Continuamos con nuestra exposición y comentario del libro de VanderKam y Flint. Afirman los autores que un examen del conjunto de los Manuscritos pone de relieve que en ningún momento mencionan personajes cristianos por su nombre (tampoco judíos, salvo en rarísimas ocasiones), y que sus doctrinas –esto es lo importante-, examinadas a fondo, indican que sus autores no fueron cristianos.

A este respecto escribía yo en 1997 (publicado en 1999):

“Parece hoy ya definitivamente probado que los textos de Qumrán no contienen ni pueden contener ningún dato concreto sobre Jesús, Juan Bautista o los cristianos, ni siquie¬ra mención o alusión ninguna a ellos, por la sencilla razón que son anteriores en el tiempo a estos personajes y al movimiento provocado por la predicación del Nazareno. Por tanto, si tuviéra¬mos que reescribir la historia del cristianismo a partir de los textos de Qumrán sería tan sólo una obligación indirecta” (“Los Manuscritos del Mar Muerto y el Nuevo Testamento”, en Julio en Trebolle [coordinador], Paganos, judíos y cristianos en los textos de Qumrán, Madrid (Trotta), 1999, 287-318; aquí p. 287).

VanderKam y Flint afirman con razón que, a pesar de ello, los Mnuscritos iluminan para nuestra satisfacción aspectos de los Evangelios al suministrar:

1. Información útil sobre la sociedad judía, sus grupos, prácticas y creencias de la época;

2. Un aumento de nuestro conocimiento de las creencias del judaísmo de aquellos momentos, lo que demuestra indirectamente que diversos aspectos del mensaje evangélico está en deuda con la religión madre, el judaísmo.

3. Una percepción más claras de algunas de las diferencias básicas entre el mensaje de Jesús y el de los otros grupos judíos.

4. El descubrimiento de nuevos textos judíos con un lenguaje muy similar al de las palabras de Jesús en los Evangelios, lo que indica que esa parte de la doctrina de Jesús había sido anticipada en textos judíos anteriores, por lo que no puede atribuirse a invención de la Iglesia primitiva (añadiría: salvo, a veces, un cierto cambio de matices, contexto vital, añadidos importantes, variaciones de perspectiva..., que aparecen en los Evangelios como elementos redaccionales).

Desgraciadamente, y muy pronto, empezaron las especulaciones fantasiosas a propósito de las relaciones entre Jesús y los esenios particulares del "subgrupo de Qumrán" (o quiera que deba definirse con mayor exactitud esa rama de los esenios). Citamos algunas muy llamativas recogidas por VanderKam y Flint:

• André Dupont-Sommer, sostuvo apresuradamente, ya en 1950 (¡!), cuando se conocían sólo pocos Rollos, y únicamente de la Cueva 1, que Jesús parecía ser una copia, “una sorprendente reencarnación” del "Maestro Justo" (literlamente “Maestro de justicia”, ya que el hebreo tiene pocos adjetivos; utiliza en sustitución un sustantivo en genitivo). Pero como –pensaba Dupont Sommer- que el Maestro Justo había muerto en torno al 63 a.C., tales semejanzas sólo podían deberse a una copia deliberada por parte de Jesús de las características espirituale y teológicas de tal Maestro.

• Edmund Wilson, periodista del New Yorker, afirmaba en 1955 que de los Rollos podía deducirse que Jesús había pasado los años ocultos de su infancia con los esenios.

• John Allegro -uno de los primeros investigadores encargados de la publicación de los Manuscritos-, hizo afirmaciones aún más sorprendentes..., lo que fue en verdad un escándalo para muchos creyentes. Afirmó ya en 1956 que el "Maestro Justo" había muerto crucificado; que la figura de Jesús encajaba en patrones mentales esenios, que su teología estaba prefigurada totalmente en los Manuscritos. Y sobre todo –en su obra El hongo sagrado y la cruz. Un estudio de la naturaleza y orígenes del cristianismo primitivo dentro de los cultos de la fertilidad del Próximo Oriente Antiguo, Londres, Hodden and Stoughton/Doubleday, Garden City, 1970- propuso que “el cristianismo primitivo era un culto orgiástico de la fertilidad, que empleaba un hongo alucinógeno” para sus experiencias religiosas.

