“ El arte del elogio es difícil, inadaptado a la velocidad y magnitud que la moderna producción de elogios requiere.”

Gabriel Zaid



"El problema del libro no está en los millones de pobres que apenas sabe leer y escribir, sino en los millones de universitarios que no quieren leer, sino escribir."

Gabriel Zaid



Escenas en el puerto

"1. Animal fantástico

Un brazo nada más no es cosa mala
si ves que el otro se convierte en ala.
Y para qué dos pies, no es cosa buena,
si a cuatro viva el alma suena.
Tener mil pares de ojos para ver.
te- ver-te- ver- te- ver.
Y dos espaldas para tanta gente
que sueña, pero sigue la corriente.

2. Brindis

Borracho estoy de amarte y de mirarte,
alta luz, alta copa enaltecida.
El vino se hace lenguas del Espíritu
y migas hace el pan con el mantel.
Blanca la luz y negra y roja y viva,
en tus dedos es sangre, en tus pupilas
eternidad, en tus labios silencio.
Te amo, sí, te amo, borracho de tus ojos,
borracho, del silencio que ha arrasado tus ojos,
noche viva y sin lágrimas, noche viva y sin rumbo,
pero llena de estrellas como un mar sin temor.

3. Circe

Mi patria está en tus ojos, mi deber en tus labios.
Pídeme lo que quieras menos que te abandone.
Si naufragué en tus playas, si tendido en tu arena
soy un cerdo feliz, soy tuyo, mas no importa.
Soy de este sol que eres, mi solar está en ti.
Mis lauros en tu dicha, mi hacienda en tus haberes.

4. Nacimiento de Eva

No tengo tiempo que perder,
me dijo al amanecer,
y desplazó un volumen de mujer.
Mar de mujer y piélago de sillas.
El astillar me dejas hecho astillas,
salpicadas de hielo las costillas.
Botaduras heladas y funestas.
Está bien. Pero qué horas son éstas.
No te has quedado ni a las últimas fiestas. 

Gabriel Zaid




"Hora extraña. No es 
el fin del mundo 
sino el atardecer."

Gabriel Zaid
Reloj de sol


“No aceptamos lo dado, de ahí la fantasía.”

Gabriel Zaid



Nocturno sobre Atenas

Háblame de las calles
y de la nochería
submarina, que mece
allá abajo su cielo.

Y el firmamento aquel
que era agua azul y gloria
de promesas fugaces,
míralo vuelto al agua.

Mi estrella no era estrella,
era un rapto fugaz
del cielo, una caduca
luz sedienta en el agua. 

Gabriel Zaid



"Para corregir los errores y omisiones del canon hacen falta lectores denodados, con talento, valor civil y muy buena suerte, porque, una vez consagrada una obra mediocre, una vez que la avalan personas e instituciones de peso, no es razonable esperar que se desdigan. Lo razonable es suponer que el disidente es un ser extraño, que lee torcidamente, por ineptitud o motivos inconfesables.
En 1918, ¿quién se hubiera atrevido a pensar, ya no digamos a decir, que un joven poeta celebrado por José Vasconcelos y Carlos Pellicer, prologado por Rafael López y Antonio Castro Leal, comentado incluso en The New York Times y The Saturday Evening Post, no tenía importancia por sus textos, sino por el ruido que lo acompañaba? Para ganar esa batalla absurda hubiera tenido que ponerse a leerlo en serio, estar dispuesto a refutar el consenso favorable, tomarse todos los trabajos del caso y encontrar apoyo para sus opiniones. Algo tan pesado, improbable y sospechoso como conseguir presupuesto, ayudantes, laboratorios, para refutar los experimentos científicos de un premio Nobel. Hoy no se habla del famoso Pedro Requena Legarreta (1893-1918). Tampoco hay quien lo lea. Pasó de ser famoso, sin ser leído, a quedar descartado, sin ser leído.
Alguna vez Huberto Batis relató una experiencia deprimente. Dando clase en el último año de letras, tuvo una sospecha que lo obligó a preguntar: ¿Cuántos de ustedes han leído a Ramón López Velarde? Silencio general, y una sola mano que se alza, con explicaciones desoladoras: vínculos familiares en la tierra natal del poeta… En otras disciplinas y países se cuentan cosas semejantes.
Una notable (porque revela cómo el mundo académico se ha vuelto burocrático, y tiende a modelarse en la figura del ejecutivo, no del lector) empieza con la extrañeza de un director de tesis ante cierta afirmación: ¿Cómo puede usted decir tal cosa, si su bibliografía incluye tal libro? ¿Lo ha leído realmente? Breve respuesta ejecutiva: No personalmente.
La mala prosa en las ciencias sociales se ha vuelto casi un requisito. Los historiadores, sociólogos, psicólogos, que escriben demasiado bien se vuelven sospechosos de poca profundidad. Pero en los estudios literarios es una contradicción. La mala prosa sobre las bellas letras demuestra poco entendimiento del juego literario, incapacidad de lectura de los textos propios y ajenos. Sin embargo, en los trabajos académicos, el gusto, la malicia, la pasión de leer (siempre loables) no hacen falta para acumular capital curricular."

Gabriel Zaid
Leer



Resplandor Último

       
"La luz final hará               
ganado lo perdido.
            
La luz que va guardando
las ruinas del olvido.
         
La luz con su rebaño
de mármol abatido."

Gabriel Zaid



"Si todos los que quieren ser leídos leyeran, habría un auge nunca visto, porque nunca jamás tantos millones de personas habían soñado en publicar un libro. Pero el narcisismo compartido del «si me lees, te leo» degeneró en un narcisismo que ni siquiera es recíproco: no me pidas atención, dámela. No tengo tiempo, ni dinero, ni ganas de leer lo que publicas; quiero tu tiempo, tu dinero, tus ganas de leer. No me aburras con tus cosas, dedícate a las mías.
Alguna vez, el poeta Jud Jerome dijo que si uno fuera realmente considerado con sus lectores y amigos, debería insertar un billete de cinco dólares en cada uno de los libros que pone en circulación, para reconocer simbólicamente el abuso de quitarles el tiempo. Es una solución racional en una economía de mercado: si hay más oferta que demanda, y nadie está obligado a comprar, se hunden los precios hasta el punto de volverse negativos: pagar, en vez de cobrar, por ser leídos.
Una solución de welfare state sería crear un servicio nacional de geishas literarias, con maestría en letras y psicología autoral, que trabajara a tiempo completo en leer, escuchar, elogiar y consolar a todos los autores no leídos.
Otra solución sería el racionamiento. Un Plan Nacional Regulador de la Oferta y la Demanda pudiera establecer un sistema por el cual toda persona que pretenda ser leída tendría que registrarse y demostrar lo que ha leído. Por cada mil poemas (cuentos, artículos, libros) leídos, tendría derecho a publicar un poema (cuento, artículo, libro). La proporción iría ajustándose, hasta lograr el equilibrio de la oferta con la demanda."

Gabriel Zaid
Los demasiados libros 



Tarde en cámara lenta

"Tu cuerpo, el mundo, corre. 
Mis ojos, el mundo, también. 
Nadie ama dos veces con los mismos ojos. 
Contemplar: confluir."

Gabriel Zaid