"a que rompo un papel y otro papel
 sin poderte decir
 que llevo el pecho como un hueco sin fondo."

Waldo Leyva
Fragmento de Oda ingenua



Agradezco la noche


"Aquí estoy, nuevamente amanecido,
dispuesto a soportar hasta que vuelva
la noche irremediable.
Cuento los días y me resulta eterno
el tiempo que supongo me separa
del silencio sin ruido.
Estoy como en un pozo
pero viendo la luz solo en el agua.
En un sitio del mundo
comenzará otra guerra
y vencerán los muertos a los muertos.
De aquello que fue el rostro del amigo
queda sólo una mancha, un tatuaje
que ha dejado la máscara en la piel.
¿Quién le cortó los hilos a la rueca?
¿Quién me dejó sin calles, sin laguna
con una puerta sólo hacia la infancia,
hacia el agua del pozo?
Aquí estoy, nuevamente amanecido,
ha sonado el teléfono,
comienza la ciudad su ruido informe,
y siguen los semáforos en rojo."

Waldo Leyva




Big Bang

"En algún punto del espacio infinito
late el ruido inicial del universo.
La materia dispersa
se convirtió en sistemas estelares,
en planetas, en desiertos de sombras,
en mares recurrentes y seres como tú
o el ínfimo microbio,
 la piedra,
 la chispa
donde sigue, viva y esperando,
la próxima explosión.
Nada desaparece, nada empieza.

 II
La utopía se alimenta del pasado remoto.
Nadie sabe si el hombre anticipa el futuro
o busca en su agonía,
el momento inapresable del origen
de cuya memoria sólo queda ese ruido
viajando en el espacio
tal vez hacia nosotros."

Waldo Leyva




"buscar en los desechos de uno mismo
 un secreto temblor
 que los antiguos llamaban ternura."

Waldo Leyva
Fragmento de Oda ingenua




Canción sin rostro


"Cierto endecasílabo, escrito con torpeza,
habla de una memoria que no tiene sentido,
de unos verdes olores, de una naranja rota
de un niño que no fui, aunque tenga sus ojos.
A veces vienen ruidos o sombras de otros días,
una canción sin rostro, el ladrido de un perro,
un padre que se escapa y una madre distante
la lámpara de aceite y el abuelo dormido.
Por qué viene ese verso si no existe el que canta,
de dónde los olores y la naranja herida;
el padre, ese refugio, cómo dice que parte.
Indagar en el verso no te da la respuesta,
no olvidar que el poema forja su propia vida
y recrea recuerdos sin origen tocable."

Waldo Leyva



Cuando toco su rostro


"Todavía es un niño.
Tiene la edad en que otros
ya son padres,
pero aún es un niño.
Hay en sus ojos,
en lo más hondo de sus ojos,
una incurable soledad,
pero es un niño, todavía es un niño.
Cuando meto mis dedos en su pelo,
cuando toco su rostro,
se vuelve vulnerable,
siente de nuevo
ese hueco sin fondo de cuya memoria
también me duele el pecho."

Waldo Leyva




El dardo y la manzana

"Soy un hombre detenido en la línea sin origen
ni fin de una saeta.
Sin mí, sin la referencia que soy,
nadie hubiera encontrado el viento roto,
el paisaje escindido,
la huella aguda y misteriosa de la madera.
¿Dónde está el blanco que persigue la flecha?
¿Quién tensa el arco?
¿Qué mano laboriosa modeló este venablo?

El dardo es una excusa entre el veneno y la manzana."

Waldo Leyva



El rumor más inocente

"La oscuridad es un puente
sobre el vacío.
Indefenso
busco las rutas del origen,
pero la noche
tiene muros,
gargantas ilusorias,
falsos ruidos.

Una gota de agua,
el golpe del reloj,
una vieja campana lejanísima,
pueden ser catastróficos.

La noche del insomne
es un despeñadero

sin fondo."

Waldo Leyva





La distancia y el tiempo

"Tú estás en el portal, apenas has nacido
caminas hacia el mar y cuando llegas:
tienes el pelo blanco y la mirada torpe.
Desde la costa se ven las tejas rojas de la casa.
Si quieres regresar, ya no es posible;
a medida que avanzas se borran los caminos.
Tu camisa de niño aún está húmeda
y veleta de abril en el cordel
indica para siempre la dirección del viento.
Qué gastadas las uñas,
qué frágil la memoria,
qué viejo tu zapato por la arena."

Waldo Leyva



Monólogo final


"La oscuridad tiene tu olor,
mi olor,
y ese otro perfume
que nace de la piel
cuando se juntan nuestros cuerpos.
Cierra los ojos.
Toca mi cara.
Tus dedos borrarán la sombra,
no importa que sea de noche,
no importa que desconozcas
el rostro que tendré al amanecer.
Cada segundo puede ser toda la vida.
Mañana mi piel estará seca,
o deshecha en el aire
o será un verde germinal, un rojo efímero;
pero ahora las yemas de tus dedos
tienen toda la luz.
Perdono al porvenir.
Las trampas que he tendido
tienen la misma inocencia
del juego de la alquimia.
Para el hombre no existe otro destino
que el manantial inédito. 
Toca mi rostro,
sálvalo en la memoria de tus manos."


Waldo Leyva



Un sitio de ayer o de mañana

"La señora y el señor van
en silencio;
aunque viajan la una junto al otro,
es un viaje distinto; no se miran,
no comparten asombros
cuando rompe de pronto el amanecer
en la hendidura ovalada del avión.
¿Parten o regresan?
Es imposible sospechar que tuvieron
alguna vez algo en común.
Él mira en la diminuta pantalla
un film banal por donde pasa,
desviviéndose siempre,
una muchacha.
Ella duerme a ratos o mira fijo
un espacio que seguro no es éste.
Es un sitio de ayer o de mañana,
donde no es difícil imaginar
que sobra él.
Si llega la aeromoza, él responde por ella:
—la señora no quiere, solo agua, por favor—
y ella no bebe, no agradece, no está.
La señora y el señor van en silencio;
no hay odio ni memoria en sus miradas.
Vienen de algún lugar que han olvidado;
se dirigen a un sitio que ignoran todavía."

Waldo Leyva