«Cuando era joven tenía yo una fe sencilla en el progreso. Me parecía imposible que una vez el hombre hubiera pasado por un hito del progreso en una dirección, pudiese pasar de nuevo por él en la dirección contraria. Una vez inventado el teléfono, seguiría estando inventado. Si civilizaciones pasadas se habían desvanecido, era solo porque no habían aprendido el secreto del progreso. Pero la ciencia significaba progreso permanente, sin volver atrás...».


Charles Hapgood
Maps of the Ancient Sea Kings
Tomado del libro de Colin Wilson El Mensaje Oculto de La Esfinge, página 169



"Después de cientos de miles de años viviendo de la caza y la recolección, la humanidad empezó a experimentar con la agricultura en lugares opuestos de la Tierra al mismo tiempo. ¿Es esto verosímil sin la intervención de alguna fuerza exterior?"


Charles Hapgood
Tomado del libro de Colin Wilson El Mensaje Oculto de La Esfinge, página 183


"El único período glacial debidamente explicado es el actual período glacial en la Antártida. A éste se le ha dado una explicación excelente. Existe, evidentemente, porque la Antártida se halla emplazada en el polo, y por ninguna otra razón. Ninguna variación en el calor del Sol, ni polvo galáctico ni vulcanismo, ni corrientes subcostrales, ni elevaciones de terreno ni corrientes marinas explican el hecho. De ello se deduce que la mejor teoría para explicar un período glacial es que el área pertinente se encontraba en el polo. De este modo podemos explicar las masas de hielo formadas en la India y África, aunque las áreas ocupadas anteriormente por éstas se hallen en la actualidad en los trópicos. Explicamos todas las masas de hielo de tamaño continental del mismo modo."

Charles Hapgood
Tomado del libro de Graham Hancock, Las huellas de los dioses, página 559


"Hay algo irresistiblemente romántico en el tema de las civilizaciones desaparecidas, de las ciudades destruidas, de los descubrimientos olvidados. Es como si la mente del hombre se deslizase a lo largo de los senderos del tiempo». «Parece como si, en alguna parte, en un recodo de uno de estos senderos, tuviesen que aparecer bruscamente amplias perspectivas: maravillosas ciudades que un día fueron florecientes, para extinguirse después, en el mundo y en el recuerdo."

Charles Hapgood
Tomado del libro de Louis Pauwels & Jacques Bergier, La rebelión de los brujos, página 41




"He hallado unos datos fascinantes que no esperaba encontrar, y varios mapas que muestran el continente sur. Un día, al pasar una página me quedé atónito. Cuando mis ojos se posaron sobre el hemisferio austral de un mapamundi trazado por Oronteus Finaeus en el año 1531, tuve de inmediato el convencimiento de que había hallado el mapa auténtico de la verdadera Antártida. La forma general del continente guardaba un parecido asombroso con la silueta del continente que vemos en nuestros mapas modernos. La ubicación del polo sur, casi en el centro del continente, parecía ser correcta. Las montañas que bordeaban las costas indicaban que en los últimos años se habían descubierto numerosas cordilleras en la Antártida. Asimismo, resultaba evidente que esto no era el absurdo producto de la imaginación de alguien. Las cordilleras aparecían individualizadas; algunas eran costeras y otras no. De la mayoría de ellas fluían unos ríos hacia el mar, siguiendo unos esquemas de drenaje muy naturales y convincentes. Ello indicaba lógicamente, que las costas podrían haber estado libres de hielo cuando fue trazado el mapa original. El profundo interior, sin embargo, no contenía ríos ni montañas, lo cual sugería la posible presencia de hielo."

Charles Hapgood
Maps of the Ancient Sea Kings
Tomado del libro de Graham Hancock, Las huellas de los dioses, página 17



"La mayoría de estos mapas correspondía al Mediterráneo y al mar Negro. Sin embargo sobrevivieron unos mapas de otras zonas, entre los cuales se contaban unos de las Américas y de los océanos Ártico y Antártico. Es evidente que los antiguos exploradores viajaron de polo a polo. Por increíble que parezca, la evidencia indica no obstante que un pueblo primitivo exploró la Antártida cuando sus costas estaban desprovistas de hielo. Asimismo, también resulta evidente que poseían un instrumento de navegación para calcular las longitudes con una precisión muy superior a cualquier instrumento que poseyeran pueblos de épocas antiguas, medievales o modernas hasta la segunda mitad del siglo XVIII. Esta evidencia de una tecnología desconocida apoya y da crédito a muchas otras hipótesis referentes a una civilización perdida en tiempos remotos. Los eruditos han desechado buena parte de esa evidencia como simple mito, pero aquí poseemos unas pruebas que no es posible rechazar. Ello requiere que todas las otras pruebas que se han presentado con anterioridad sean revisadas con un talante abierto."

Charles Hapgood
Maps of the Ancient Sea Kings
Tomado del libro de Graham Hancock, Las huellas de los dioses, página 9


"No es habitual que las investigaciones geológicas obtengan importante confirmación por parte de la arqueología; pero en este caso, parece que la cuestión de la desglaciación del Mar de Ross ha sido confirmada por un antiguo mapa que ha sobrevivido miles de años… Fue descubierto y publicado en 1531 por el geógrafo francés, Oronce Fine [Oronteus Finnaeus], y forma parte de su mapamundi… »La autenticidad de este mapa ha quedado bien establecida. Tras varios años de investigaciones se logró descifrar la proyección de este antiguo mapa. Se comprobó que se había trazado sobre una sofisticada proyección cartográfica, utilizándose para ello la trigonometría esférica, y era tan científico que se hallaron más de cincuenta emplazamientos del continente antártico representados en él con una precisión jamás alcanzada por la ciencia cartográfica moderna hasta el siglo XIX. »Por supuesto, cuando este mapa se publicó por primera vez, en 1531, no se conocía nada sobre la Antártida. El continente no se descubrió en la época moderna hasta aproximadamente el 1818, y no fue explorado a fondo hasta el 1920…"


Charles Hapgood
 The Path of the Pole, 1970, página 111


Tomado del libro de Graham Hancock, Las huellas de los dioses, página 552