“Cuando no tienes mucho, tener menos no es muy grave.”

Lisa See
Dos chicas de Shangai


“Cuando seas una niña, obedece a tu padre; cuando seas una esposa, obedece a tu esposo; cuando seas una viuda, obedece a tu hijo. Todos sabemos que es así como debe ser.”




“Hasta la luna más perfecta se tiñe de tristeza.”

Lisa See
Dos chicas de Shangai


"... La niña es muy hermosa, desde luego, pero los lotos dorados son más importantes que un rostro agraciado. Una cara bonita es un don del cielo, pero unos pies diminutos pueden mejorar la posición social."

Lisa See
Dos chicas de Shangai



“La única protección real que teníamos las mujeres era la apariencia plácida que ofrecíamos, incluso en los momentos de mayor angustia.”

Lisa See
El abanico de seda


"Personas entran y salen de nuestras vidas, y la verdadera prueba de amistad es si puedes retomar la relación justo donde la dejaste la última vez que se vieron."

Lisa See


"Su cuento preferido era "La historia de la mujer que tenía tres hermanos". Las niñas no lo sabían entero y pidieron a mi madre que dirigiera las preguntas y respuestas, aunque ella había memorizado casi todo el texto. En cambio, suplicaron a mi tía que las guiara a lo largo del relato. Luna Hermosa y yo nos unimos a sus ruegos, porque el cuento -fascinante y verídico, trágico y cómico al mismo tiempo- era una buena manera de practicar los cantos relacionados con nuestra escritura secreta. (...)
-Érase una vez una mujer que tenía tres hermanos -comenzó mi tía-. Todos tenían esposa, pero ella no estaba casada. Pese a que era virtuosa y trabajadora, sus hermanos no querían ofrecer una dote. ¡Qué desgraciada se sentía! ¿Qué podía hacer?
Mi madre contestó:
-Está tan triste que sale al jardín y se ahorca en un árbol.
Luna Hermosa, mis dos hermanas, las hermanas de juramento y yo entonamos a coro:
-El hermano mayor recorre el jardín y finge no verla. El hermano mediano recorre el jardín y finge no ver que su hermana está muerta. El hermano pequeño la ve, rompe a llorar y se lleva el cadáver a casa.
Desde el otro lado de la habitación mi madre levantó la cabeza y me sorprendió observándola. Encontes sonrió, satisfecha quizá de que no me hubiera dejado ninguna palabra.
Mi tía continuó con la historia:
-Érase una vez una mujer que tenía tres hermanos. Cuando murió, nadie quiso ocuparse de su cadáver. Pese a que había sido virtuosa y trabajadora, sus hermanos no cuidaron de ella. ¡Qué crueldad! ¿Qué ocurrirá?
-La desatienden cuando está muerta igual que cuando estaba viva, hasta que su cadáver empieza a oler mal -dijo mi madre.
Una vez más, las niñas recitamos las frases que sabíamos de memoria:
-El hermano mayor da un trozo de tela para tapar su cadáver. El hermano mediano da dos trozos de tela. El hermano pequeño la envuelve con toda la ropa que encuentra para que no pase frío en el más allá.
-Érase una vez una mujer que tenía tres hermanos -prosiguió mi tía-. Ya está vestida para el más allá pero sus hermanos no quieren gastar dinero en un ataúd. Ella era virtuosa y trabajadora, pero sus hermanos son tacaños. ¡Qué injusticia! ¿Encontrará algún día descanso la mujer?
-Sola, completamente sola -entonó mi madre-, errará convertida en fantasma. (...)
-El hermano mayor dice: No hace falta que la enterremos en un ataúd. Ya está bien como está. El hermano mediano dice: Podríamos enterrarla en esa caja vieja que hay en el cobertizo. El hermano menor dice: Este es todo el dinero que tengo. Con él compraré un ataúd.
Cuando nos acercamos al final el ritmo de la historia cambió. Mi tía cantó:
-Érase una vez una mujer que tenía tres hermanos. Esto es lo que han hecho, pero ¿qué será de la hermana ahora? El hermano mayor es malo; el hermano mediano, cruel; pero el amor podría prender en el hermano menor.
Las hermanas de juramento dejaron que Luna Hermosa y yo termináramos el cuento:
-El hermano mayor dice: Enterrémosla aquí, junto al camino de los carabaos. (Donde la pisotearían eternamente.) El hermano mediano dice: Enterrémosla bajo el puente. (Donde el agua se la llevaría.) El hermano menor, el único que tiene buen corazón, dice: La enterraremos detrás de la casa para que todos la recuerden. Al final la hermana, que había tenido una vida desgraciada, halló gran felicidad en el más allá.
Me encantaba esta historia. Era divertida recitarla con mi madre y las demás, pero después de la muerte de mi abuela y mi hermana entendía mejor los mensajes que encerraba. El relato me enseñaba que una muchacha -o una mujer- podía tener un valor diferente para cada persona. También ofrecía instrucciones prácticas sobre cómo atender a los difuntos. (...)"

Lisa See
El abanico de seda



“Tener un hijo es doloroso, para que nos enteremos que la vida es una cosa seria.”

Lisa See
Dos chicas de Shangai