Según Allegro, Jesús nunca existió, sino que fue inventado por sus "discípulos", que fingieron un esenismo nuevo copiándolo del Maestro Justo; los "disdcípulos" actuaban bajo la influencia de esa droga extraída de un hongo.

Afirmaba también Allegtro que estas ideas nuevas se propagaron incluso entre la posterior rama gnóstica cristiana influyendo profundamente en su teología, en el fondo también esenia. Con otras palabras: el gnositicismo cristiano no era más que casi una pura invención derivada del esenismo.

Naturalmente, el Vaticano –según Allegro- montó un complot de modo que estas verdades jamás alcanzaran la luz pública.

Creo que, como hacen también VanderKam y Flint (pp. 334-335), hoy día, cuando se conocen todos los textos de Qumrán y alrededores, lo estrambótico de estas afiramciones salta a la vista, con lo que parece innecesario detenerse en refutar estas ideas porque son verdaderamente “alucinantes” (aún sin hongos) e insólitas. Atacar así el cristianismo es desprestigiarse uno mismo.

• El caso de Bárbara Thiering (Jesus and the riddle of the Dead Sea Scrolls. Unlocking the secrets of his life story) (Jesús y el enigma de los rollos del Mar Muerto. Descubrimiento de los secretos de su vida), San Francisco 1992) es también asombroso. Conocía bien Thiering los textos qumranitas, pero creo que adoptó un punto de vista totalmente inadecuado y “forzado”, con lo que que violentaba asombrosamente los textos: entendió el contenido de todos los manuscritos como si fueran “pesharim”, es decir comentarios divinamente inspirados y crípticos de sus autores, quienes escribían sólo para iniciados. Estos autores eran cristianos y no hacían otra cosa que contar la historia de su secta cristiana por medio de un código críptico.

Según thiering, Juan Bautista era en realidad el Maestro Justo; Jesús de Nazaret, su oponente, era el “Sacerdote Impío”, nombrado así en la secta, y también “El Hombre de la mentira” = “El Mentiroso”. Otros nombres están también cifrados en los manuscritos: Abrahán era el rebino Hillel, Ananías era la cifra de Simón Mago; Juan Marcos (¿dónde sale en los Manuscritos?) representaba a todos los apóstoles; Jerusalén es una cifra por Qumrán; Mar de Galilea = Mar Muerto. Jesús fue el fundador de una de las dos “subsectas” que nacen del M. Justo; la otra fue dirigida por Juan Bautista y no murió en la cruz; su cuerpo inconsciente fue colocado en la Cueva 8; luego se desperto = “resucitó”, se caso con María Magdalena y vivió hasta la ancianidad oculto en Roma, donde dirigía a sus seguidores.

La secuela de estas ideas y ciertas aplicaciones de ellas por Robert Eisenmmann y M. Wise, (Jesús y los cristianos primitivos. Los rollos del Mar Muerto descifra¬dos) (edic. alemana, Munich, Bertelsmann, 1993) publicitados por los periodistas Baigent –Leigh, El engaño de los Manuscritos del Mar Muerto, la Editorial Martínez Roca, Barcelona, también de 1992) fueron ya criticadas por mí en el artículo citado y en otros lugares, como revistas de Divulgación (un artículo publicado hace tiempo en National Geographic Historia, de gran difusión). Me preguntaba: ¿fue realmente Jesús un burdo remedo del fundador de esa secta, el Maestro justo? ¿Tenemos que modificar toda nuestra concepción de la historia del cristianismo primitivo después de la publicación de los manuscritos del Mar Muerto?

