"El logro de la personalidad es la tarea de nuestras vidas."

Martin Israel
La vida después de la muerte, página 199

"Cuando uno desarrolla una personalidad madura, se aparta cada vez más de las circunstancias externas y aun del condicionamiento interno, para funcionar, en cambio, en un mundo más amplio de intereses universales y opciones morales. Ser una persona es experimentar ese servicio a lo más elevado que conocemos, es decir, la auténtica libertad: ser libre de los requerimientos del egoísmo, ser libre de la envidia hacia los demás y de la necesidad del apoyo constante de los demás. Una persona puede ser ella misma bajo cualquier circunstancia, pues al estar integrada en sí misma es inmutable, al menos en las profundidades de su ser, sean cuales fueren las dificultades o peligros que deba afrontar. Tal persona vive conscientemente en la eternidad, en este preciso instante, pues el asiento de su conciencia se desentiende de las exigencias temporales para entregarse a la eternidad, que en cada instante del tiempo ve un sacramento externo. En otras palabras, el presente deja de ser un mero período de padecimiento sin sentido para investirse del esplendor de la significación eterna, una significación que atiende a la íntegra completitud del ser, cuando la sabiduría del yo verdadero haya penetrado hasta la médula de la personalidad y la haya elevado de la mortalidad del deseo egoísta a la inmortalidad del interés universal. Cuando tenemos en cuenta que tal es la tarea de cada persona viviente, se hace temiblemente obvio qué poco se la puede realizar en esta vida llena de limitaciones y decepciones que culmina con la desintegración física. Para que tal plenitud se logre, la vida en el otro mundo se hace inevitable.

Martin Israel
La vida después de la muerte, página 200