"Ahora debo confesar que siento miedo por mi heroína; no en cuanto al resultado de su misión, ni por lo más remoto; nadie familiarizado con la naturaleza humana y con las novelas puede albergar la menor duda sobre el completo éxito de su generoso plan y sobre el resultado final de semejante proyecto; pero sí sobre la simpatía que despierte entre las personas de su sexo. Las muchachas de menos de veinte y las ancianas de más de sesenta le harán justicia; porque en el corazón femenino los dulces manantiales del amor vuelven a abrirse después de muchos años, derramando aguas tan puras como en días lejanos y alegrando en gran medida el camino que desciende hacia la tumba. Pero temo que la mayoría de quienes se encuentren entre esas dos edades no aprobarán el plan de Eleanor. Me temo que las solteras de treinta y cinco afirmarán que no existe la menor probabilidad de llevar a buen término proyecto tan absurdo; que las jóvenes que se arrodillan ante sus enamorados tienen asegurado el beso, y que no se colocarían en esa situación si no contasen con él; que Eleanor acude a Bold únicamente porque las circunstancias impiden que Bold acuda a ella; que la señorita Harding es sin duda una estúpida o una pequeña intrigante, pero que con toda probabilidad piensa mucho más en sí misma que en su padre.
Mis queridas señoras, están ustedes en lo cierto en su valoración de las circunstancias, pero muy equivocadas en cuanto al carácter de la señorita Harding, que era mucho más joven que ustedes, y no podía saber, por consiguiente, como quizá ustedes sí saben, a qué peligros la expone semejante entrevista. Es posible que la besen; creo que es muy probable que le suceda una cosa así, pero les doy mi palabra de honor y afirmo categóricamente que jamás cruzó por su mente la posibilidad de semejante catástrofe cuando tomó la gran decisión a que acabamos de aludir.
Después Eleanor se quedó dormida. A la mañana siguiente se levantó descansada y saludó a su padre con el más afectuoso abrazo y las sonrisas más cautivadoras; y en conjunto su desayuno no fue en modo alguno tan triste como resultara la cena del día anterior; a continuación, dando una excusa cualquiera a su padre por abandonarle tan pronto, puso en marcha su plan.
La señorita Harding sabía que John Bold estaba en Londres y que, por lo tanto, la escena planeada no podía representarse de inmediato; pero sabía también que regresaría pronto a casa, probablemente al día siguiente, y era necesario concertar con su hermana alguna pequeña estratagema para verlo. Al llegar a la casa, se dirigió, como de costumbre, a la sala de estar que se utilizaba por las mañanas, y tuvo un sobresalto al advertir, por la presencia de un bastón, un abrigo y diversos paquetes repartidos por el cuarto, que Bold ya debía de haber regresado."

Anthony Trollope
El vigilante



"Creo que la mejor virtud es la de aquellos que hablan con honestidad."

Anthony Trollope


“Creo que los mayores bribones son los que hablan la mayor parte de su honestidad.”

Anthony Trollope


"Cuando la hiedra ha encontrado su torre, cuando la delicada enredadera ha encontrado su fuerte muralla, sabemos cómo las plantas parásitas crecen y prosperan."

Anthony Trollope



"Cuando un hombre está enfermo nada es tan importante para él como su propia enfermedad."

Anthony Trollope



"Danza con una doncella tres veces, y si te gusta la luz de sus ojos y el tono de su voz y las respuestas a tus preguntas sobe lo femenino y lo masculino, haz un salto en la oscuridad."

Anthony Trollope


“De todos los requisitos que un libro necesita, el principal es que sea legible.”

Anthony Trollope



"Desde que surgieron los derechos de la mujer, una mujer joven está mejor preparada para librar su propia batalla."

Anthony Trollope


“El amor apasionado rara vez dura mucho tiempo; la estima mutua es mucho más valiosa.”

Anthony Trollope



"El amor es como cualquier lujo. No tienes derecho al mismo hasta que te lo ganas."

