Ah, mi país

"Ah, mi país, qué pródigo con tus muertos
y qué rencor con quienes viven
Ah, mi país, cómo regalas coronas fúnebres
a los hundidos en las sombra
y en cambio tantas estrellas mezquinas
a quienes respiran todavía sobre tierra
Si tienes un lirio y un clavel
ponlos frente a los ojos
de quienes ven la luz mostrar su fuente
y pueden sorbo a sorbo probar el agua
de la gracia del mundo y sus germinaciones.
Ah, mi país, con nosotros abstente
de graves elegías por el amor que regalamos
sin causa de gloria y sin fin ni esperanzas
de vana inmortalidad
Guárdate tus halagos y danos una señas
de que los latidos que nos animan
no son piedras de estatua."

Víctor Valera Mora



Canción al soldado justo

"A los montes me voy, me voy completo
y espero regresar de igual manera
Si me cortan las piernas y las manos
asiré el caminar con los anhelos
Si me arrancan los ojos y la lengua
nueva guitarra agitará banderas
Si me quitan la tierra donde piso,
yo vengo desde un río de asperezas
que antes me llevó y ahora me lleva
Si me tapan los oídos con que oigo
a mis hermanos pálidos y hambrientos,
hablaré seriamente con el aire
para que se abra paso hasta los sesos
Y si una bala loca se enamora
de mis sienes violentas,
yo seguiré pensando con los huesos
Me voy a despeñar sobre los crueles
que han hecho de la patria un agujero
y si no asiste el pecho a la camisa
y me matan de muerte sin lucero,
esperadme, os lo pido caminando,
que yo regresaré como los pueblos
cantando y más cantando y más cantando."

Víctor Valera Mora


Cerco


"Desempleado, sin un centavo en el bolsillo,
sin combates, sin nada que hacer,
digo, no tengo acceso a la alegría,
no tengo derecho al más pequeño de los saludos
y menos aún al amor.

Sólo la blasfemia me es dada, sólo la blasfemia
y las hambres mas hondas me son dadas.

Pero sabedlo,
esto no va a durar toda la vida.

Vosotros devoradores de la canción,
que durante sombras seculares me habéis tenido
acorralado en este cerco de tristezas:
¡escuchadme bien!
es cierto que estoy hecho para grandes decepciones
y cierto también, preparado,
para inexorables alegrías que vendrán.

Tengo necesidad del mañana
no me juzguéis cruel por mis actos."

Víctor Valera Mora


El camino

"Vecino a mis propósitos
–La verdad puede discutirse
y es un material esencialmente polémico
Pero el error es implacable e invencible
y porque yerro es
en él vivo
He tomado el camino ancho como un cabello
y tal vez dé con mis huesos y mis sueños
en el fondo del abismo
Sé de muchas cosas y otras tantas ignoro
y también sé que el talento
no es una simple posesión
sino una responsabilidad
bastante peligrosa por cierto
Este es mi pensamiento
y lo digo
no importa las consecuencias
Hoy no tengo ni un clavo donde amarrar un gallo
y un fuego distinto a otras artes me sostiene."

Víctor Valera Mora



Laberinto

"Yo he bebido aguas de oro de la mujer amada
Yo he bebido sangre sudor y lágrimas
de la amistad de la mujer amada
Vapuleado por los celos y las incomprensiones
he bajado a los dos infiernos y he visto
una gran sombra y una puerta secreta."

Víctor Valera Mora



Nuestro oficio


"Por este empecinamiento del corazón
en hacerse horizonte por completo:
nosotros, que hemos participado
en los grandes acontecimientos históricos,
que hemos ayudado en lo construido
aún con un poco de tristeza,
digamos, casi mucha.
Guardamos
toda nuestra radiante alegría
para lo que construiremos
cuando el pueblo llegue.
Podemos caer abatidos
por las balas más crueles
y siempre tenemos sucesor:
el niño que estremece las hambres consteladas
agitando feroz su primer verso.
O el otro, el de la disyuntiva,
que no sabe si hacerse flechero de nubes
o escudero del viento.
Jamás la canción tuvo punto final.
Siempre deja una brecha, una rendija,
algo así, como un hilito que sale,
donde el poema venidero pueda
ir halando, ir halando, ir halando,
halando hasta el mañana.
Nosotros los poetas del pueblo,
cantamos por mil años y más..."

Víctor Valera Mora



Tendrá que ser así

"Sinuosos tiempos, estaciones, caminos que nos tocan,
propicios para el heroísmo más completo
o para guardarnos como cautelosos erizos.
Tempranamente fuimos aventados al margen de las cosas más simples y necesarias,
clavados con alambradas alrededor de nuestra sangre
y candados en la boca para oscurecernos.

No tenía remedio
la vida atada a lo melancólico.

Terribles días.

Pero recoge las páginas donde los enamorados escriben cortando con navajas,
revisa los libros
busca en las grandes piedras talladas y en los manuscritos del mar,
desde Gutemberg hasta las dos Declaraciones de La Habana
busca, acumula, reúne, clasifica,
sal a la calle con balanza y metro, pesa y mide
blanco y negro, amor y olvido, agua y fuego,
filo geográfico y campana celeste.
Al final todo más claro.
Bañamos nuestra cabalgadura solo una vez en aguas del mismo río.

Camina a paso de monte y hazte amigo del viento
que llevará los pesares al sitio de tu arrebato.
Que los solitarios no te enfaden, pero resuélvete en multitud.
Habla lo necesario con la gente sencilla
y a su lado vive con ardor.

A los soberbios embóscalos, tírales por mampuesto.

Si nada tienes llénate de coraje y pelea hasta el final.

No te amargues.

Agarra a la amargura por los cuernos y rómpele la nuca
y si la muerte te señala, sigue cantando
y en el primer bar que encuentres pide un trago de viejo ron
y bébete la mirada de la novia y bébete su risa
y la proximidad de su cadencia y el saludo de su cabellera.
Bébete la vida.

No hay que dejar que el camello de la tristeza pase por el ojo de nuestros corazones."

Víctor Valera Mora