"A cada una nos suceden solamente las cosas que nuestra fortaleza es capaz de soportar."

Marcela Serrano


"Al final lo que importa de la religión es la actitud y no la norma."

Marcela Serrano


"Al menos, si tengo demonios es que tengo conciencia."

Marcela Serrano



"Ana María llevaba veinte años casada y seguía enamorada de su marido. Por supuesto, hoy ya no eran un par de lirios, mermada la lozanía, el vigor y la potencia. Pero ella siempre decía que deseaba envejecer junto a Víctor y veía el deterioro como una fase más, insalvable, inevitable, inexorable. Le gustaba decirle por teléfono a su amiga Bárbara estas palabras comenzadas en «in», las sentía potentes y seguras de sí mismas. Apuntaba a la ternura como reemplazo del deseo y soñaba con escenas pertinentes, ambos abrazados en la cama matrimonial viendo una película en DVD o cruzando, protector él, la calle de la mano en alguna ciudad distinta, de las muchas que aún deseaban conocer. Si se empeñaba, la vejez les traería una dulzura desconocida y reconfortante. Aun así, por supuesto, no se resignaba al paso de los años. Su apariencia había derivado en su mayor ocupación, bien sabía que Víctor era un hombre guapo y no le pasaban inadvertidas sus ocasionales tendencias a actuar como un seductor. ¿Ocasionales?, le preguntó una vez Bárbara por teléfono y ella se alarmó, luego se enojó y no llamó a su amiga por una semana. Ana María ejercitaba su cuerpo con disciplina. Practicaba la equitación en su parcela al lado de la ciudad, Baby —la yegua— era, después de su marido y sus hijos, lo más cercano a su corazón. Asistía cuatro veces a la semana al gimnasio, se privaba de la grasa y los dulces y llevaba una cuidadosa contabilidad de las calorías diarias que ingería. Además, se hacía masajes —tanto reductivos como de relajación— y nunca faltaba a la cita con el peluquero que incluía la tintura de las canas, el corte, la pedicura y la manicura. A veces se agotaba consigo misma y la embargaba la tentación de dejarse estar, entregarse por fin a vivir la edad que tenía. Después de todo, si era una opción para otras mujeres, ¿por qué no para ella? Pero prefería no hacerse trampas, consciente de que era sólo eso, una tentación, y se decía con paciencia, vamos, Ana María, no todas tienen maridos apuestos como el tuyo, eso impone obligaciones. Y luego agregaba, severa, ¿cómo resistir el asedio de las mujeres jóvenes si no peleo contra la decadencia?"

Marcela Serrano
Dulce enemiga mía



"Aprende a tener personalidad. Ya verás cuando grande lo importante que es ser distinta."

Marcela Serrano



"Cada relación tiene su propia e instintiva división: lo que se muestra, lo que se guarda."

Marcela Serrano



"Creí que iba a descubrir un estado, trazar un mapa de la tristeza. La tristeza, sin embargo, no resultó un estado, sino un proceso. No necesita mapa, sino una historia"

