"¡Cuando pienso que en la aldea decían que había hecho un pacto con el diablo! ¡Vamos! ¡Qué ignorante puede ser la gente! ¿Con el diablo? No: con los propios hombres."

Claude Seignolle
El hombre que no podía morir


El Diablo Burlado por Bertrand


"El diablo apostó con Bretrand una medida de luises de oro a ver quien era el primero en mostrar al otro un animal desconocido. Betrand estrechó la mano del diablo y cada cual partió por su lado en busca de algún fenómeno de la naturaleza.
Como se sabe, el diablo no se anda con escrúpulos, así que se apropió del primer chivo que encontró en su camino y, con ayuda de unos trapos, lo disfrazó de monstruo.
Pero no había contado con la indisciplina del animal y, al llevarle al lugar de la cita, se vio obligado a gritarle: “ Chivo, por aquí... chivo, por allá”. De modo que, desde lejos, fue oído por Bertrand.
--- ¿A que no sabes qué animal es este? --- le preguntó el diablo.
--- ¡Claro que sí! Es un chivo.
Por su parte, Bertrand no conseguía encontrar un animal desconocido que no pudiera ser adivinado por el diablo. De repente, se le ocurrió una idea. Hizo desnudarse a su mujer, la untó de miel de la cabeza a los pies, la hizo rodar sobre un montón de plumas y, para completar el conjunto, le colocó un ronzal y la llevó a cuatro patas a presencia del diablo.
Éste quedó perplejo, estrujándose vanamente el cerebro...
---- Sin duda es un ave --- dijo al fin---, una hermosa ave... ¿Pero, cuál? A decir verdad, jamás había visto un ave semejante, con una cola tan verde en esta estación...
Y, malhumorado por haber perdido la apuesta, se fue a toda prisa mientras Bernard contaba los luises de oro, sentado en la espalda de su mujer, que seguía a cuatro patas sin atreverse a hacer ningún movimiento y apretando bien el trasero por miedo a que se le escapara el puerro."

Claude Seignolle
Cuentos e historias que sobre el diablo recopiló Claude Seignolle por los campos de Francia a principios del siglo XX


El Diablo y su Sirviente

"Hace muchísimo tiempo, el diablo descendió sobre la tierra para jugar malas pasadas a las buenas gentes. Habitaba una gran propiedad y tenía un sirviente un poco tunante del que quería librarse. Un día le dijo:
---- Quiero que hagas entrar los bueyes que me pertenecen en el campo que se encuentra junto al castillo, pero sin abrir la puerta del cercado... Si mi orden no ha sido ejecutada a la puesta del sol, serás colgado...
--- ¿Puedo hacerlo de cualquier forma? ---- preguntó el servidor.
--- Como quieras.
Se comprenderá la inmensidad de la tarea en cuestión si se repara en que el rebaño era enorme y el cercado mínimo.
El empleado condujo los bueyes junto al cercado que estaba rodeado por una empalizada de cinco pies de altura y dio muerte a los animales, a los que cortó en pedazos, arrojando éstos por encima de la cerca.

----- El trabajo está hecho ---- dijo al diablo ----, Tus bueyes están dentro del cercado."

Claude Seignolle
Cuentos e historias que sobre el diablo recopiló Claude Seignolle por los campos de Francia a principios del siglo XX


El Perro Blanco

"Una noche, cuando volvía a su casa tras haber estado bebiendo más de la cuenta, un hombre se encontró con un enorme perro blanco, que tumbado en el camino le cortaba el paso.
Le propinó unos violentos puntapiés con objeto de espantarlo y allí lo dejó tendido y rígido.
Llegó a su casa y ¿ qué diréis que oyó al andar por la habitación?... ¿Qué sintió trepar a su lecho y deslizarse entre las sábanas?... Otra vez el perro blanco, que lo apretó con fuerza entre sus patas.
Imaginaos la sorpresa de su mujer cuando al día siguiente por la mañana encontró a su marido arrebujado entre los brazos velludos de un gran diablo negro que lo había estrangulado...

