El hombre de las muchas eles

"Al conocer los nombres de tu mal,
nos mentimos como los miembros de cualquier consejo.
Y todos juramos conservar nuestros papeles
hasta el acto final bajo tu mando.
Al principio fue casi fácil,

la enfermedad te obligó a que renunciaras a tu mano izquierda,
pero tu diestra creció más y más sabia,
como el malabarista de un rey exigente
y cuando tu pierna derecha insensible te falló,
te serviste del bastón montañero
que nuestro padre usaba los domingos de misa.

Sin embargo el campo de batalla menguaba mes a mes.
Cuando ya no pudiste tragar la carne,
cocimos y molimos tu alimento
y torcimos la pajita para que bebieses el chocolate.
Y cuando más tarde… dejaste de hablar,
aún podías escribir las preguntas y tus respuestas
en la pizarra mágica que conservábamos de niños.
Simplemente, levantabas la página
y volvías a empezar.

Tres meses antes de tu muerte, ¡qué suerte!,
paseamos y rodamos
por las calles de nuestro querido pueblo,
para sorprender la primavera
siguiendo sus floridas huellas.

Y tú, hermano, escribías los nombres
de cada ridícula flor que yo desconocía.

Lluvia de la gruta,
espuela de la azucena.
Y escribiste aun, en la pizarra,
lila,
magnolia,
oleandro,
clavelina.

¡Ay!, hombre de las muchas eles.
¡Ay!, mi hermano querido.
¡Ay!, mi astuto botánico fantasma.

Me gustaría no volver a pronunciar
más nunca
esos extravagantes nombres vegetales.

Me gustaría guardar esas palabras.
Esconderlas… como si fueran un conjuro.
Reservarlas para invocarte…
cada vez que te extrañe."

Maxine Kumin
Tomado del libro de Jorge Bucay, El Camino de las Lágrimas, página 80



"En realidad, no empecé a ser capaz de escribir poesía de mujer hasta que mis hijas, digamos, me concienciaron (...) A mí me programaron para seguir cierto tipo de vida, lo cual equivalía a obtener un título universitario, casarme y tener una familia (...) llegué a la poesía como a una tabla de salvación, ya que estaba tan miserablemente insatisfecha y me sentía tan culpable de mi insatisfacción."

Maxine Kumin