"La ciencia de la Naturaleza es ciertamente una de las hazañas más dignas de la historia humana. Pero, a partir del momento en que se desencadenan fuerzas capaces de destruir la Humanidad entera, deja de ser lo que era desde el punto de vista moral. La distinción entre la ciencia pura y sus aplicaciones técnicas se ha hecho prácticamente imposible. No podríamos, pues, hablar de la ciencia como de un valor en sí. O mejor, en ciertos sectores, los más importantes, constituye ahora un valor negativo, en la medida en que escapa al control de la conciencia para extender sus peligros según el grado de voluntad de poder de los responsables políticos. La idolatría del progreso y de la libertad en materia de investigación científica es totalmente perniciosa. Nuestra proposición es ésta: codificación de las conquistas de la ciencia de la Naturaleza realizadas hasta ahora y prohibición total o parcial de su progreso futuro por un consejo supremo mundial de sabios. Ciertamente, tal medida es trágicamente cruel, ya que su objeto apunta a uno de los más nobles impulsos de la Humanidad, y nadie puede subestimar las dificultades inherentes a dicha medida. Pero no existe otra que sea lo bastante eficaz. Las objeciones fáciles; retorno a la Edad Media, a la barbarie, etc., no contienen ningún argumento serio. No se trata de hacer retroceder a la inteligencia, sino de defenderla. No se trata de restricciones en beneficio de una clase social, sino de salvaguardia de toda la Humanidad. Éste es el problema. Todo lo demás no es más que división y dispersión de la actividad enfrentándola con subproblemas."

O. J. Despotopoulos
Tomado del libro de Louis Pauwels y Jacques Bergier, El retorno de los brujos, página 58