Diez enseñanzas del señor Bryson

1. No es fácil convertirse en un fósil

“No es fácil convertirse en un fósil. El destino de casi todos los organismos vivientes (alrededor del 99,9% de ellos) es descomponerse en la nada. (…) Se cree que solo un hueso de cada mil millones llega a fosilizarse alguna vez. Si es así, significa que el legado fósil completo de todos los estadounidenses que viven hoy (es decir, 270 millones de individuos con 206 huesos cada uno) solo serán unos 50 huesos, la cuarta parte de un esqueleto completo. Teniendo en cuenta que se pueden enterrar en cualquier parte dentro de un área de algo más de 9,3 millones de kilómetros cuadrados… sería una especie de milagro que se encontrasen.”

2. Hay más vida bajo la tierra que encima de ella

“Hoy sabemos que hay un montón de microbios que viven en las profundidades de la Tierra… Algunos científicos piensan ahora que podría haber hasta 100 billones de toneladas de bacterias viviendo bajo nuestros pies, en lo que se conoce como ecosistemas microbianos litoautótrofos subterráneos. Thomas Gold, de la Universidad de Cornell, ha calculado que si cogieses todas las bacterias del interior de la Tierra y las vertieses en la superficie, cubrirían el planeta hasta una altura de 15 metros, la altura de un edificio de cuatro plantas.”

3. El grosor de la atmósfera

“Lo más sorprendente de la atmósfera es que no hay mucha. Se extiende hacia arriba unos 190 kilómetros, lo que podría parecer razonable visto desde el nivel del suelo, pero si redujésemos la Tierra al tamaño de un globo terráqueo normal de mesa, solo tendría el grosor aproximado de un par de capas de barniz.”

4. Nunca saldremos del sistema solar

“Plutón puede ser el último objeto que muestran los mapas escolares, pero el sistema solar no termina ahí. Ni siquiera estamos cerca del final al pasar por Plutón. No llegaremos hasta el borde del sistema solar hasta que hayamos cruzado la nube de Oort, un vasto reino celestial de cometas a la deriva… Plutón se encuentra apenas a una cincuentamilésima parte del trayecto… La unidad básica de medición en el sistema solar es la unidad astronómica (UA), que representa la distancia del sol a la Tierra. Plutón está a unas 40 UA de la Tierra, y el centro de la nube de Oort, a unas 50.000 UA. En definitiva, muy lejos.”

5. No te puedes esconder de las bacterias

“Si gozas de buena salud y eres medianamente diligente respecto a la higiene, tendrás un rebaño de unos 1.000 billones de bacterias pastando en las llanuras de tu carne, unas 100.000 por cada centímetro cuadrado de tu piel… Son, en suma, una gran parte de nosotros. Desde el punto de vista de las bacterias, claro, nosotros somos una parte bastante pequeña de ellas… Puede que no sean capaces de construir ciudades y que no tengan una vida social interesante, pero estarán aquí cuando estalle el Sol. Éste es su planeta, y nosotros estamos en él sólo porque ellas nos permiten estar.”

6. No hay mucho que hacer contra los asteroides

“Les pregunté qué aviso tendríamos si una mole de roca similar se dirigiera hoy hacia nosotros. -Bueno, seguramente ninguno –se apresuró a contestar Anderson-. No sería visible a simple vista hasta que se calentase, y eso no sucedería hasta que entrara en la atmósfera, y lo haría aproximadamente un segundo antes de llegar a tierra. Hablamos de algo que se mueve muchas decenas de veces más deprisa que la bala más rápida. Salvo que lo haya visto alguien con un telescopio, y en realidad no hay ninguna certeza de que vaya a ser así, nos pillaría completamente desprevenidos.”

7. Somos energía

“Si eres un adulto de talla media contendrás en tu modesta estructura un mínimo de 7×10^18 julios de energía potencial... lo suficiente para estallar con la fuerza de 30 bombas de hidrógeno muy grandes, suponiendo que supieses liberarla y quisieses realmente hacerlo. Todas las cosas tienen ese tipo de energía atrapada dentro de ellas. Lo único que pasa es que no se nos da demasiado bien sacarla. Hasta una bomba de uranio (la cosa más energética que hemos fabricado hasta ahora) libera menos del 1% de la energía que podría liberar si fuésemos un poco más inteligentes.”

