Anochecer

"Las chimeneas, hilera a hilera,
Cortan el claro cielo;
La luna,
Con un jirón de gasa en su cintura
Posa entre ellos, una torpe Venus–

Y aquí estoy mirándola desenfrenadamente
Sobre la pileta de la cocina."

Richard Aldington



Atardeceres

"El cuerpo blanco del atardecer
Se desgarra y se vuelve escarlata,
Tajeado y drenado y desecado
Hasta volverse carmesí,
Y cuelga irónicamente
Con guirnaldas de niebla.

Y el viento
Soplando sobre Londres desde Flandes
Tiene un gusto agrio."

Richard Aldington




"Creo profundamente que la emoción es la esencia íntima de la poesía, pero creo también en la expresión acertada de esa emoción-amor apasionado, sentimientos hacia la belleza, conciencia de estar vivo-, el hombre que no tiene suficiente emoción para hacer un loco de sí mismo algunas veces, nunca logrará un poema a pesar de tener a sus órdenes toda la literatura y el intelecto de un superhombre.
Por otro lado, el mero emocionalismo desorganizado no es poesía; es, a menudo, aguanieve. La emoción debe ser forzada por el intelecto, por así decirlo. Debe haber un significado intelectual además de emocional. Un poeta es, después de todo, otro tipo de crítico: critica, en lugar de libros, percepciones, emociones, sensaciones...
Siempre he pensado que el deseo de ser superior en una conversación demuestra un intelecto bastante poco consciente. Hay más sabiduría en tener los oídos abiertos y la boca cerrada."

Richard Aldington



"El patriotismo es el sentido generoso de la responsabilidad colectiva. El nacionalismo es el gallo jactancioso en su propio corral."

Richard Aldington



Imágenes

"Como una góndola de verdes frutos perfumados
Deslizándose por los canales venecianos,
Tú, la exquisita,
Has entrado en mi ciudad desolada.

El humo azul brota
Como arremolinadas nubes de pájaros que desaparecen.
Así también mi amor brota hacia ti,
Desaparece y es renovado.

Una luna de amarillo sonrosado en un pálido firmamento
Cuando el crepúsculo es tenue bermellón
Sobre la bruma entre las ramas de los árboles
Eres para mí."

Richard Aldington



Sepulcros vivientes

"Una noche fría cuando los cañones estaban quietos
Me recosté contra la trinchera
Haciendo hokku para mí
De la luna y flores y de la nieve.

Pero el escurrimiento fantasmal de enormes ratas
Hinchadas por alimentarse de carne de hombres
Me llenó de un temor que contrae."

Richard Aldington


 Un sueño en el Parque de Luxemburgo

” .. Hay mucha gente que desprecia al que sueña despierto;
yo mismo tengo un amigo, un amigo culto, de sonrisa triste,
que lo considera una enfermedad heredada de Rousseau,
aunque dudo de que mi culto amigo haya estado nunca
realmente enamorado,
con un amor que robe el sueño y el apetito, que hunda a
Roma en el Tíber.
Pero no hagáis caso. Voy a contaros mi sueño,
porque ¿Quién puede estar enamorado en París, en junio,
y tener a la mujer de sus desvelos lejos, en otro país,
sin soñar despierto bajo los árboles del Luxemburgo?

“… mi amada es
como las gráciles y animosas
damas de Provenza, de pechos turgentes
no teme a los burgueses ni a los rozagantes sacerdotes
que estrangulan la vida con sus manos untuosas.
Posee la alegría de la vieja Provenza,
y creo que no despreciaría
a la desconocida dama de Guilhem de Poitiers,
que fue poeta, además de príncipe reinante
El gran escudo de acero de Guilhem lucía su efigie,
porque, según decía: <es justo que la lleve a la batalla,
por las veces que ella me ha llevado a la cama>
Y sin embargo, si es como una dama de la antigua Provenza,
¿Porqué la llamo dríade ingrávida?
Pero ¿Cómo sabéis que aquellas nobles mujeres
cuyos ojos arrancaban al clérigo del claustro
e inducían al caballero a cambiar la lanza por el laud,
no eran dríades u oréades?
hijas de los dioses, semiinmortales,
portadoras de amor y dicha y belleza a los hombres ..”

” .. La sopa de Antoinette se me antojó maravillosa,
y luego sirvió pescado comprado del barco aquel mismo día
y un ragut muy inspirado,
como solo puede tomarse en Francia,
y fruta.
Me temo que dejé mucho en el plato,
porque ¿cómo se puede comer cuando el corazón retumba
arrebatado aún por el primer beso de una dríade?
Pero mi amada me dio a probar el vino tinto
que le había comprado a un tal Padre Nosequé de las colinas
y después el blanco adquirido en un pequeño auberge
de un pueblecito pintoresco, oh, a muchas millas de distancia.
Bebí de ambos, y los elogié,
porque eran caldos excelentes,
que es imposible degustar en Inglaterra
y, a menudo, ni siquiera en París.
Y tras el postre, aunque alegué
que estaba tan borracho de amor
que resultaba temerario ofrecerme nada más,
insistió en que probase un licor nuevo y sorprendente
que había descubierto en España el año anterior.
Antes de que trajera los puros, saqué mi petaca
y le ofrecí; y ella advirtió
que la había rellenado con los que más le gustaban.
Cogió uno, porque sabía que me complacería,
y que los había comprado pensando en ella;
y luego cogí yo uno de los suyos.
Al acercarme a darle fuego,
no pude evitar inclinarme y besarle el cabello,
suave y satinado a la tenue luz de la tarde,
como las encrespadas hojas de encina del Pincio..”
  
” …Una espesa nube del Norte engulló el sol
y apagó la luz del Luxemburgo;
y me envolvió una brisa glacial.
El sueño se había roto, se había convertido en polvo,
como la fuente blanca, como el cristal veneciano
corroído por el veneno..”

Richard Aldington
Extracto