"Allí estaban, los ocho, cuando llegó (tras confiarle el cesto de recalcitrantes gatos al encargado del supermercado de lujo cercano, bajo la educada pero firme súplica del propietario del restaurante)... los ocho que habían quedado a flote después de que Alex jugara al buen Dios: tres hombres (Fan, Goldfarb Z y un hombre al que reconoció vagamente como un ingeniero de la oficina de Alex) y cinco mujeres (Gradus, Girlie, Y —la mujer de Goldfarb Z—, Irene —la mujer de Polar Pons, y Evadne— la hija divorciada de Emshredder).
Tras haber observado aquel sucinto residuo del antiguo equipo y haber registrado cuidadosamente lo que quedaba de él, Juliette comprendió que habían intervenido otros factores aparte el dolor de la elección y las separaciones. Había también una extensa gama de abnegación y sacrificio. Por lo cual su justificada indignación descendió de nivel, convirtiéndose en un simple resentimiento, mucho más fácil de soportar.
Todos habían bebido, realmente, pero no parecían estar ebrios. Por el contrario, su aspecto era firme, calmado y melancólico. En cuanto a Alex, no parecía ni culpable ni contrito: tan sólo inexplicablemente triste.
—¿Qué demonios estáis haciendo, sentados aquí? —dijo Juliette imperiosamente, pero con mucha menos vehemencia de la que hubiera supuesto apenas unos minutos antes—.: Alex, he obtenido para nosotros dos otras reservas. He tenido que batallar como un demonio, pero tenemos que ir a buscarlas inmediatamente... ¡Pues no vamos a tener otra oportunidad!
—Lo siento, querida —dijo Alex en voz muy baja—. Ve a buscar tu pasaje si quieres. Me gustaría que lo hicieras. Pero nosotros cedemos los nuestros a quienes están esperando.
—¿Qué? —Juliette sintió que la cabeza le daba vueltas—. ¿A los que están esperando? ¿Acaso... acaso no quieres ir?
—No —murmuró él, con voz aún más baja—. Todos nosotros nos quedamos aquí.
Juliette tuvo la impresión de que dos afilados puñales de hielo le raspaban las entrañas. Y finalmente dio curso libre a la crisis de nervios que retenía desde hacía tiempo. Se derrumbó en una silla. Todos intentaron consolarla, más o menos torpemente —tan sólo las mujeres pensaron en ofrecerle sus pañuelos—, pero hacía demasiado tiempo que las nubes se iban acumulando para impedir ahora la lluvia.
—Y yo... yo que he hecho el equipaje con tanto cuidado... todas... todas las cosas que más quería... todas las cosas que tú me diste...
—Tranquilízate, querida —dijo una voz femenina—. Todo se arreglará.
—¡Nada va a arreglarse! ¡Nada absolutamente! Y ahora no tan sólo vamos a morir... ¡sino que vamos a morir sin tener siquiera nuestras cosas más queridas para acompañarnos! ¡Oh, Alex! Yo... yo había elegido un libro para cada uno de nosotros... nuestros cepillos de dientes... mi... —la frase se terminó con un aullido incapaz de ser contenido más tiempo. Le dieron palmaditas desde todos lados, lo cual no causó otro efecto que hacerle acurrucarse aún más en sí misma y sollozar con más intensidad. Sabía que había estado a punto de decir: «Mi oso de peluche», y no le hubiera importado que todos se echaran a reír. Pero nadie se estaba riendo."

James Blish
Todos morimos desnudos


"Crédito... es el único testimonio perdurable a la confianza del hombre en el hombre."

James Blish

"Todavía queda bastante por decir. Estoy aún en la descripción del planeta, y más en concreto de los litinos. Tema prolijo el de estas criaturas. Hasta el momento, lo que he dicho de ellos sólo pone de manifiesto el dato más evidente. Podría enumerar otros muchos igualmente evidentes. No están divididos en naciones ni conocen las rivalidades regionales. Sin embargo, si consultáis el mapa de Litina, ese cúmulo de pequeños continentes y archipiélagos separados unos de otros por miles de millas de mar, veréis que se dan todos los presupuestos para el surgimiento de tales enconos. Tienen emociones y pasiones, pero éstas nunca les inducen a cometer actos irracionales. Hablan un solo idioma, y no han tenido otro, lo que parece estar en contradicción con las exigencias de la geografía litina. Viven en completa armonía con todo lo que puebla su entorno, sea grande o pequeño. En una palabra: son criaturas que en teoría no deberían existir y que, sin embargo, existen.
»Mike, yo voy más lejos que tú y afirmo que los litinos constituyen el ejemplo más acabado que darse pueda de cómo deberían comportarse los seres humanos; y ello por la sencilla razón de que el comportamiento de los litinos corresponde al de los seres humanos antes de que fueran arrojados a nuestro particular paraíso terrenal. Y me atrevo a decir más: los litinos no nos sirven como modelo porque hasta que se instaure el reino de Dios no habrá un número sustancial de seres humanos capaces de imitar este comportamiento. El hombre lleva en sí taras que ellos no padecen, caso del pecado original, por ejemplo, con lo que después de miles de años de forcejeo resulta que estamos más lejos que nunca de nuestra primitiva pauta de comportamiento, en tanto que los litinos jamás se han apartado de las suyas.
No olvidéis un solo instante que este código de conducta es el mismo para ambos planetas.
Voy a referirme ahora a otro dato interesante concerniente a la civilización litina. Se trata de un hecho, al margen del valor probatorio que os merezca, y es que el litino es una criatura meramente lógica. A diferencia de los hombres de toda clase y condición, no adora a dios alguno y no alienta mitos. Tampoco cree en lo sobrenatural o, utilizando la inculta jerga de nuestros días, en lo "paranormal". No tiene tradiciones, ni tabúes, ni credos, excepto la impersonal convicción de que él y sus afines son imperfectibles por tiempo indefinido. Es racional como una máquina y, en verdad, lo único que distingue al litino de un computador orgánico es el estar en posesión de un código moral que lleva a la práctica.
Os pido que tengáis presente que se trata de un fenómeno completamente irracional, basado en una serie de axiomas, en una serie de premisas "otorgadas" desde el principio pese a que el litino no siente la necesidad de atribuirlas a un Supremo Donante. ~Los litinos como Chtexa creen en la preeminencia del individuo. ¿Por qué? Desde luego, no por imperativo de la razón, puesto que no es una premisa que admita el razonamiento, sino un axioma. Ahora bien: Chtexa cree en el derecho a la defensa jurídica, en la igualdad de todos ante el c6digo ético. ¿Por qué? Es posible un comportamiento racional a partir de dicha premisa, pero es imposible llegar a ella por vía de la razón. Es algo que viene dado. Si se parte del supuesto de que la responsabilidad ante el código varia a tenor de la edad o de la pertenencia a determinada familia, nada impide que se derive de ello un comportamiento lógico, pero una vez más tampoco se llega a dicho postulado por el solo intermediario de la razón. "

James Blish
Un caso de conciencia