nuestra superficie puede ser entendida
como una gama de satenes.  A él
seguiré hasta volverme tan áspero por fuera
como por dentro.  No puedo ubicar la causa
de las matanzas, pero se
cómo se siente la mía, porque vivo con ella
y a veces la uso
para enfrentar la carga de vivir,
porque soy lo que los gladiadores llaman
un hombre enamorado—siendo el amor

un recordatorio de que hemos sobrevivido."

Jericho Brown 




Frondosa vida

"La mujer al micrófono canta para herirte,
para verte mover la cabeza de un lado a otro.  Igual daría si el micrófono
fuese una correa de cuero. Manejas hasta el centro de la ciudad
para que una voz de mujer te azote.  No ves
la diferencia entre una faja de cuero y la lengua
de una amante.  La lengua de una amante podría llamarte perra,
un término amoroso allá en tu lugar, un dulce
piropo precedido por la palabra cantar
en ciertos bares.  ¡Exuberante lengüecita
la tuya!: puedes gritar, Canta Perra, y , Te Amo,
con un trago de Patrón al final de la frase
desde la misma butaca las noches de los sábados, pero no puedes
recordar la faja de cuero de tu padre, sin mover tu cabeza
de un lado a otro.  Eso es lo que complace a la mujer
del micrófono.  A ella no le interesa divertirte,
y a mí tampoco.  Háblame con la lengua de una amante—

llámame tu perra, y cantaré toda la noche."

Jericho Brown 




León

 "Quiero verte domado.  Quiero que temas–
una noche solitaria en la foresta.
Un padre que te deje allá.  Quisiera que
tuvieras otra vez diez años.  Y estuvieras enamorado
de Marvin Gaye.  Quisiera que vieras a su papi
dispararle.  Te deseo asma. Un ataque

en la cancha.  Un tumor en tu pecho.  Un doctor
que no se atreva a tocarlo.  Te deseo una vida eterna
temiendo la muerte.  Mira el circo y alégrate.
Animales que gatean como infantes ante los hombres
que los criaron.  Ojalá olfatearas
a un hombre.  Que sea su látigo
más filoso que colmillos.  Quisiera que supieras
cuán desdentada siento la boca

que no cierro, su cabeza en mi garganta."

Jericho Brown 




Otra elegía [“Así es que luce nuestro morir”]


"Así es que luce nuestro morir.
Crees en el sol.  Yo creo
que no puedo amarte. Sé siempre concluyente,
dijo nuestro profesor favorito, antes
de vaciar el arma en su boca.
Caí en mis 29 igual que cualquier hombre
cae dormido, sin saber que la tierra
se desliza allá abajo, cada placa en
su lugar, una vieja disputa.
Demos esta batalla, amor.  No te queda
mucho tiempo—un hombre se mueve
mientras duerme—así que tomo una foto.
No voy a verla, por supuesto.  Es de
su lado malo, su Sr. Hyde, el hoyo
en la cabeza de su esposo, la O
de la boca de su mujer.  Todas las noches,
tomo una píldora.  Olvido una, y estoy terminado.
Olvido dos, y es el final.  Los hoteles
me aburren, a menos que consiga vista a la montaña,
un cuarto donde mi móvil no funcione,
y no haya nada más que hacer sino mirar
al sol que se hunde en la tierra,
que nos acuna como puede hacerlo cualquier ataúd."

Jericho Brown