Anthony Trollope






"El caballero de que se trata y su mujer llegaron a Sarapiquí, no obstante haber sufrido mucho la señora en el camino; pero al llegar a dicho punto terminaron todas sus tribulaciones, según ella misma dijo. El trabajo fatigante de sostenerse sobre la mula en medio del barro, de las espinas y de espesos matorrales, de trepar por precipicios y de vadear ríos se llevó a efecto; y la señora, que se había sentido muy descorazonada desde antes de emprender el viaje, dijo entonces que esperaba vivir para volver a ver a su madre. Hallábase sentada en la estrecha canoa en medio de cobertores y cojines, teniendo a su marido a su lado, y empujaron la embarcación al río. Casi al instante, dos minutos después de salir, a menos de cien yardas del sitio en que ella había pisado el suelo por última vez, la canoa, habiendo chocado contra una raíz o un fragmento de árbol, se volcó. La señora fue arrastrada por la corriente entre las ramas enmarañadas que obstruían el río, y cuando se encontró el cuerpo, la vida se había extinguido en él desde hacía largo rato… El desventurado esposo regresó también a la ciudad, sintiéndose incapaz de seguir el viaje solo."

Anthony Trollope
Las Indias Occidentales


"El hábito de la lectura es el único disfrute en que no hay ninguna aleación: perdura incluso cuando todos los demás placeres se desvanecen."

Anthony Trollope



"En cuanto a la felicidad en esta vida, difícilmente sea compatible con ese respeto disminuido que siempre asiste a la renuncia al trabajo."

Anthony Trollope




"Es difícil rescatar a un hombre del pantano del lujo y de la ociosidad combinados. Si algo puede hacerlo, es una cuna llenada anualmente."

Anthony Trollope



“Es una sensación agradable saber que estás parado en tu propio terreno. La tierra es lo único que no puede volar.”

Anthony Trollope




"Estos días un hombre no es nadie a menos que su biografía se mantenga publicada por tanto tiempo que esté lista para la Mesa Nacional del desayuno la mañana después de su muerte."

Anthony Trollope



"Fred Neville no creía haber recibido de su hermano la ayuda o comprensión que quería. Su intención había sido hacerle un ofrecimiento muy generoso; ciertamente no estaba muy seguro de cómo se podría llevar a cabo, pero eso no obstaba para que fuese un ofrecimiento que pensaba que pondría a su hermano totalmente a su servicio. Sin embargo, Jack se había limitado a contestarle con un sermón; con un sermón y con la aseveración de que su plan era inviable. Aun así, él no acababa de estar seguro de que su plan fuese tan inviable. Cuando menos, de lo que estaba seguro era de que no había fuerza humana que pudiese obligarlo a llevar una forma de vida que le desagradaba. Nadie podría hacer que se casara con Sophie Mellerby, o con cualquier otra Sophie, y que mantuviese una grandiosa y lúgubre casa en Dorsetshire, y que se gastara su renta de un modo que no le satisficiese, por tener un enorme séquito de sirvientes y adoptar lo que él llamaba «la vida pesada» de un noble inglés. Las posesiones tenían que ser suyas, o al menos el disfrute vitalicio de ellas. Se juraba una y otra vez que por nada del mundo empobrecería a la familia o dejaría los asuntos de la casa de Scroope peor que los encontrara. A él le bastaría con mucho menos de la mitad de lo que tenía entendido que se sacaba de los arrendamientos. No obstante, ya podían decirle sus tíos o su mojigato y metódico hermano lo que quisieran, que él no pensaba convertirse en esclavo de un título de conde.
Aun así, seguía muy confuso y lejos de sentirse contento por completo. Sabía que habría una escena desagradable entre su tío y él antes de que volviese a Irlanda, y también sabía que su tío podía, si se le metía en la cabeza, cortarle del todo la muy generosa asignación que ahora recibía. Estaba claro que habían hecho el trato de que él permaneciese con su regimiento un año, del cual aún no habían vencido seis meses. Su tío no podía discutir con él porque se volviese a Irlanda, pero ¿qué respuesta le iba a dar cuando le preguntase si estaba prometido para casarse con la señorita O’Hara, como por supuesto le preguntaría, y qué respuesta le iba a dar cuando le exigiera que le dijese si creía que ese matrimonio era el apropiado para alguien de su posición? Sabía que no era apropiado. Creía en el título, en la santidad del nombre que llevaba, en la misteriosa grandeza de la familia. No creía que un conde de Scroope debiera casarse con una chica de la que no se sabía nada en absoluto. Sentía el orgullo de su posición, pero le irritaba que los sacrificios necesarios para mantener ese orgullo tuviesen que recaer sobre sus hombros.
Una cosa era del todo imposible. Nunca abandonaría a su Kate. Sin embargo, quería tener a su Kate como algo aparte. Si pudiese dedicar seis meses de cada año a su Kate, y llevar esa vida en el yate de la que había hablado, visitando esos extraños lugares soleados que se imaginaba, libre de convencionalismos, lejos del sonido de campanas de iglesia y de cualquier consideración familiar, y después marcharse los otros seis meses a su condado y sus tierras, a su caza y quizá al Parlamento, dejando a su Kate detrás, eso sería perfecto. ¿Y por qué no? En los días que no tardarían en llegar, él sería su propio señor. ¿Quién podría impedir sus movimientos o refutar su voluntad? Entonces se acordó de la madre de su Kate y de las miradas que le lanzaría. Podría haber dificultades aunque Scroope fuera todo suyo."