Antonio Piñero


"Los judíos tuvieron poco que ver con la muerte de Jesús."

Antonio Piñero


“Parece hoy ya definitivamente probado que los textos de Qumrán no contienen ni pueden contener ningún dato concreto sobre Jesús, Juan Bautista o los cristianos, ni siquie¬ra mención o alusión ninguna a ellos, por la sencilla razón que son anteriores en el tiempo a estos personajes y al movimiento provocado por la predicación del Nazareno. Por tanto, si tuviéra¬mos que reescribir la historia del cristianismo a partir de los textos de Qumrán sería tan sólo una obligación indirecta.”

Antonio Piñero


“Si el personaje Jesús fuera absolutamente inventado, lo habrían “construido” los escritores evangélicos más consecuentemente: no habría diferencia alguna entre el “Cristo de la fe” y el “Jesús de la historia”. Los evangelistas no habrían inventado escenas que luego iban a costar a la Iglesia posterior un enorme dolor de cabeza teológico.”

Antonio Piñero


"Y me condujo a la atmósfera del séptimo cielo, donde, además, oí una voz que decía: «¿Hasta dónde va a ascender el que mora en la carne?». Me asusté y me eché a temblar. Mas cuando ya me encontraba en este estado, oí otra voz que partía de allí y me decía: «Permitido está subir al santo Isaías, pues aquí está su vestidura» [...]. Me subió al séptimo cielo, y allí vi una luz maravillosa, así como innumerables ángeles. Vi en aquel lugar a todos los justos (desde Adán; allí vi al santo Abel y a todos los justos; a Henoc y a todos los que estaban con él), despojados del ropaje carnal. Los vi en sus excelsas vestiduras (y eran como los ángeles que allí) tenían gran gloria, pero no estaban sentados en sus tronos, ni llevaban sus coronas gloriosas. Pregunté al ángel que estaba conmigo cómo habían recibido las vestiduras, pero por qué no estaban en los tronos con las coronas. Me dijo: «No recibirán las coronas y tronos gloriosos hasta que descienda el Amado en la forma en la que lo verás (pues descenderá al mundo en los días postreros el Señor que ha de llamarse el Cristo). Sin embargo, verán y sabrán de quiénes serán los tronos y coronas, luego que Él haya descendido, haciéndose cono de vuestra forma (y siendo tenido por carne mortal). El príncipe de este mundo extenderá su mano contra el Hijo; lo inmolarán, crucificándolo en un madero, sin saber quién es. Así será su descenso como tú lo verás; a los mismos cielos quedará oculto para que no se sepa quién es. Y cuando se haya apoderado del ángel de la muerte, ascenderá al tercer día (y permanecerá en ese mundo quinientos cuarenta y cinco días). Entonces subirán con él muchos de los justos, cuyos espíritus no recibirán vestiduras hasta el día en que ascienda el Señor Cristo, y ellos con él. Entonces, pues, recibirán sus vestiduras, tronos y coronas, cuando Él haya subido al séptimo cielo». Insistí acerca de lo que le había preguntado en el tercer cielo: «Muéstrame cómo se sabe aquí todo lo que se hace en aquel mundo». Estaba todavía hablándole cuando he aquí que uno de los ángeles que allí había, más glorioso que aquel que me había subido desde el mundo, me mostró un libro y lo abrió. Estaba escrito, mas no como los libros de este mundo. Me lo dio, lo leí y resultó que allí estaban escritas las acciones de los hijos de Israel, y las de otros que yo no conozco, Jasub, hijo mío. Dije: «Verdaderamente nada hay que quede oculto al séptimo cielo de cuanto se hace en este mundo»."

Antonio Piñero
Los Apocalipsis: 45 textos apocalípticos, apócrifos judíos, cristianos y gnósticos, EDAF, 2007. Traducción del etíope del texto citado por parte de Federico Corriente
Tomada del libro Viajes inexplicables de Chris Aubeck y Jesús Callejo, página 163