"El tiempo, mar de muchos peces,
también tiene sus escarabajos,
el alma desliada y la verdad en los cangrejos.
De verdad digo: su musgo cubre mis palabras,
su alta seña no es un faro, pero me alumbra,
escribe en mi sombra: amargo hasta saberte ámbar.
No sé, ¿qué he de saber si me obturan sus horrores?
No sabré si sus ortopedias engullen mi ánima.
Si hay hora para sentirse pájaro o nube.
Si en su esbeltez pueda sembrar migraciones
o mínimo un brazo que me supura.
La lluvia sucede –no miento–, jamás será mentira si cae,
si viene así nomás, como el viento y en el de repente
savia y gesto nos trepana.
Lo de espanto es sólo un apellido,
Un alargamiento de sus vísceras,
su forma de indigestarlo todo,
de todo saberlo hasta la médula.
Nadie que sepa de su playa, mira indulgente las esquinas.
Abarca nuestra piel,
la tatúa con el inmarcesible hormigueo del silencio:
Tuyo es el ámbar y el miedo, la voz misma del instante."

Jesús Bartolo Bello López




¿Entonces cuándo?
Entonces sino después ha de ser ahora
el fluir a contrapaso del acontecer, la ruptura.
He aquí la orilla ensimismada
escarbando en su ámbar la cursiva:
Qué más se puede restar, si en suma aún respiro,
hormigueo,
lento discurro entre la salud y la enfermedad;
voy, sí, aunque parezca lo contrario, hilando el verso.
Más antes que después ovillo mi agonía,
le procuro una infancia placentera,
le dejo tener un perro y más: el amarillo de la entraña.
Lío de liar la lengua en su gruta.
Me encaverno piedra y cueva me descubro,
entonces he de inquirir para llegar a la médula,
sino al filón aún profundo: del ya pues,
de ahora mismo se comienza, resina fósil:
Electrón: ámbar: esencia: a la sazón.
De sierpe sé arrastrarme,
de piedra en sol permanecer las horas
a viva entraña para engullir al tropo;
aunque el veneno de su voz no alcance la textura,
con él voy degustarme hasta escaldar la lengua.
Mas si el poema segrega de sus colmillos lo ancho
y el color de los frutos de invierno adquiere,
me pondré a esperar a que me gruña,
me mueva el rabo, salte de gusto,
me lama su entonces."

Jesús Bartolo Bello López