De un Lorca a otro

"Lo que estaba se ha llevado lo que queda...
y me despedí de Irak

Abandoné las comisarías, los cementerios.
Crucé las murallas de fusiles
y las farmacias vacías.
He sido duro con el jardín de las manos en despedida
y con las lágrimas de las chicas que se quedaban atrás
porque mi llanto, delante de mí, es largo
y mi mapa es un bastón de ciego.
Mi corazón es un cementerio lleno de seres queridos
y mi medicina está allí... allí,
con los gitanos de Andalucía.
Crucé países, muchas ciudades
y conviví con pueblos deprisa
porque Granada estaba esperándome,
Y yo a ella;
Porque Lorca posa su mirada
sobre las agujas del reloj y los olivares.
Mi amigo, mi hermano, está esperándome
desde nuestros primeros cuadernos.
Sollozaré entre sus brazos.
Mojaré su camisa bordada de canciones.
Le contaré todo lo que ha hecho el verdugo
en los dos ríos, en las palmeras
y en los amigos.
Le describiré la cuerda con la que ahorcaron a Hassan Mutlak,
y la máquina de picar almas y carne iraquíes.
Pero he encontrado su casa vacía
a excepción de su sillón, vibrando,
entre la ventana y el poema.
Llamé: Lorca. Lorca.
Oh, secreto de la insistencia de mi madre en fumar, a pesar del asma.
¿Dónde estás?
Amigo mío y socio mío en la inocencia.
¿Dónde estás?
Nada, excepto su sillón, vibrando,
entre la ventana
y el piano.
Seguí llamando
hasta que apareció su vecina, una gitana,
y dijo:
Tu amigo nos dejó lo que queda.
Se ha despedido de su sillón... ahora
te describiré el pañuelo con el que le taparon los ojos
después de su última mirada al reloj, esperándote.
Te cantaré su último poema;
su último respiro.
Los disparos se agitaron y
nos retorcimos en
la torcedura...
El llanto en todas las partes...
Todas las partes son llanto.
Nuestras manos han señalado
a las nubes
y a la alta perplejidad.

«He venido a Granada
buscando a Lorca.
Tal vez...
para que escribiera sobre los asesinados de mi familia.
Pero... le encontré asesinado»."

Muhsin Al-Ramli



No a liberar Irak de mí

"Esta tinta derramada en vuestra prensa
es la sangre de mi país.
Esta luz diluviada de vuestras pantallas
es el brillo de los ojos en los niños de Basora.
Éste que está sollozando en la oscuridad de su exilio
soy yo;
Huérfano después de que hayáis matado a mis padres: Tigris y Eufrates;
Viudo después de que hubierais crucificado la pareja de mi alma: Irak
Oh... por ti, tierra mía: crucificada de entre las regiones.

Ay... de vosotros, señores de la guerra
Escuchadme:
No a la fiesta de los ejércitos en el tejado de mi casa.
No al verdugo que habéis plantado o al que vais a plantear.
No a vuestra libertad caída sobre las cabezas de mi gente en bombas
No a liberar Irak de mí o a mí de él. 
   Yo soy Irak.

Mis hierbas son las letras y sé lo que quiero.
Dejadme a mí mismo, a mi rabel y a vuestra ausencia.
Volved a vuestras películas detrás del océano.
Dejad para mí lo que queda
de los minaretes, de los mausoleos de mis ancestros,
de las tumbas de mi familia ...
Y bebed de las copas del petróleo hasta que os saciéis.

Robad la miel del azufre y la arena del desierto.
Llevad con vosotros vuestros clientes.
Llevaos al dictador con cada parte de vosotros que ha comprado con mi sangre.
Llevad lo que queráis y marchad,
dejadme sólo
con lo derribado de los sueños de mi hermana,
con el incendio de las palmeras en las orillas de Mesopotamia,
con los huesos de mi padre
   y el té de la merienda.

Dejadme sólo
con las canciones tristes del sur,
con la danza degollada del norte
   y con el pavo real de los Yasidíes.
Dejadme sólo
curando las heridas de mi tierra Irak
Sólo...
            igual que María...
                              sólo con mi solitario...
Mi país: el crucificado de entre las regiones.
Sabré cómo animar su resurrección.

Sabrá cómo renacer de su ceniza.
¿Acaso habéis olvidado que él es el creador del Fénix?
Ay, un infierno, para vosotros señores de la guerra
Escuchadme:
No asustéis a las nubes de Bagdad con vuestros aviones.
No sembréis soldados en nuestro jardín.
No quitéis la chilaba a mi madre.
No. Grito no a liberar Irak de mí o a mí de él.
   Yo soy Irak.
Las aldeas han florecido de mi abrigo, y sé lo que quiero.
Dejadme a mí mismo, a mi familia y a vuestro olvido."

Muhsin Al-Ramli