Arreglo de cuentas

"Desde hace cuarenta años (cuarenta y siete
para ser más exactos) te sigo como el animal
a su presa. Aunque si pudieras leer te reirías:
tú has sido siempre el animal y yo la presa.
Pero entonces no me habían asignado ningún
nombre, era sólo un número de cuarto
y las cosas aquello que la luz decidía. Y esa luz
pudo apagarse (como aún hoy lo sigue haciendo).
Tú en cambio tienes nombre de prosapia, y un
apellido que disfrutan las artes más gloriosas.
La pintura por ejemplo. Viajaste a tus anchas
por mi cuerpo, intentaste destruirlo, pero no
hiciste un buen trabajo: el fastidio que me queda
es imperceptible. Ahora estamos en igualdad
de condiciones. Los tuyos siguen dando vueltas
por ahí, pero ya no me importa. No pueden
hacerme ningún daño. Preguntarás por qué
te sigo. No es tan simple. Te debo el milagro
de la música, te debo el pudor ensimismado
que algunos confunden con desdén. Te debo
el amor por el silencio y el amor por las palabras.
Ahora ya lo sabes. Te sigo porque nunca te quise."

 Eduardo Chirinos



Derrota del otoño

"Aquí no es bienvenido el otoño.
                                                       Nadie lo espera
a la orilla de ningún río melancólico
que esconda en su cauce los secretos del mundo.
El otoño reina en otras latitudes.
Allá lejos, donde los ciclos se cumplen, allá lejos
donde envejecen y renuevan las metáforas.

(El sol se hunde en un verdoso charco
donde flota, solitaria, una hoja de laurel).

Pero esta tarde no ha llovido. Las hojas
se aferran a sus ramas,
heroicamente luchan contra el viento
y en la noche celebran la derrota del otoño.

No saben que las hojas que caen son las escritas
y el árbol un seco y callado poema sin estrías."

Eduardo Chirinos