El cura, al que se avisó con toda urgencia, tuvo considerables dificultades para expulsar al indeseable que parecía encontrarse muy a gusto en aquella cama."

Claude Seignolle
Cuentos e historias que sobre el diablo recopiló Claude Seignolle por los campos de Francia a principios del siglo XX


La Caja de los Diablillos


"En una ocasión, un noble de la región de Lanouaille encargó a uno de sus sirvientes que le trajera ( no se nos dice de dónde) una cierta caja, recomendándole sobre todo que no la abriera.
El criado partió a caballo, recogió la caja misteriosa, la sujetó firmemente a su silla y regresó.
Pero llegado a Rezonsac, su curiosidad fue más fuerte que él. Detuvo su caballo y entreabrió la caja a fin de enterarse de lo que había en su interior. En mala hora lo hiciera, pues al punto escaparon de ella una multitud de diablillos que se pusieron a trepar por su cuerpo, derribándolo bajo su peso.
---- ¿Qué quieres que hagamos? ¿Qué quieres que hagamos? ---- gritaban, asfixiándole casi bajo su creciente número.
El criado vio su salvación en ordenarles que empedraran la calzada.
Inmediatamente los diablillos corrieron al río, cogieron piedras de su lecho y lanzándolas con todas sus fuerzas comenzaron a empedrar el camino de Rezonsac.
Como os podéis imaginar, nuestro pobre y curioso criado aprovechó la ocasión para huir a galope tendido. Pero, ¡Ay! Los diablillos trabajaban tan deprisa que no tardaron en alcanzar a caballo y jinete, de modo que a punto estuvo éste de morir lapidado.
Afortunadamente, el noble había visto volar las piedras desde lejos. Se apresuró a ir a Quatre-Routes de Bord al encuentro de su criado y allí, con u gesto, hizo entrar a todos los diablillos en su caja.

Pero ya el camino entre Rezonsac y Quatre-Routes de Bord había quedado sólidamente empedrado, tal como existe todavía en la actualidad."

Claude Seignolle
Cuentos e historias que sobre el diablo recopiló Claude Seignolle por los campos de Francia a principios del siglo XX




La Yegua del Diablo


"Un joven volvía por la noche de las fiestas de Thiviers cuando fue alcanzado en el camino por un hombre a caballo al que no había oído acercarse.
El desconocido le ofreció llevarle a la grupa de su montura, una hermosa y fogosa yegua. El muchacho, fatigado, aceptó el ofrecimiento y montó a horcajadas detrás del jinete.
El caballero no parecía charlatán y a menudo se detenía a escuchar. En un momento determinado, se oyó a un perro que ladraba como si lo estuvieran matando. El hombre hizo galopar a su yegua en esa dirección y llegaron a una casa aislada en la que se encontraba el perro; el jinete saltó a tierra y confió su montura al joven.
---- Me están llamando, espérame----- dijo y cuida de que no se escape el caballo.
Cuándo el hombre entró en la casa, la yegua comenzó a suspirar y, de repente, se lamento... ¡ Con voz de mujer!
---- A uno puedo llevar, pero los dos pesáis demasiado para mí.
Desconcertado, el joven saltó a tierra y creyendo que su imaginación le jugaba una mala pasada, se dirigió al animal dudando de sí mismo:
---- Vaya, vaya, hermosa yegua, he debido volverme loco... me ha parecido oírte hablar...
---- No ---- replicó la yegua----, has oído bien... Es una muchacha de Nontron que se vendió al diablo quien te ha conducido hasta aquí... ´Si no me crees, mira mis pezuñas.
El joven miró y vio que la yegua tenía unos hermosos pies de jovencita.
---- En tu lugar ---- añadió----, yo no me quedaría aquí. Precisamente el diablo tiene necesidad de un caballo fuerte para sacar estiércol de sus cuadras...

El joven huyó y, según últimas noticias, todavía sigue corriendo."

Claude Seignolle
Cuentos e historias que sobre el diablo recopiló Claude Seignolle por los campos de Francia a principios del siglo XX




"Sucede a menudo que se atribuyen demasiadas cosas al diablo."

Claude Seignolle
El hombre que no podía morir