Marcela Serrano



"Cuando abandoné a Octavio, no hubo nadie que no me dijera que yo era una tonta, una loca. Sucedió así: estaba yo deprimida, en terapia con Natasha y tomando los medicamentos del caso. Él entendía bastante poco de lo que me ocurría. Para él, conectarse con las emociones es un ejercicio prescindible. Trataba de apoyarme pero como no entendía nada, su apoyo resultaba irrelevante. Creía que debía «sacarme de la depresión» inventando formas de diversión para mí. Decidió que nos fuéramos a China, que el viaje me haría mejorarme. No captaba el sacrificio que era para mí salir de la cama… Arrendé una casa en la playa para pasar una temporada ajena a cualquier presión con el compromiso de que él me visitaría los fines de semana. El primer viernes en la noche llegó, encantador, con un lindo canasto lleno de cosas ricas que a mí me gustan especialmente: paté, queso brie, pan campesino, vino tinto. Me dijo cuánta falta le había hecho, lo vacío que estaba todo sin mí. Comimos en la cocina, muy cerca uno del otro, y esa «nada-adolorida» de mis días deprimidos pareció alivianarse. Al subir al dormitorio, miró a su alrededor y muy desconcertado preguntó: ¿y dónde está la tele? No hay tele en la casa, le contesté. ¡Pero cómo has arrendado una casa sin tele! Bueno, me defendí, en mi condición es un alivio. Entonces subió la voz: ¡pero si esta noche transmiten el partido del Barça con el Real Madrid!, me vine temprano de Santiago para poder verlo aquí. Lo siento, le contesté un poco asustada por no haberle avisado, pero podemos llamar a las niñitas para que te lo graben. Se encendió la tecla y a gritos me acusó de egoísta, de no pensar en él y de maltratarlo. La deprimida soy yo, Octavio, apenas puedo hacerme cargo de mis propias necesidades. Me miró, rojo, furioso, hecho un energúmeno, tomó las llaves del auto y partió. Por la escalera gritó: ¡no vuelvo más a esta casa! Lo miré irse y pensé en lo aterrador que era ser testigo de cómo un hombre lúcido e inteligente se transformaba en un idiota, todo en un segundo. Mi depresión era un detalle al lado del partido del Barcelona. Me sentí como aquel tonto de Steinbeck que, a falta de otras pieles, acariciaba ratones, con el dedo adentro del bolsillo. Efectivamente, no volvió. Por teléfono le recordé mi condición y mi estado de fragilidad y le pedí que viniera a verme. Pues no lo hizo. La ira se había desbordado. Cuando volví a Santiago, dos semanas después, lo dejé."

Marcela Serrano
Diez mujeres




"Debieras ir de a poco... Así no llegarás al límite. El límite es terrorífico, créeme. Suelta un poco cada día, así evitas una explosión final."

Marcela Serrano



"Efectivamente, la cocina era cuadrada y espaciosa y llenaba todas las fantasías de lo que podría llamarse una cocina mexicana; estantes azul rey en tres de sus muros mostraban grandes cucharas de palo, platos de talavera azulinos y blancos, fuentes pintadas de verde y jarros de vidrio rojo con copas de diversos tamaños. Resultaba fácil asimilar los azulejos castaños del suelo, con dibujos en líneas café y amarillas, a su dueño y su colorido; parecían tan frescos y acogedores, ¡cuántas ganas de tenderse sobre ellos y reposar!
Al contrario que en la cocina, el desorden en la sala lucía descomunal, libros y papeles por doquier sumados a los anaqueles ya rebasados, algunas esculturas de corte prehispánico en el suelo, un par de vasos sucios bajo la mesa, una frazada tirada con descuido sobre el sillón, desparramados lienzos y frascos de pintura, jarros con agua, sobres de discos compactos, como si ningún objeto contase con un lugar propio. Ansié vivir unos días en aquel desarreglo atiborrado, se me antojó nostálgico (la niñez, la casa paterna donde la estética no era programada; esta se producía espontáneamente a través de los rastros materiales que iba dejando la vida, a través de las maderas siempre acogedoras de muebles impares frente a las fétidas estufas de parafina, a través de los visillos de macramé descompaginados con chales y tejidos de parches arriba de los sillones, a través de las alfombras multicolores de lana barata confundidas entre montañas de periódicos, documentos, recortes, carpetas. No recuerdo ninguna línea de aluminio helado. Hacia ello quisiera a veces retornar. Pero Gustavo posee opiniones sobre tantos temas que las mías no caben, las suyas siempre tan certeras y fundadas —como las que profesa sobre el diseño y la arquitectura— que me pareció desde el inicio más cómodo, más fácil y llevadero adaptarse a ellas antes que emprender una batalla perdida de antemano. Por esa razón he vivido los últimos seis años de mi vida en la dictadura del minimalismo, comprendiendo que en él no cabe ninguna improvisación.
La habitación que Luciano me ha cedido es monacal. Bajo el techo muy alto solo divisé una cama de dos plazas, y la pequeña mesa con su respectiva silla semejaban despojos de una sala de escuela pública; sus muros naranja, un tono más bajo que el eléctrico, mostraban imprecisos círculos más claros o más oscuros, como si una esponja se hubiese dislocado en redondo produciendo esa rara textura."

