Elegía de María Belén Chacón


"María Belén, María Belén, María Belén,   
María Belén Chacón, María Belén Chacón, María   
 Belén Chacón,   
con tus nalgas en vaivén, 
de Camagüey a Santiago, de Santiago a Camagüey. 
En el cielo de la rumba, 
ya nunca habrá de alumbrar 
tu constelación de curvas. 
¿Qué ladrido te mordió el vértice del pulmón?   
María Belén Chacón, María Belén Chacón…   
¿Qué ladrido te mordió el vértice del pulmón?   
Ni fue ladrido ni uña,   
ni fue uña ni fue daño. 
La plancha, de madrugada, fue quien te quemó 
         el pulmón! 
María Belén Chacón, María Belén Chacón…   
Y luego, por la mañana,   
con la ropa, en la canasta, se llevaron tu sandunga, 
tu sandunga y tu pulmón. 
¡Que no baile nadie ahora! 
¡Que no le arranque más pulgas el negro Andrés   
a su tres! 
Y los chinos, que arman tánganas adentro   
         de las maracas, 
hagan un poco de paz.   
Besar la cruz de las claves. 
(iLíbranos de todo mal, Virgen de la Caridá!) 
Ya no veré mis instintos 
en los espejos redondos y alegres de tus dos nalgas.   
Tu constelación de curvas 
ya no alumbrará jamás el cielo de la sandunga. 
María Belén Chacón, María Belén Chacón. 
María Belén, María Belén:   
con tus nalgas en vaivén,   
de Camagüey a Santiago…   
de Santiago a Camagüey."

Emilio Ballagas


Nocturno

"¿Cómo te llamas, noche de esta noche?
Dime tu nombre. Déjame
Tu santo y seña
Para que yo te reconozca
Siempre
A través de otras noches diferentes.

Tú me ofreces su frente en medialuna
(Medialuna de carne),
Sus labios (pulpa en sombra)
Y su perfil al tacto…
(Mañana mi derecha
Jugará a dibujar su contorno en el aire.)

¿Cómo te llamas, noche de esta noche?
Dime tu nombre, déjame
Tu santo y seña
Para que yo te reconozca
Siempre
A través de otras noches diferentes.
¡Y que pueda llamarte gozoso,
Trémulo,
Por tu nombre!"

Emilio Ballagas
De: Antología de poesía moderna en lengua española, Editorial Trillas, México, 1986




Nocturno y elegía


"Si pregunta por mí, traza en el suelo
una cruz de silencio y de ceniza
sobre el impuro nombre que padezco.
Si pegunta por mí, di que me he muerto
y que me pudro bajo las hormigas.
Dile que soy la rama de un naranjo,
la sencilla veleta de una torre. 

No le digas que lloro todavía
acariciando el hueco de su ausencia
donde su ciega estatua quedó impresa
siempre al acecho de que el cuerpo vuelva.
La carne es un laurel que canta y sufre
y yo en vano esperé bajo su sombra.
Ya es tarde. Soy un mudo pececillo. 

Si pregunta por mí dale estos ojos,
estas grises palabras, estos dedos;
y la gota de sangre en el pañuelo.
Dile que me he perdido, que me he vuelto
una oscura perdiz, un falso anillo
a una orilla de juncos olvidados:
dile que voy del azafrán al lirio. 

Dile que quise perpetuar sus labios,
habitar el palacio de su frente.
Navegar una noche en sus cabellos.
Aprender el color de sus pupilas
y apagarse en su pecho suavemente,
nocturnamente hundido, aletargado
en un rumor de venas y sordina. 

Ahora no puedo ver aunque suplique
el cuerpo que vestí de mi cariño.
Me he vuelto una rosada caracola,
me quedé fijo, roto, desprendido.
Y si dudáis de mí creed al viento,
mirad al norte, preguntad al cielo.
Y os dirán si os espero o si anochezco. 

¡Ah! Si pregunta dile lo que sabes.
De mí hablarán un día los olivos
cuando yo sea el ojo de la luna,
impar sobre la frente de la noche,
adivinando conchas de la arena,
el ruiseñor suspenso de un lucero
y el hipnótico amor de las mareas. 

