"En el año 2500 a.C. preguntaron a Gilgamesh: «Eres un rey, hermoso, fuerte y rico, pues ¿por qué estás triste?» Y él contestó: «Porque no he alcanzado a ser un dios». Y marchó en busca de la hierba de la eternidad, pero no la consiguió, así que regresó con la misma respuesta que hemos obtenido hoy en día tras recorrer un largo camino de filosofías:

Gilgamesh, ¿por qué vagas de un lado a otro?
No alcanzarás la vida que persigues.
Cuando los grandes dioses crearon la humanidad,
la muerte para la humanidad decretaron,
reservando la vida para sí mismos.
Tú, Gilgamesh, llénate el vientre,
goza de día y de noche.
Cada día celebra una alegre fiesta.
¡Día y noche danza y juega!
Ponte vestidos flamantes,
lava tu cabeza y báñate.
Cuando el niño te tome la mano,
atiéndelo y regocíjate.
Y deléitate con tu mujer, abrazándola.
¡Esa es la tarea de la Humanidad!

Gilgamesh, aplicó su respuesta construyendo la bella ciudad de Uruk, pero siguió triste porque no podía ser un dios."

Epopeya de Gilgamesh o el Poema de Gilgamesh
Narración sumeria