Marcela Serrano
Lo que está en mi corazón



"¿El amor? Le da mucho miedo que vuelvan a herirla. Teme, de golpe, sentir el incendio que puede estallar bajo sus párpados. No se cierra ante la posibilidad de enamorarse pero no ve cómo podría esto suceder, a veces ha conocido hombres atractivos en su entorno laboral, sin embargo, siempre resultan ser gays o muertos de hambre. Duda de que todos los humanos deban vivir en pareja aunque tampoco se rasgaría las vestiduras negándolo. Si alguien le preguntara por su vida, ella respondería -con candor irreflexivo- que la suya es una que merece vivirse."

Marcela Serrano




"El amor me trepa por el cuerpo y me duele."

Marcela Serrano





"El pasado es un refugio seguro, una tentación constante y, sin embargo, el futuro es el único sitio donde podemos ir."

Marcela Serrano


"El que no siente, tampoco ve ni escucha."

Marcela Serrano


"En los tiempos de mi abuela nada se echaba a la basura. Tampoco la experiencia. Un beso era casi único en la vida y se atesoraba. El dolor se guardaba con rigor para no olvidarlo. Así aprendieron de él. En los tiempos míos, medias, dolores y besos, todo se consume, todo se rompe, todo se desecha."

Marcela Serrano



"Existe un antiguo mito que sostiene que contar historias puede curar enfermedades o salvar; sin historias, viviríamos un presente viejo. Dame la mano, Camila, ven conmigo y te contaré alguna."

Marcela Serrano




"Hacerse mayor es percibir más los defectos."

Marcela Serrano


"He optado por la presencia permanente porque le tengo miedo al abandono. ¿Cómo es posible que lo que más amo se convierta en lo que más perturba mi cotidianeidad?"

Marcela Serrano


"La adversidad ayuda a crecer."

Marcela Serrano


"La dignidad, al final, es un problema de autoestima. Tiene que ver con la forma en que una se ve a sí misma, no con el exterior."

Marcela Serrano



"La educación. Aquella era la gruesa línea que dividía al mundo, que determinaba nuestro pasado y el porvenir."

Marcela Serrano




"La existencia de las mujeres en los hombres está en el patio de atrás de sus mentes."

Marcela Serrano



"La fidelidad: ¿Indispensable o necesaria? Lo segundo es más hermoso, implica opción, no tiene la fealdad de la norma."

Marcela Serrano



"La gestualidad de su cuerpo tendía a la contención, nunca se dejaba ir del todo. Ella considera saludable ponerle palabras a los sentimientos y así rebajar la intensidad emocional."

Marcela Serrano



"La naturaleza es predecible,...Tu vida no."

Marcela Serrano




"La terapia tiene esa cosa feroz: el terapeuta es único para una, pero no al revés. ¡Qué injusticia! Es la relación más desigual imaginable."

Marcela Serrano



"La vida me ha enseñado una infinidad de cosas, llevo cincuenta y cuatro años en ella, lo cual no es desechable. Probablemente ya aprendí todo lo que deba aprender, el resto permanecerá intocado para mi virtual sabiduría. Soy una pecadora en muchos aspectos, realzando como el peor pecado el del desaliento, una emoción esencialmente chilena. Todas las aspiraciones a la dicha real me constituyen un tormento pues intuyo que jamás podremos realizarlas. Oscilo; a veces el mundo escapa a mi comprensión, otras, me siento capaz de abrazar toda extravagancia de sus moradores, lo que probablemente le ocurra a todos. Y uno de mis aprendizajes, adquirido con su buena cuota de incertidumbre y pesar, es que para una mujer ser independiente es algo difícil, aun al borde del cambio de siglo en que nos encontramos. Que las que buscan su autodeterminación casi siempre pagan caro por ello. Que la palabra libertad aplicada a una mujer es casi siempre una mentira. Sobrevivo ensayando de sustraerme a esa implacable realidad, volviendo la cara para no encontrármela nunca de frente."

