"La casa de dos habitaciones está hecha de rollos de madera, tablas y corteza de eucalipto y el piso es de tablas. Una gran cocina de corteza ubicada en un extremo es más grande que la propia casa, veranda incluida.
Monte por todas partes: monte sin horizonte, porque el terreno es chato. Ninguna variante a la vista. El monte australiano está formado de eucaliptos autóctonos achaparrados, podridos. No hay maleza. Nada que alivie el ojo, salvo el verde oscuro de unos pocos robles hembra que suspiran sobre el arroyo angosto, casi seco. A treinta kilómetros del signo de civilización más cercano, un rancho en el camino principal.
El arriero, un ex-ocupante ilegal, está con las ovejas. Su esposa e hijos quedaron solos.
Cuatro chicos harapientos y de aspecto enjuto están jugando cerca de la casa. De repente, uno de ellos grita: “¡Una víbora! ¡Mamá, hay una víbora!”
La mujer huesuda y quemada por el sol sale rápidamente de la cocina, arrebata a su hijo del suelo, lo apoya en su cadera izquierda y trata de agarrar un palo.
“¿Dónde está?”
“¡Acá! Se fue a la pila de leña” grita el mayor, un travieso de once años de cara filosa. “¡Quedate ahí, mamá! La tengo. ¡Correte! ¡Voy a agarrar a la desgraciada!”
“Tommy, vení para acá, que te va a picar. ¡Vení ya para acá, carajo!”
El chico fue de mala gana, llevando un palo más grande que él. Entonces grita, triunfalmente:
“¡Allá va! ¡Abajo de la casa!” y salió como una flecha con el palo levantado. Al mismo tiempo, el perro –mestizo, grande, negro, de ojos amarillos–, que había mostrado el interés más salvaje en todo el asunto, rompe su cadena y sale corriendo hacia la víbora. Sin embargo, llega un segundo tarde y su hocico alcanza la grieta del entablado justo cuando la cola de la víbora desaparecía. Casi al mismo tiempo, el palo del chico baja y raspa el hocico antes mencionado. Alligator le da poca importancia a esto y empieza a socavar la construcción; pero es sometido después de un forcejeo y encadenado. No pueden permitirse perderlo.
La mujer del arriero hace que sus hijos se queden juntos cerca de la cucha mientras ella espera a la víbora. Trae dos platitos de leche y los pone cerca de la pared para tentarla a salir; pero pasa una hora y la víbora no aparece.
La puesta del sol está cerca y se avecina una tormenta con truenos y relámpagos. Hay que entrar a los chicos. No los llevará adentro, porque sabe que ahí está la víbora y en cualquier momento puede aparecer a través de una grieta del tosco piso de tablas; así que lleva varias brazadas de leña a la cocina y mete ahí a los chicos. La cocina no tiene piso, o más bien, tiene uno de tierra, llamado ‘piso de tierra’ en esta parte del monte australiano. Hay una mesa grande y tosca en el centro de la cocina. Lleva a los chicos adentro y los hace subir a esta mesa. Son dos varones y dos mujeres, unas criaturas. Les da algo de cenar y después, antes de que oscurezca, va a la casa y busca algunas almohadas y sábanas, esperando ver o agarrar la víbora en cualquier momento. Hace una cama en la mesa de la cocina para los chicos, y se sienta al lado a vigilar toda la noche."

Henry Lawson
La esposa del arriero



"La cerveza te hace sentir lo que debes sentir sin cerveza."

Henry Archibald Hertzberg Lawson


Los poetas de la tumba

Ya he leído muchos poetas que muertos desean estar,
Es tiempo de aprobar una ley para hacerlos desterrar.
Bueno sería que les dieran la mortaja exigida
A estos bardos del llanto, de la ilusión perdida.
Escriben de la vida sus horrores y disgustos
Solo hay paz y descanso cuando hablan de sepulcros.

Que el hombre es polvo afirman y que morirá
Que el hombre es un puñado de tierra ¿Qué tiene de novedad?
Algo que olvidaron decir, escribámoslo aquí mismo:
Hay hombres hechos de lodo, pero otros son de granito.
Mientras unos se quejan, otros tratan de ayudar
Los primeros quisieran estar descansando en paz.

Entre la cuna y el féretro hay mucho por hacer,
La satisfacción se alcanza si tratas de hacerlo bien.
Verdad indiscutible es lo que afirmo aquí:
Un hombre vivo vale más que bajo tierra mil.
Aun así, mientras el mundo exista, que no nos quede duda;
Lamentos escucharemos de los poetas de la tumba.

Y aunque los tipos estos, en tumbas quieren ya estar,
Desde antes se preocupan porque cuiden el lugar.
A mi no me importaría, una vez enterrado,
Ver por ahí ratones, o una vaca pastando.
Algún daño he causado cada vez que me voy,
Una pesada lápida no hará un daño mayor.

Los carcomidos versos me han hecho renegar;
No hay duda, por mi parte, prefiero vivir y pelear.
Aunque la fortuna se ria de mi o me haga tropezar,
Trataré de hacer suficiente bien antes de terminar.
Luchemos por lo que vale la pena, hagámoslo realidad;
Ya no podremos hacerlo cuando nos lleven a enterrar.

Henry Archibald Hertzberg Lawson



"Solo me desperté esta mañana
Para encontrar que el mundo es justo-
voy a los cuarenta años,
Con apenas un pelo gris;
Me voy a los cuarenta años,
Donde comienza la vida del hombre fuerte,
Con la escasez de un signo de patas de gallo,
A pesar de todos mis pecados.

A continuación, aquí están los Cuarenta que viven!
Los Cuarenta! Los Cuarenta!
A continuación, aquí están los cuarenta que viven!
Estamos bien por diez años más.

Los años adolescentes eran negros y amargos,
Una infancia ahogada en la tumba-
Una granja-esclavo en el tiempo de sequía,
Un esclavo de taller cansado.
Pero veinte años les han puesto,
Y todo el mundo es justo-
Vamos a encontrar el tiempo en los Cuarenta,
Para tener allí algo de su niñez.

A continuación, aquí están de ancho, los cuarenta libres 
Los cuarenta! Los cuarenta!
A continuación, aquí están de ancho, los cuarenta libres 
Estamos bien por diez años más!

Los veinte eran nobles,
Los más años valientes, creo;
"Hombre Twas al hombre en problemas,
En el trabajo y en la bebida;
"Hombre Twas al hombre en la lucha,
Por dinero o por la alabanza.
Y vamos a encontrar en los cuarenta
Algunos días más bohemios.

A continuación, aquí están los cuarenta sabios!
Los cuarenta! Los cuarenta!
A continuación, aquí están los cuarenta sabios!
Estamos bien por diez años más.

Los treinta fueron los años del destino;
Luché detrás de las escenas.
Los treinta fueron más crueles
Y más negros que los adolescentes;
Sostuve que no ellos, pero los llevaban-
No eran años de la mía;
Pero se van de mí,
Porque tengo treinta y nueve.

Así que aquí están más fuertes los Cuarenta!
Los Cuarenta! Los Cuarenta!
Y he aquí viejos tiempos los cuarenta!
Estamos bien por diez años más."

Henry Lawson


Henry Archibald Hertzberg Lawson