Confesión en negro

"Ahora puedo decir: esto era 
la mayor parte de la vida. Lamento 
sin embargo, aunque no 
con excesiva pena, 
no haber tenido nunca un dormitorio, 
aunque por otra parte, 
qué podía yo hacer con tantos muebles 
y con tanta madera arrebatada 
a aquellas tierras en donde nació... 
                  Fue roja mi primera cama. 
                  Tenía una plaquita, de San José y el Niño, 
                  en el pequeño cabezal. 
                  Recuerdo todavía 
                  a los mayores discutiendo 
                  que su compra era urgente pues la niña 
                  no cabía en la cuna. 
Fué peor 
no acceder a los libros que, mudos, me llamaban 
porque venían y se iban 
más lejos cada vez. Igual que mis amigos, 
que mis casas, que las viejas butacas, 
que los paisajes encontrados. 
                  Quién sabe todavía 
                  en qué casa, en qué cuarto moriré. 
Sin embargo, me alegro 
de haber tenido, en USA, tres objetos: la boina 
de hielo del dolor 
de cabeza, el teléfono blanco 
-en mi tierra eran negros- 
de Mirna Loy, y haber averiguado 
lo que desayunaban, en altas copas cristalinas, 
las heroínas y los héroes 
del cine. Eran pomelos: esa fruta 
cuyo amargor no puedo soportar. 

¿Y del amor? Punto y aparte. 
Los quise. Me quisieron: 
todos fueron mis gatos. Y hubo también tres perros. 
Lo sé: no ha sido tan terrible."

Julia Uceda Valiente


El silencio

"Hay un vacío en el que no se oyen las zapatillas.
Y otro más profundo: el que disuelve nuestras manos.
Y nuestro cuerpo. Y sólo flotan unos ojos
que no lo parecen. Aunque daría lo mismo
porque ya no pensamos con palabras
que todo lo confunden.
                                                  Además
¿para qué edificar un templo de un grito? 
Un grito que no suena en la expansión de las constelaciones. 
Un grito que no oye el pastor de planetas. 
Un grito que se llena, como un cubo, de huecos. 
Un templo que visitan arenas y huracanes.
La boca ha gritado,
¿de qué huerto ha venido? ¿En qué lejana flor
se hará otra vez silencio,
historia no aprendida
y vida sin pregunta?
                                                  ¿En qué agua de otro tiempo 
se pulió la mandíbula y su origen? 
¿En qué apagado sol
se removió su cero antes del cero?
Gritar: tan sólo un accidente, una arruga en el aire.
                                                  Y un destrozo,
un harapo de algo; un desgarrón superfluo 
desde el violento, desde el distraído 
que empuja, pisa y habla alto. No grita.
                                                  Alto, sólo, habla. 
Se oye su voz pavorreal.
Y el grito se desenrosca desde su sima profunda: 
un poquito de aire que, primero, 
tropieza con la esquina del pulmón, 
garganta arriba. Luego ulula, asalta 
la pared que contiene su infinitud, 
su triste desmesura, 
arañando su cárcel, resuelto en templo, 
ecos en frío crisopacio que se aleja, 
en el tiempo, de la boca: su nido. 
Y nada alrededor. La boca mueve
sus alas sin sonido, sin sentido, 
entre el agua y el huerto, 
entre hueso temprano y légamo futuro, 
entre el cero y el cero. 
Entre el cero y su carga."

 Julia Uceda Valiente 



El tiempo me recuerda

"Recordar no es siempre regresar a lo que ha sido.
En la memoria hay algas que arrastran extrañas maravillas;
objetos que no nos pertenecen o que nunca flotaron.
La luz que recorre los abismos
ilumina años anteriores a mí, que no he vivido
pero recuerdo como ocurrido ayer.
Hacia mil novecientos
paseé por un parque que está en París -estaba-
envuelto por la bruma.
Mi traje tenía el mismo color de la niebla.
La luz era la misma de hoy
-setenta años después-
cuando la breve tormenta ha pasado
y a través de los cristales veo pasar la gente,
desde esta ventana tan cerca de las nubes.
En mis ojos parece llover
un tiempo que no es mío."

Julia Uceda Valiente



Raíces

Si ya soy una vela estremecida
colmada por tu viento. Si has llegado
al último escalón. Si me has tomado
por la raíz más honda y más henchida.

Si yo soy ya tu colmo y tu medida
y estás dentro de mí, secreto, hallado.
Si ya sobre la frente me has soplado
para hacerme vivir, ciega y ardida,

antes de irte rompe mis raíces.
Quiero que las arranques, que las trices
al alba con tu mano firme y fuerte.

De no hincarse en tu tierra poderosa
no quiere mi raíz ninguna cosa
si no es andar y andar hacia la muerte. 

Julia Uceda Valiente



"Tu cuerpo se quedaba parado en los relojes 
y caían tus párpados sin querer mirar nada... "

Julia Uceda Valiente