Marcela Serrano
Nuestra Señora de la Soledad



"Las mujeres son diosas al parir. El poder de dar vida es el poder total."

Marcela Serrano



"Las rabias se van junto con las pataletas, ¿Verdad? Pero la amargura queda. Y eso causa feroces depresiones."

Marcela Serrano


"Las tristezas están, definitivamente, mal repartidas."

Marcela Serrano


"Nada me causa tanto placer como saber que tengo entre mis manos un buen libro."

Marcela Serrano


"Nadie nos crió para imaginar que existen seres humanos que pueden ser buenos y malos a la vez."

Marcela Serrano



"(...) No encuentra a mano un antídoto a ese lento veneno que se llama realidad."

Marcela Serrano



"No hay nada tan terrible como para no ser dicho."

Marcela Serrano



"No importa el pasado, ya sucedió. No existe el futuro. Brindo por lo único que de verdad poseemos: el presente."

Marcela Serrano


"Nuestros amores fueron como los misterios del rosario: gloriosos, gozosos, y cómo no, dolorosos."

Marcela Serrano


"Pero un golpe de soledad la retuvo: no se trataba de aquélla, la soledad natural, sino de la otra, la segunda soledad, la que duele."

Marcela Serrano



"(...) Pienso que en la juventud se pelea tanto por vencer a los pecados capitales, sin prever que en la adultez no serán las virtudes las que los neutralizarán, sino los mismos pecados."

Marcela Serrano




"Por generar sentimientos en los demás, olvidó generarlos en sí misma. Por estar atenta al sentir del otro no se sintió ella. Algo le taladra el corazón al comprender que por mirar a través de otros, no vio. Por encender a los demás, se apagó. Y ahora no sabe qué hacer con tanta desolación."

Marcela Serrano



"¿Por qué una nunca tiene lucidez para entender que las crisis -o los tiempo malos- pasan?"

Marcela Serrano



"Qué fácil es ser buena, cuando la vida es buena con una."

Marcela Serrano


"Qué rabia da cuando otros ojos pueden -por su propia banalidad- convertir tus logros en un subproducto de ellos o en su vulgarización. Entonces, en vez de irradiar una cierta sabiduría, pareces ramplona. La sobriedad se convierte en falta de imaginación. Y la humildad pasa a ser indefensión."

Marcela Serrano



"Se nace solo, se muere solo, se es solo."

Marcela Serrano


"Se sentirá orgullosa de que su hija abandone por un momento su vida íntima, personal y limitada. Y de paso vence mágicamente por unos instantes la desolación chilena, esa desolación, aquella que nunca más nos abandonó, la que aguarda pendenciera y sin lenguaje detrás de nuestra eficiencia, de nuestra civilidad, de nuestro pragmatismo. La que nos dejó para siempre sin calor. ¿Por qué hemos llegado a ser un pueblo tan triste, o es que lo fuimos siempre y no nos dimos cuenta? ¿Cuándo, cuándo perdimos el alma?"

Marcela Serrano



"Ser amada, según me han confirmado el tiempo y los ojos, es raro. Muchos lo dan por sentado, creen que es moneda común, que todos, de una forma u otra, lo han experimentado. Me atrevo a afirmar que no es así: yo lo veo como un enorme obsequio. Una riqueza."

Marcela Serrano


"Sin memoria no somos nada."

Marcela Serrano


"Un clavo en el muro es siempre un acto de esperanza sobre un lugar físico determinado, de esperanza y persistencia."

Marcela Serrano


"Una mujer entretenida es como un lugar peligroso: uno puede ir quedándose allí sin darse cuenta."

Marcela Serrano


"Una mujer es la historia de sus actos y pensamientos, de sus células y neuronas, de sus heridas y entusiasmos, de sus amores y desamores. Una mujer es inevitablemente la historia de su vientre, de las semillas que en él fecundaron, o no lo hicieron, o dejaron de hacerlo, y del momento aquel, el único, en que se es diosa. Una mujer es la historia de lo pequeño, lo trivial, lo cotidiano, la suma de lo callado. Una mujer es siempre la historia de muchos hombres. Una mujer es la historia de su pueblo y de su raza. Y es la historia de sus raíces y de su origen, de cada mujer que fue alimentada por la anterior para que ella naciera: una mujer es la historia de su sangre. Pero también es la historia de una conciencia y de sus luchas interiores. También una mujer es la historia de su utopía."