Anthony Trollope
Ojo por ojo



"Hay algunos logros que nunca se realizan en presencia de aquellos que oyen hablar de ellos. La captura del salmón es uno y trabajar toda la noche es otro."

Anthony Trollope



"La farsa es lo único que puede arruinarlo a uno cuando uno está un peldaño abajo."

Anthony Trollope



"La mente de un hombre muy poco a poco se negará a decidirse hasta que la emergencia la impulse y la obligue."

Anthony Trollope



"La mente del hombre rechaza su superación hasta que es enfrentado con una emergencia."

Anthony Trollope



“La pobreza, para ser pintoresca, debe ser rural. La miseria suburbana es tan horrible como digna de compasión.” 

Anthony Trollope


"La vida de una mujer no es perfecta ni está llena hasta que tiene un marido. Tampoco la vida de un hombre es perfecta ni está llena hasta que ha incorporado una esposa."

Anthony Trollope


"La vida no es una teoría."

Anthony Trollope


"Las dos semanas siguientes transcurrieron de forma muy agradable en Plumstead. Todos los allí reunidos parecían llevarse muy bien. Eleanor alegraba la casa, y era como si el archidiácono y la señora Grantly se hubieran olvidado de la ignominia de aquélla con el señor Slope. El señor Harding se había llevado su violonchelo, que tocaba para los demás mientras sus hijas lo acompañaban al piano. Johnny Bold, ya fuera gracias a la ayuda del señor Rerechild o a la del coral y el jugo de zanahoria, superó sus problemas dentales. También disfrutaron de todo tipo de diversiones. Comieron en Ullathorne y, a su vez, los Thorne comieron en la rectoría. Tal y como habían acordado, aprovecharon la ocasión para hacer que Eleanor se subiera a una caja, desde la que fue totalmente incapaz de expresar su opinión acerca de los méritos de las faldas de volantes, que fue el tema elegido para poner a prueba su capacidad oratoria. Como era de esperar, el señor Arabin estaba la mayor parte del tiempo en su parroquia, supervisando las obras de la vicaría, visitando a sus feligreses y haciéndose cargo de los deberes de su nuevo puesto, pero, aun así, pasaba todas las veladas en Plumstead, y la señora Grantly ya se sentía algo predispuesta a reconocer ante su marido que el señor Arabin era una persona bastante agradable.
Asimismo, cenaron una noche en casa del doctor Stanhope. También asistió el señor Arabin, y éste, cual mariposa de la luz, se quemó las alas en las llamas de la vela de la signora. A la señora Bold no le agradó mucho ese gusto —o falta de gusto, como lo llamó— demostrado por el señor Arabin al dedicar tanta atención a Madame Neroni. Era tan infalible que ésta desagradara e irritara a las mujeres como que encantara y cautivara a los hombres. Una cosa era efecto natural de la otra. Era muy cierto que el señor Arabin había quedado cautivado por ella. Pensó que era una mujer muy inteligente y hermosa, y que era comprensible que todo el mundo se compadeciera de ella por su impedimento físico. Nunca había visto tanto sufrimiento unido a una belleza tan perfecta y una mente tan lúcida. En esos términos se expresó el señor Arabin con respecto a la signora mientras volvían a Plumstead en el carruaje del archidiácono, pero a Eleanor no le gustó nada escuchar semejantes alabanzas. No obstante, era muy injusto por su parte enfadarse con el señor Arabin, ya que ella misma había pasado una velada muy agradable con Bertie Stanhope, que le había ofrecido el brazo para llevarla a la mesa y no se había separado de ella ni un momento una vez que los caballeros salieron del comedor. No era justo que ella se divirtiera con Bertie y, sin embargo, negara a su nuevo amigo el derecho a que hiciera lo mismo con la hermana de aquél. Pero eso hizo. Eleanor se enojó con él en el carruaje a la vuelta, y murmuró algo sobre conductas excesivas. El señor Arabin no sabía mucho sobre el comportamiento de las mujeres o, de lo contrario, se habría regocijado con la idea de que Eleanor estaba enamorada de él."

