Está Sin Arrogancia

Está sin arrogancia
no ha reclamado nunca mi soledad vencida.
Ni esa que extraviada en los jardines puede olvidar el
sitio de cada mano,
ni la que demorándose en alcoholes
puede decir el sitio de cada beso.
Ni tan siquiera aquella que en su boca
es culpable no ya de lo que dice
sino de cuanto pasa en el lenguaje.
Ninguna ha reclamado mi soledad vencida.

Y en todas nos olvidaremos el uno al otro hasta el día
en que redimido cada árbol de cada bosque y ya
nadie se excluya en la inocencia
por fortunas peores;
porque ellas duermen todas sobre mi corazón como
sobre una barca y su sueño se hace para dulces anzuelos.

Pero sólo por una me daré la vuelta,
y me pondré a la fila de los hombres.

Juan Carlos Suñén



Íbamos al dolor sin desengaño

Íbamos al dolor sin desengaño:
teníamos la prisa de las navajas. Pero
aquella noche el vino vació sus hechuras,
y se alzó en nuestro sueño destapando su gato,
y comenzó a dolernos
no ya la soledad, ni la fatiga,
sino algo muy pequeño aquí o allá, y entonces
se nos hizo medrosa la paciencia,
nueva la leña,
húmeda la sal.
Y esa noche temimos nuestro silencio:
eso fue lo segundo que perdimos.

Juan Carlos Suñén



"... Pero sólo por una me daré la vuelta,
y me pondré a la fila de los hombres..."

Juan Carlos Suñén



Por fortunas peores

"Uno se queda sólo...  
Y quien se rinde al sueño...
¿Y ahora me preguntas...
La que cuenta mi dote no me anda buscando...
Ésta sin arrogancia...
Pues si ahora te dejara mi cansancio...
Fuera de ti la tierra no es distinta... " 

Juan Carlos Suñén



Si el instante reclama

Si el instante reclama
su derecho al pasado,
si tanto se parecen
la luz, el vaso, el libro,
tanto él mismo, esa mano, el derrotero
del día. Si no hay otra diferencia
que el momento siguiente, ¿a qué venimos?
¿A qué se vuelve el signo, la lectura
de un verso de perdón, la algarabía
de los pájaros? ¿Dónde?
¿A qué se vuelve que no es ya el recuerdo
sino una vana y seca
solicitud? ¿Qué puede
la intención, qué la prisa,
la delación de un nuevo sobresalto
ganado o no, qué puede
que cambia todo en este lance y torna
prudente la mirada,
la tentación consuelo,
aperitivo el vino?

Juan Carlos Suñén



Uno se queda solo

Uno se queda a medias en su vaso de vino,
a medias en su pan. Y cómo puede
no volverse su embozo tan pesado,
tan gastado en el hombre, que alguien sepa
poner allí más verbo
que este que da comienzo a la altura del pomo,
este que se interroga
entre la voluntad y la añoranza.

Uno sale a la calle para probar sus dados
sobre la vieja manta de la noche. 

Juan Carlos Suñén