Marcela Serrano



"Y su vida dio un vuelco en ciento ochenta grados. El movimiento alrededor de Francisco era perpetuo. En torno a él una se podía sentir protagonista. Parecía que todo lo que aconteciera allí fuera importante. Los rostros que ella viera en los diarios en Valdivia pasaron a ser de carne y hueso, los señores inalcanzables para ella eran tratados de tú por Francisco. El mundo empezaba a resultarle más alcanzable. La política pasó de conversaciones abstractas en la Austral, a acciones reales en la capital, en el centro político incuestionado del país. La gente empezó a tomarla en cuenta y sus ideas a veces eran traducidas en discursos públicos. Valdivia pareció quedar muy atrás, y con ella Ismael, que frente a su primo parecía un niño de pecho.
Sara fue totalmente absorbida por este hombre y por la política, que venían siendo la misma cosa. Hoy se pregunta cómo sacó adelante sus estudios de Ingeniería, con tanta energía robada a ellos. Pero la capacidad de Sara era grande y ella lo sabía. Y como suele suceder a las mujeres eficientes, a poco andar Francisco no podía hacer nada sin ella. Él seguiría viviendo en el mundo de las ideas, mientras ella le solucionaba todo lo relativo a la vida práctica y real.
No fue hasta muchos años más tarde que comprendió la naturaleza de esta relación. Estaban en Perú y asistieron a un encuentro con el líder de una secta político-religiosa. Un joven le hacía de asistente al líder, llevando su agenda, manejando su auto y hasta acarreándole su maletín. En el intermedio, Sara se le acercó y conversaron un rato, ella lo interrogaba sobre sus actividades. Él se las explicaba gustoso, demostrando los sacrificios que hacía por servirlo bien. Cuando Sara le preguntó qué sueldo recibía por su trabajo, él la miró desconcertado. No había pago. Sara le preguntó sorprendida por qué lo hacía entonces. Y su respuesta le dio la clave: «Por la oportunidad de estar a su lado. Si yo lo sirvo, aprendo de él. Es mi mejor escuela.» Los ojos levemente enajenados de aquel joven no distaban tanto de los suyos, y comprendió que Francisco, en su fuero interno, era como el maestro peruano y que, en teoría, ella debía estar agradecida de acceder a él. Lástima que las asistentes, cuando son las esposas, pasan doblemente inadvertidas. A este joven nadie podía negarle, al menos, que su trabajo era un trabajo, aunque no fuese remunerado."

