"20 de diciembre de 1946. Todo se reduce a lo siguiente: Hitler siempre odió a los judíos, de lo que nunca quiso hacer ningún secreto. Entre la sopa y el plato de verduras, podía soltar, sin el menor reparo: «Quiero aniquilar a los judíos de Europa. Esta guerra es la confrontación definitiva entre el nacionalsocialismo y los judíos del mundo. Uno u otros morderán el polvo y, desde luego, no vamos a ser nosotros». De modo que lo que he testificado ante el tribunal es cierto, que no estaba al corriente de la matanza de los judíos, pero sólo lo es superficialmente. La pregunta y mi respuesta han sido el momento más difícil de mi testimonio, que ha durado horas. Lo que sentía no era miedo, sino vergüenza, porque, en el fondo, yo sabía, y no reaccioné; vergüenza por mi pobreza de espíritu cuando, en la mesa, guardaba silencio; vergüenza por mi apatía moral, por tantos actos de represión."

Albert Speer
Tomada del libro Por qué creemos en cosas raras de Michael Sherme, página 278




“A pesar que de estuve mucho tiempo a su lado, nunca llegué a conocerlo. No sé quién fue exactamente Adolf Hitler.” 

Albert Speer


“Alemania fue lo mejor para Hitler. Sin embargo, Hitler no fue lo mejor para Alemania.” 

Albert Speer


“En el pecho de Hitler, en el lugar donde debía existir un corazón, había solo un hueco.” 

Albert Speer


“Hoy considero esencial asumir la responsabilidad, y por tanto la culpa general por todos los crímenes que fueron cometidos despúes de que me convirtiera en miembro del Gobierno de Hitler, el 8 de febrero de 1942 considero que mi responsabilidad principal reside en mi tácita aceptación de la persecución y el asesinato de millones de judíos.” 

Albert Speer





“Si Hitler hubiera tenido un amigo, éste habría sido yo era incapaz de sentir amistad, no creo que supiera lo que ésta significaba.”

Albert Speer