Anthony Trollope
Las torres de Barchester





"Mi amor es para mí más que un hemisferio acuñado."

Anthony Trollope



“Nadie tiene una opinión buena de un hombre que tiene una opinión baja de sí mismo.”

Anthony Trollope


“Ninguna forma de gobierno existente, ninguna forma de gobierno que haya existido nunca, da o ha dado una proporción tan grande de libertad individual como una monarquía constitucional en la que la corona ha sido despojada del poder político directo.” 

Anthony Trollope



"No dejes que el amor interfiera con tu apetito. Nunca lo hace con el mio."

Anthony Trollope



"No estoy avergonzado de nada."

Anthony Trollope



"No había más que dos sillas en la habitación, sin contar aquella en la que se encontraba instalado el hombre sentado ante la mesa, y fueron ocupadas por John Ball y su prima. Ella tomó asiento y se armó de paciencia, indiferente a la demora e indiferente a la fealdad polvorienta de todo cuanto la rodeaba, tal y como suelen hacer las mujeres en situaciones semejantes. Él, estimando en gran medida su propia agenda, y en cierto modo molesto al verse emplazado a esperar, tomó asiento con la barbilla apoyada sobre el paraguas situado entre sus piernas y, al hacerlo, permitió que su mirada deambulase entre los nombres escritos sobre las cajas. Nada había en ninguno de aquellos situados en las estanterías que llamase su atención. Ahí se encontraba el marqués de B***, y sir C.D***, además de la condesa viuda de E***. Al observar esto, especuló moderadamente con la idea de que quizás el señor Slow exponía las cajas de sus clientes aristócratas para demostrar cuán bien le iba en el mundo. A continuación su mirada se apartó de la estantería y bajó hasta posarse sobre la caja que yacía en el suelo. Ahí, en esa caja, leyó el nombre de Walter Mackenzie.
No se sintió sorprendido, puesto que de inmediato se dijo que esos documentos habían sido examinados en referencia al mismo asunto que había llevado a su prima hasta allí aquel día; pero súbitamente se le ocurrió que Margaret le había dado a entender que el señor Slow desconocía que se iba a producir esta visita. Dio un paso hacia ella, pasando, por tanto, por encima de todos esos papeles, y se lo preguntó susurrándole al oído."

Anthony Trollope
La señorita Mackenzie




"No hay camino a la riqueza tan fácil y respetable como aquella del matrimonio."

Anthony Trollope


“No hay felicidad en el amor, excepto al final de una novela inglesa.”

Anthony Trollope


"Nunca pienses que no eres lo suficientemente bueno. Un hombre nunca debe pensar eso. Las personas te pueden considerar según tu propia evaluación."

Anthony Trollope




"¿Qué existe que el dinero no hará?"


Anthony Trollope


"Un autor no será nada si no ama la verdad; un abogado no será nada si lo hace."

Anthony Trollope


"Un compañero no debe dejar que la propiedad de su familia se haga pedazos."

Anthony Trollope


"Un marido es como una casa. "

Anthony Trollope