Marcela Serrano
Nosotras que nos queremos tanto




"Ya en Londres, con sus papeles seguros bajo el brazo y una visa de estudiante, Ada respiró. Si la hubiesen detenido en la carretera o en el aeropuerto… bueno, igual no podía quedarse para siempre escondida en una vieja y polvorienta bodega del aserradero; fuera cual fuese su destino, el alivio de enfrentarlo le resultó inmenso.
El 11 de septiembre de 1973 fue el instante de los cambios radicales, de lo irreversible. Nunca más las cosas volvieron a ser iguales. Fue como si Chile bruscamente se hubiera convertido en otro país.
Desde la pieza que arrendaba a un músico chileno —contacto de la madre de Luz— en el bello barrio de Hamstead, debió leer cartas muy tristes y enfrentar cada noticia que llegaba desde Santiago en la más completa soledad: la muerte de tía Casilda fue la peor. El desmoronamiento del aserradero, sus deudas y su posterior salida a remate la destrozaron. Los tíos debieron volver a la ciudad a morir de muerte lenta, de pura desesperación.
La partida de Luz no fue recibida exactamente con alegría. Ada estaba segura de que en parte se debía a su ausencia y a la de Oliverio, los dos grandes amores de Luz, que ellos la habrían convencido de quedarse en Chile, que las imposibles comunicaciones de esos días fueron gestando en ella el convencimiento de una acción nacida al calor de un romanticismo adolescente y de un ambiente político y nacional que la empujaba. A Chile no le faltaba pobreza ni dolor, se decía Ada en el silencio de su cama, ¿por qué mierdas fue a África a buscarlos?
Lola decidió cambiarse de carrera, estudiar en la Escuela de Arte le pareció demencial en medio de esa pobreza, no debe de ser muy fuerte mi vocación, le confiesa en una carta a su prima, era más linda la idea de pintar que la pintura misma. Decidí sumergirme en los estudios de Economía y trabajar en una oficina por medio tiempo. Mis padres no han trabajado en su vida, Ada, papá sólo especulaba en la Bolsa de Nueva York con la plata del aserradero, ésa es su única especialidad, mi mamá ni hablar, es una bruta, ni siquiera sabe hacer las camas, y ahora que no tenemos empleada la casa es un desastre, vuelvo de la oficina a hacer aseo, al menos mi papá busca pega, pero la idea no se le pasa por la mente a mamá. Son una tropa de inútiles, no te creas que es muy distinto en tu casa o en la de Luz o la de Nieves, creo que aunque tenía un conocimiento nebuloso sobre que todos vivíamos del aserradero, nunca sospeché hasta qué punto nuestras vidas dependían de tía Casilda. Bonita estirpe a la que pertenecemos, juro sobre mi cadáver no repetir esta historia. Verás, Ada, cómo me convertiré en una economista de primera y ganaré toda la plata del mundo. Es raro haberme enfrentado cara a cara con lo que más temía: la pobreza.
Con la ausencia de dos de sus primos, Nieves concretó su matrimonio con Raúl (qué le vería, se pregunta Ada, era tan poca cosa, simpático, buena persona, el típico hombre cuyo encanto de los veintiún años no se sostendría en el tiempo, ninguna base sólida, ninguna originalidad, cuando Nieves se merecía un verdadero príncipe). He cumplido el sueño de mi vida, Ada, me he casado. La luna de miel fue como estar en un verdadero paraíso. Espera a que empieces la vida sexual y comprenderás lo que te digo, no sé cómo viví tanto tiempo sin sexo, ahora que sé lo que es. Antes de ayer fue mi primer día de recién casada en la ciudad, Raúl fue a trabajar y decidí esperarlo con la mesa puesta y la comida hecha, como corresponde. Creo que un bonito mantel y una mesa bien decorada es la síntesis de toda belleza. ¿Qué crees que me pasó? ¡No me resultó la receta! Se me quemó la comida, Ada. Lloré largamente. ¿Cómo puede ser tan malo Dios de no darme talento para la vocación que he elegido? No, ¿verdad? Raúl es un cielo, le di tanta pena que me llevó a comer fuera (no te imagines un super-restaurant, no, sólo unos sándwiches en la esquina), pero yo no soy Lola, el dinero no me importa, sólo me importa el amor. (Quizás estoy exagerando, te contaré un secreto: fui juntando poco a poco todos los envases de cremas y perfumes buenos de mi mamá, de las marcas más caras, bueno, tú sabes los que usa ella, y antes de hacer la maleta los llené de cualquier cosa, de cremas ordinarias, pero llegando a mi nueva casa los puse en el baño; y dejé establecido con ese gesto que YO soy una persona fina, así Raúl sabrá a qué atenerse.) A propósito de eso, del dinero quiero decir, anoche conversamos con Raúl sobre el tema de su carrera, va a congelar el último semestre, dice que el trabajo es muy exigente y que es difícil hacer ambas cosas a la vez. Le dije que no se preocupara, que tenemos todo el tiempo del mundo por delante. Evidentemente que con el título de abogado en la mano ganaría un mejor sueldo, pero, no tengo ningún apuro, ¿estás de acuerdo? Te dejo ya, sabes que, al revés de ti, me carga escribir, y mis numerosos deberes de recién casada me esperan."

Marcela Serrano
Hasta siempre, mujercitas