Bajo los árboles

"Cuando este viejo bosque era joven
los ancestros del tordo
cantaban con la misma dulzura,
como en los viejos tiempos.

No había aquí ningún jardín,
ni manzanas ni muérdago;
tampoco los niños, tan queridos,
corrían de un lado a otro.

Nuevo era entonces el techado,
pero el guarda era viejo,
y no tenía mucho
oro ni plomo.

Tan silenciosas las hayas y el tejo:
mientras él daba vueltas
por el bosque para vigilar,
pocas veces disparaba.

Pero ahora que él ha desaparecido
de la mayoría de los recuerdos
aún perdura
un armiño que era suyo,

nada más, arrugado y verde,
y sin ningún aroma,
y casi invisible
sobre la pared de esta caseta."

Philip Edward Thomas
Poesía completa (Linteo, 2012), en Ojos de Papel


Cincuenta haces

"Allí están, sobre sus extremos, los cincuenta haces
que una vez fueron parte de jóvenes avellanos y fresnos
en el bosque de Jenny Pink. Ahora, junto al seto,
bien apilados, crean una barrera por la que solo
puede aventurarse el ratón y el carrizo. La primavera
que viene un mirlo o un petirrojo harán su nido allí,
acostumbrados a ellos, pensando que permanecerán
para siempre, sea lo que sea eso para un pájaro:
esta primavera ya es demasiado tarde, ha llegado
   el vencejo.
Era un día caluroso para portarlos:
nunca podrán calentarme mejor, aunque deberán
   encender
varias hogueras de invierno. Antes de que se acaben
habrá terminado la guerra, muchas otras cosas
habrán acabado, quizá, que ya no puedo prever
o controlar más de lo que pueden el petirrojo
   o el carrizo."

Edward Thomas
Poesía completa (Linteo, 2012), en Ojos de Papel



El poste de señales

El mar, entre la niebla. El sol es tímido
y la hierba crecida y la maleza,
húmeda y áspera, están blancas por la escarcha
en la colina, junto a un poste de señales.
El humo del cigarro del viajero
flota sobre avellanos, sobre espinos.
Yo leo las señales. ¿Cuál será mi camino?
Dice una voz: "No habrías tú dudado
a los veinte". Pero otra voz, con sorna:
"A los veinte querías estar muerto".

Cayó de un avellano el oro de una hoja
de lo alto de su copa, y la primera
voz preguntó a la otra qué sería
ser un anciano ante ese poste. "Lo verás",
rió, y yo me uní a aquella risa.
"Tú lo verás, pero antes o más tarde
y pase lo que pase, te será concedido
un bocado de tierra que lo cure
todo, deseos y reproches, todo.
Y si hay algún defecto en ese Cielo
será la libertad de desear
y será tu deseo estar aquí, o en cualquier parte
hablándome, sin importar qué tiempo hace
ni cuál es nuestra edad -cualquiera vale-,
para saber qué pueden ser días y noches,
el sol, la helada, el mar, la tierra misma,
verano, otoño, invierno, primavera,
con un hombre cualquiera, hasta un rey,
en pie a la intemperie, preguntándose
por dónde continúa su camino, dónde. 

Edward Thomas



Julio

"Nada se mueve salvo las nubes, y en el lago cristalino
sus dobles y la sombra de mi bote.
El mismo bote se agita solamente cuando rompo
este adormecimiento de calor y soledad a flote
para comprobar si lo que veo es pájaro o una mota,
o saber si ya los bosques de la orilla están despiertos.

Crecieron desde el amanecer las largas horas
   –desplegadas– , y pasaron por lo alto
y por lo más profundo; he observado los serenos
   juncos suspendidos
sobre imágenes aún más serenas en un cielo de imágenes:
nada había que mereciera la pena pensar tanto;
todo lo que las tórtolas dicen, por entre las lejanas hojas,
desborda mi mente de satisfacción, así tendido en calma."

Edward Thomas
Poesía completa (Linteo, 2012), en Ojos de Papel


La palabra

"Hay tantas cosas que he olvidado,
que una vez significaron mucho, o puede que no,
todas perdidas, como el hijo de una mujer sin hijos
y los hijos de este hijo que vagan en el inmaculado
abismo de lo que nunca podrá volver a ser.
He olvidado, también, los nombres de grandes hombres
que lucharon y que perdieron o vencieron en las viejas
   guerras,
de reyes y demonios y dioses, y de la mayoría
   de las estrellas.
Algunas cosas olvido que he olvidado.
Pero cosas más insignificantes hay, aún en mi memoria,
que todas las demás. Un nombre que no he olvidado
–a pesar de que se trata de un nombre vacío,
   sin concepto–
nunca puede morir porque primavera tras primavera
algunos tordos aprenden a decirlo mientras cantan.
Siempre hay uno a mediodía diciéndolo claro y
áspero –el nombre, sólo oigo el nombre–.
Mientras quizá esté pensando en el olor, más antiguo,
que es como comida, o mientras me contento
con el olor de la rosa salvaje que es como la memoria,
este nombre me es clamado, de repente,
desde algún lugar de los arbustos por un pájaro
una y otra vez, una pura palabra de tordo."

Edward Thomas
Poesía completa (Linteo, 2012), en Ojos de Papel


Un sueño

"Por conocidos campos con un viejo amigo caminaba
en sueños, cuando llegamos de pronto a un extraño
   riachuelo.

Sus oscuras aguas manaban brillantes
desde el corazón de la gran montaña hacia la luz.
Fluían un breve tramo bajo el sol, para luego
sumergirse otra vez en un foso, tan negras otra vez
como en su nacimiento; y me paré a pensar allí
en lo blancas que serían, si el día reluciera en ellas,
enroscándose y palpitando. Me cautivaron
tanto el rugido y el siseo y el poderoso vaivén del abismo
que me olvidé de mi amigo
y ni lo vi, ni lo busqué hasta el final,
cuando desperté de las aguas a los hombres
diciendo: «volveré aquí algún día»."

Edward Thomas
Poesía completa (Linteo, 2012), en Ojos de Papel