8. El núcleo del átomo

“Los neutrones y los protones ocupan el núcleo del átomo. El núcleo es muy pequeño (sólo una millonésima de milmillonésima de todo el volumen del átomo) pero fantásticamente denso, porque contiene prácticamente toda su masa. Como ha dicho Cropper, si se expandiese un átomo hasta el tamaño de una catedral, el núcleo sería solo del tamaño aproximado de una mosca (aunque una mosca muchos miles de veces más pesada que la catedral)”

9. El centro de la Tierra

"La distancia desde la superficie de la Tierra hasta el centro de ésta es de 6.370 kilómetros, que no es tantísimo. Se ha calculado que si abrieses un pozo que llegase hasta el centro de la Tierra y dejases caer por él un ladrillo, solo tardaría 45 minutos en llegar al fondo…Hay una o dos minas sudafricanas de oro que llegan hasta una profundidad de más de tres kilómetros, peor la mayoría de las minas del planeta no llegan más allá de unos cuatrocientos metros por debajo de la superficie. Si la Tierra fuera una manzana, aún no habríamos atravesado toda la piel.”

10. ¿Hay vida ahí fuera?

“La posibilidad estadística de que haya otros seres pensantes ahí fuera es bastante grande... En la ecuación de Drake se divide el número de estrellas de una porción determinada del universo por el número de estrellas que es probable que tengan sistemas planetarios. El resultado se divide por el número de sistemas planetarios en los que teóricamente podría haber vida… Y así sucesivamente. El número va disminuyendo colosalmente en cada una de esas divisiones… pero, incluso con los datos más conservadores, la cifra de civilizaciones avanzadas que puede haber sólo en la Vía Láctea resulta ser siempre de millones.”

William McGuire "Bill" Bryson
Una breve historia de casi todo




"Durante mucho tiempo he sabido que es parte del plan de Dios para mi que pase un poco de tiempo con cada una de las personas más estúpidas en la tierra."

Bill Bryson


“Los australianos se pasan la mitad de cualquier conversación insistiendo en que los peligros del país se han exagerado mucho y que no hay que preocuparse, y la otra mitad contándote que hace seis meses su tío Bob iba en coche a Mudgee cuando una serpiente tigre salió del salpicadero y le mordió en la ingle; pero bueno, ya lo han desconectado de la respiración artificial y se puede comunicar parpadeando con los ojos.
Yo, claro, era todo oídos.”

Bill Bryson
En las antípodas

"Owen procedía de Lancaster, en el norte de Inglaterra, donde se había hecho médico. Era un anatomista nato y tan entregado a sus estudios que tomaba prestados a veces ilícitamente miembros, órganos y otras partes de cadáveres y se los llevaba a casa para diseccionarlos con tranquilidad. En una ocasión en que iba cargado con un saco que contenía la cabeza de un marinero negro africano que acababa de cortar resbaló en un adoquín mojado y vio con horror que la cabeza se caía del saco y se iba saltando calle abajo y se colaba por la puerta abierta de una casa, en la que penetró deteniéndose en el salón de la entrada. Sólo podemos imaginar lo que dirían los habitantes de la casa al ver que una cabeza desprendida entraba rodando por su puerta y se paraba a sus pies. Es de suponer que no hubiesen llegado a ninguna conclusión demasiado novedosa cuando, un instante después, un joven que parecía muy nervioso irrumpió en su casa y recogió, sin decir palabra, la cabeza y se apresuró a desaparecer de nuevo.
En 1825, cuando tenía justamente veintiún años de edad, Owen se trasladó a Londres y poco después fue contratado por el Real Colegio de Cirujanos para ayudar a organizar sus extensas pero desordenadas colecciones de especímenes médicos y anatómicos. La mayoría de ellos se los había dejado a la institución John Hunter, distinguido cirujano y coleccionista incansable de curiosidades médicas, pero nadie había ordenado y catalogado hasta entonces la colección, sobre todo porque después de la muerte de Hunter se había perdido toda la documentación que explicaba el historial de cada espécimen.
Owen destacó enseguida por su capacidad de organización y deducción. Demostró ser un anatomista sin par y poseer además un talento instintivo para reconstruir casi equiparable al del gran Cuvier de París. Se convirtió en un experto tal en la anatomía animal que se le otorgó la primera opción sobre cualquier animal que muriese en los Jardines Zoológicos de Londres, que se enviaba invariablemente a su casa para que lo examinase. Un día su mujer llegó a casa y se encontró con un rinoceronte recientemente fallecido en el vestíbulo. Owen se convirtió muy pronto en un destacado especialista en todo tipo de animales vivos y extintos, desde ornitorrincos, equidnas y otros marsupiales recién descubiertos hasta el desventurado dodó y las extintas aves gigantes llamadas moas que habían vagado por Nueva Zelanda hasta que los maoríes se las habían comido todas. Fue el primero que describió el arqueopterix, tras su descubrimiento en Baviera en 1861, y el primero que escribió un epitafio oficial del dodó. Escribió en total unos seiscientos artículos anatómicos, una producción prodigiosa."

Bill Bryson
Una breve historia de casi todo