"El Desierto Rojo le había dado a Vardanes un aspecto terrible. El joven risueño y apuesto como un dios de otros tiempos era ahora un esqueleto ennegrecido por el sol. Sus ojos inyectados en sangre miraban a través de unos largos cabellos enmarañados y sucios de polvo. Sus labios hinchados y cuarteados musitaban oraciones ininteligibles dedicadas a Ishtar, a Set, a Mitra y a otros muchos dioses. Cuando Vardanes y su tembloroso caballo alcanzaron la cima de otra fila de dunas, miró hacia abajo y vio un valle salpicado de palmeras de color verde esmeralda.
En el centro del fértil valle se alzaba una pequeña ciudad amurallada. Las torres de los centinelas asomaban por encima del muro, en el que se destacaba una enorme puerta cuyos goznes de pulido bronce brillaban con un rojo resplandor bajo el sol.
¿Una ciudad en ese desierto abrasador? ¿Un fresco valle lleno de verdes árboles y suaves céspedes con estanques de agua cristalina en el corazón de esa región mortal? ¡Imposible!
Vardanes se estremeció, cerró los ojos y se pasó la lengua por los labios resecos. ¡Debía de ser un espejismo, o quizá un fantasma creado por su caótica mente! Sin embargo, en ese momento recordó algo de lo que había estudiado en su juventud. Era un retazo de la leyenda llamada Akhlat la Maldita.
Hizo un enorme esfuerzo por recordar algo más. Lo había leído en un antiguo libro estigio que su tutor shemita guardaba bajo llave en un cofre de madera de sándalo. Siendo un niño, Vardanes había sido bendecido o maldecido con la codicia, la curiosidad y dedos ligeros. Una noche oscura había abierto la cerradura y luego había estudiado detenidamente, con una mezcla de temor, respeto y repugnancia, las portentosas páginas de aquel oscuro libro de nigromancia antigua. Escrito con letra bastante clara sobre hojas de piel de dragón, el texto describía extraños ritos y ceremonias. En aquellas páginas también había enigmáticos jeroglíficos de antiguos reinos embrujados como Aqueron y Lemuria, que habían conocido su esplendor y decadencia en los albores de la historia.
Entre las páginas llenas de pentáculos y otros signos cabalísticos también había fragmentos de una oscura liturgia, que describía terribles demonios que vivían en los reinos de sombras que hay más allá de las estrellas, en el caos que según los magos antiguos reinaba en las fronteras del cosmos. Una de esas liturgias contenía referencias enigmáticas acerca de «la maldita y embrujada Akhlat, que se encuentra en el Desierto Rojo, donde los brujos locos de poder de antaño llamaron a un Demonio del Más Allá al plano material para su infinito pesar... Akhlat, donde el Inmortal gobierna con mano de hierro por medio del horror hasta el día de hoy... condenada y maldita Akhlat, que hasta los dioses despreciaron transformando todo el reino en un desierto abrasador...».
Vardanes seguía sentado sobre la arena, junto a su jadeante yegua, cuando unos guerreros de rostros taciturnos le prendieron y le trasladaron desde el círculo de rocosas colinas que rodeaban la ciudad en dirección al valle de palmeras y estanques de aguas cristalinas, hasta las mismas puertas de Akhlat la Maldita."

Lyon Sprague de Camp
Lágrimas negras


"Symnes sostenía que, siendo hueco todo lo de este mundo, como los huesos, los cabellos, los tallos de las plantas, etc., también lo eran los planetas, y que, en el caso de la Tierra, por ejemplo, se podían distinguir cinco esferas colocadas unas dentro de otras, todas ellas habitables, tanto en el interior como en el exterior, y todas provistas de grandes aberturas polares, por las cuales los habitantes de cada esfera podían pasar de cualquier punto del interior a otro, así como al exterior, de la misma manera que una hormiga recorría el interior y después el exterior de un tazón de porcelana… Symnes organizaba sus ciclos de conferencias como campañas electorales. Dejó al morir montañas de notas y, probablemente, el pequeño modelo en madera del "globo de Symnes", que se encuentra actualmente en la Academia de Ciencias Naturales de Filadelfia. Su hijo, Americ Vespucius Symnes, era adepto suyo y trató, sin éxito, de reunir sus notas en una obra coherente. Añadió una suposición según la cual, cuando se cumplieran los tiempos, se descubrirían las Diez Tribus perdidas de Israel, viviendo probablemente en el interior de la más externa de las esferas."

Lyon Sprague de Camp & Willy Ley
De la Atlántida a Eldorado
Tomado del libro de Louis Pauwels;Jacques Bergier, El retorno de los brujos, página 331

"Ya que el pueblo de Tiahuanaco, como las otras civilizaciones desaparecidas de América del Sur, carece de toda tradición escrita, no se puede descifrar ninguna inscripción. Nada permite descubrir la historia perdida de Tiahuanaco. Los acontecimientos que no pudieron consignarse por escrito se pierden para siempre cuando mueren aquellos que conservaban su recuerdo». «Por esto la historia de la fortaleza inca de Machu Piecchu, así como el enigma del Imperio perdido de Tiahuanaco, tienen grandes probabilidades de permanecer ocultos para siempre, entre las brumas que se arremolinan alrededor de los altivos picos de los Andes."

Lyon Sprague de Camp
Ancient Ruins and Archealogy

Tomada del libro de Louis Pauwels & Jacques Bergier, La rebelión de los brujos, página 189