Es verdad que estoy triste, pero tengo
sembrada una sonrisa en el tomillo,
otra sonrisa la escondí en Saturno
y he perdido la otra no sé dónde.
Mejor será que espere a medianoche,
al extraviado olor de los jazmines,
y a la vigilia del tejado, fría.

No me recuerdes su entregada sangre
ni que yo puse espinas y gusanos
a morder su amistad de nube y brisa.
No soy el ogro que escupió en agua
ni el que un cansado amor paga en monedas.
¡No soy el que frecuenta aquella casa
presidida por una sanguijuela! 

(Allí se va con un ramo de lirios
a que lo estruje un ángel de alas turbias.)
No soy el que traiciona a las palomas,
a los niños, a las constelaciones…
Soy una verde voz desamparada
que su inocencia busca y solicita
con dulce silbo de pastor herido. 

Soy un árbol, la punta de una aguja,
un alto gesto ecuestre en equilibrio;
la golondrina en cruz, el aceitado
vuelo de un búho, el susto de una ardilla.
Soy todo, menos eso que dibuja
un índice con cieno en las paredes
de los burdeles y los cementerios. 

Todo, menos aquello que se oculta
bajo una seca máscara de esparto.
Todo, menos la carne que procura
voluptuosos anillos de serpiente
ciñendo en espiral viscosa y lenta.
Soy lo que me destines, lo que inventes
para enterrar mi llanto en la neblina.
Si pregunta por mí, dile que habito
en la hoja del acanto y de la acacia.
O dile, si prefieres, que me he muerto.
Dale el suspiro mío,  mi pañuelo;
mi fantasma en la nave del espejo.
Tal vez me llore en el laurel o busque
mi recuerdo en la forma de una estrella."

Emilio Ballagas


Poema impaciente

"¿Y si llegas tarde,
Cuando mi boca tenga
Sabor seco a cenizas,
A tierras amargas?

¿Y si llegaras cuando
La tierra removida y oscura (ciega,muerta)
Llueva sobre mis ojos,
Y desterrado de la luz del mundo
Te busque en la luz mía,
En la luz interior que yo creyera
Tener fluyendo en mí?

(Cuando tal vez descubra
Que nunca tuve luz
Y marche a tientas dentro de mí mismo,
Como un ciego que tropieza a cada paso
Como recuerdos que hieren como cardos.)

¿Y si llegara cuando ya el hastío
Ata y venda y las manos;
Cuando no pueda abrir los brazos
Y cerrarlos después como las valvas
De una concha amorosa que defiende
Su misterio, su carne, su secreto;
Cuando no pueda oir abrirse
La rosa de tu beso ni tocarla
(Tacto mío marchito entre la tierra yerta)
Ni sentir que me nace otro perfume
Que le responda al tuyo,
Ni enseñar a tus rosas
El color de mis rosas?

¿Y si llegaras tarde
Y encontraras tan sólo)
Las cenizas heladas de la espera?"

Emilio Ballagas
De: Antología de poesía moderna en lengua española, Editorial Trillas, México, 1986


Sonetos sin palabras 

"Ya sólo soy la sombra de tu ausencia,
una oscura mitad que se acostumbra;
dulce granada abierta en la penumbra,
madura a tu rigor. Sorda existencia.


Desmayado vivir. Ciega obediencia
que la memoria de tu voz alumbra.
Pupila fiel; ojo que no vislumbra
su cielo. ¡Ángel caído a tu sentencia!


Desterrado de asombros y colores
beso mi cicatriz y la humedezco
en salobres cristales lloradores.


Me aclimato al olvido que padezco.
Y a los agudos garfios heridores
la inútil apagada carne ofrezco."

Emilio Ballagas



Víspera

"Estarme aquí quieto, germen
De la canción venidera
—íntegro, virgen, futuro.

Estarme dormido —íntimo—
En tierno latir ausente
De honda presencia secreta.

Y éxtasis —alimento—
De ignorante —ausente, puro—
Nonnato de claridades
Con la  palabra inicial
Y el dulce mañana intacto."

Emilio Ballagas
De: Antología de poesía moderna en lengua española, Editorial Trillas, México, 1986.