El ingenuo

"La propia punta de los pies, se ve terriblemente lejos
los cinco dedos, como cinco desconocidos, 
se congregan indiferentes 
junto a la cama hay un teléfono que me conecta al mundo 
pero no hay nadie a quien quiera llamar 
desde que recuerdo, mi vida sólo consiste en tareas por hacer 
ni mi padre ni mi madre me enseñaron cómo hablar de 
[las cosas que suceden en el mundo 
me apoyo en versar de una frase a otra desde hace cuarenta años 
si me preguntan: ¿tú quién diablos eres?, responder “soy un poeta” como lo más seguro 
es algo ambiguo 
cuando abandoné a aquella mujer… ¿era un poeta? 
cuando como mi papa asada favorita … ¿soy un poeta? 
yo, el de la cabeza adelgazada… ¿acaso un poeta? 
hombres semejantes, de edad mediana y que no son poetas, abundan 
yo sólo soy un niño ingenuo 
que persigue mariposas de palabras bellas 
ese niño —genio y figura— 
jamás notó el herir a otros 
sino hasta su sepultura 
la poesía 
es tan absurda."

Shuntaro Tanikawa



Un Chagall y una hoja de roble

He gastado todos mis ahorros en una litografía de Chagall
y la he puesto junto a una hoja de roble que encontré en el camino.
Algo a lo que podemos ponerle precio
junto a algo a lo que no podemos ponérselo.
Algo que es producto de una mano y un corazón humanos
y algo que es obra de la naturaleza.
El Chagall es hermoso.
La hoja de roble es hermosa.
Me levanto y preparo té
mientras una suave luz vespertina ilumina la mesa.
Mirando el Chagall
pienso en los días pasados cuando ella regresó junto a mí.
Mirando la hoja de roble
pienso en la delicadeza de lo creado.
Una hoja de roble y un Chagall,
ambos preciosos, irreemplazables.
El sonido de Ravel en el piano crece.
El hoy se transforma en uno con la eternidad
Igual que cuerpo y alma se deshacen en uno
en el cielo azul tras la ventana.
Y estas lágrimas, ¿por quién serán?
Y
Cuando lleva el verano
las cigarras
cantan de nuevo.
Fuegos artificiales
detenidos
en mi memoria.
Los países distantes se ven borrosos
pero el universo
está justo delante de tu nariz.
Qué bendición
que alguien
puede morir
Dejando tras de sí
tan sólo la conjunción
“y”.

Shuntaro Tanikawa