"El escritor siente que no escribe nunca."

Abelardo Castillo




"La poesía no es una manera de escribir, es más bien un modo de vivir, de percibir el mundo."

Abelardo Castillo


"Los libros que yo escribo no están en mi biblioteca. El lugar de un libro tuyo es la biblioteca de otro."

Abelardo Castillo


"Los novelistas y los editores creen que una novela es más importante que un cuento. No les creas. Sólo es más larga."

Abelardo Castillo


"Los únicos somos nosotros.
Nosotros: los únicos. El argumento tenía la fuerza de una provocación, y también era una provocación que ella hubiese vuelto. Y entonces, puercamente, todo parecía más fácil. Hoy creo –quién sabe– que, de haberse tratado de una mujer cualquiera, acaso ni habríamos pensado seriamente en ir. Quién sabe. Daba un poco de miedo decirlo, pero, en secreto, ayudábamos a Julio para que nos convenciera; porque lo equívoco, lo inconfesable, lo monstruosamente atractivo de todo eso, era, tal vez, que se trataba de la madre de uno de nosotros.
–No digas porquerías, querés –me dijo Aníbal.
Una semana más tarde, Julio aseguró que esa misma noche conseguiría el automóvil. Aníbal y yo lo esperábamos en el bulevar.
–No se lo deben de haber prestado.
–A lo mejor se echó atrás.
Lo dije como con desprecio, me acuerdo perfectamente. Sin embargo fue una especie de plegaria: a lo mejor se echó atrás. Aníbal tenía la voz extraña, voz de indiferencia:
–No lo voy a esperar toda la noche; si dentro de diez minutos no viene, yo me voy.
–¿Cómo será ahora?
–Quién... ¿la tipa?
Estuvo a punto de decir: la madre. Se lo noté en la cara. Dijo la tipa. Diez minutos son largos, y entonces cuesta trabajo olvidarse de cuando íbamos a jugar con Ernesto, y ella, la mujer morena y amplia, nos preguntaba si queríamos quedarnos a tomar la leche. La mujer morena. Amplia.
–Esto es una asquerosidad, che.
–Tenes miedo –dije yo.–Miedo no; otra cosa. Me encogí de hombros.
–Por lo general, todas éstas tienen hijos. Madre de alguno iba a ser.
–No es lo mismo. A Ernesto lo conocemos.
Dije que eso no era lo peor. Diez minutos. Lo peor era que ella nos conocía a nosotros, y que nos iba a mirar. Sí. No sé por qué, pero yo estaba convencido de una cosa: cuando ella nos mirase iba a pasar algo.
Aníbal tenía cara de asustado ahora, y diez minutos son largos. Preguntó:
–¿Y si nos echa?
Iba a contestarle cuando se me hizo un nudo en el estómago: por la calle principal venía el estruendo de un coche con el escape libre.
–Es Julio –dijimos a dúo.
El auto tomó una curva prepotente. Todo en él era prepotente: el buscahuellas, el escape. Infundía ánimos. La botella que trajo también infundía ánimos.
–Se la robé a mi viejo.
Le brillaban los ojos. A Aníbal y a mí, después de los primeros tragos, también nos brillaban los ojos. Tomamos por la Calle de los Paraísos, en dirección al paso a nivel. A ella también le brillaban los ojos cuando éramos chicos, o, quizá, ahora me parecía que se los había visto brillar."

Abelardo Castillo
Las otras puertas


"Miren que estarse ahí como un linyera, a la intemperie, sólo, qué cabeza estarse ahí tan pobre, tan cualquiera, da una cosa, caramba, una tristeza..."


Abelardo Castillo


"Mucho antes de sentir que escribía yo ya era, creo, un buen lector y hasta diría, un muy buen lector."

Abelardo Castillo


"Parecía absurdo, sí, y seguramente lo era, pero él se había pasado la vida sintiendo (cómo escribirlo, sin embargo, cómo no adivinar tu gesto de fastidio ante la inminencia de las grandes palabras, cómo ignorar los efectos que produce en el ritmo de tu respiración, en los músculos de tus párpados y de tu boca, mi arrebatador estilo), sintiendo que tenía una deuda con todos los hombres. Especie de locura mesiánica o consecuencia de haber leído de muy chico a Dostoievski y haberse tomado en serio aquello de que todos somos responsables de todo ante todos. O la conciencia de haber llegado a los treinta y tres años sin cumplir una sola de las fastuosas promesas que había hecho, y se había hecho, en la adolescencia."

Abelardo Castillo
El que tiene sed




"¿Qué sentido tiene la literatura en un mundo sin sentido? No hay más que dos respuesta. La primera: ningún sentido. La segunda es precisamente la que hoy no parece estar de moda: el sentido de la literatura es imaginarle un sentido al mundo y, por lo tanto, al escritor que la escribe."


Abelardo Castillo





"Si la palabra mercado te hace pensar "persa", quizá no seas muy original pero todavía estás a tiempo. Si la palabra mercado te hace pensar en la venta de tu libro, no insistas con la literatura."

Abelardo Castillo


"Yo diría que el poeta lo es por su manera de situarse ante el mundo."

Abelardo Castillo