"Alice se sentía cansada, lánguida y displicente. Se dio la vuelta para mirar sus propios ojos en el espejo de encima de la chimenea antes de decidirse a hablar.
"Me enerva vivir en una ciudad rodeada de tanta gente. Me pregunto cuántos vehículos circulan a diario por sus calles."
Marshal sonrió y continuó removiendo la cubierta de unos platos que había sacado de la nevera. Alice se quitó la bata y recogió de la mesa de la cocina los restos de alitas de pollo.
"No sé qué estás buscando en la nevera, pero parece que todo te sabe divertido."
"Deber ser la mitad de un cantalupo que no te comiste-dijo Marshall con agrado. Aunque no acabo de encontrar las cubiertas."
"No sé qué estás intentando demostrar. No tiene sentido que intentes insinuar que no como porque me siento infeliz, lo cual admito fácilmente."
"No, Alice, por favor. No pongas las alas de pollo en el cuenco."
"¿Por qué no admites que te divierte mi infelicidad?"
"Una cena basada en sobras no es una propuesta muy saludable, pero es el precio de entretener a los invitados. Podría haber preparado una cazuela con todo esto, pero siempre me dices que te gusta saber lo que comes. No parecías tan infeliz la pasada noche."
"¿Qué sucedió la pasada noche? No puedes pretender que una cena y unos simples juegos afectarían mi estado de ánimo.
Marshall no responde, pero vierte un poco de ensalada de col en un plato en el que ya había colocado previamente unas sabrosas remolachas. Alice va hacia la ventana y se queda mirando, como si tratara de comentar lo que ve. En la autopista de seis carriles, más allá, los coches truenan persiguiendo el dramático destino de Nueva York.
"Si te sientas en la mesa, podremos comer".
Alice se apartó de la ventana, un tanto aturdida y comenzó soñadoramente a sacar la vajilla de California.
"En realidad, prefiero cenar en el comedor. Es más agradable-afirmó Marshall."
"Dejemos de molestarnos. Quiero ir a la ciudad."
"¿Dónde está el cesto para el pan? Está caliente."
"Marshall, quiero ir a la ciudad."
"No hay nada que hacer en la ciudad por la noche. Además, he de ir allí a diario-añadió en un tono enfurruñado."

James Schuyler
Un nido de idiotas


Febrero

"Una chimenea, respira una pequeña humareda. 
El sol, a quien no logro ver
como hace un poco de rosado 
no puedo ver bien en el azul. 
El rosado en cinco tulipanes 
a las cinco PM el día antes del primero de marzo. 
El verde del tallo y las hojas del tulipán 
como algo que no puedo recordar, 
como encontrar una cebolla del pantano 
lejos y hace mucho tiempo. 
Porque entonces era diciembre 
y el sol caía sobre el mar 
cerca de los templos que fuimos a visitar. 
Una ola verde se agitaba en el mar violeta 
como el edificio de la ONU en bellos atardeceres, 
verde y húmeda 
mientras el cielo se ponía violeta. 
Algunos almendros 
Tenían algunas flores, como copos de nieve 
salidos de la nada rosados a causa de la luz. 
Un silencio gris 
en el cual los caminos subían por la segunda avenida 
hacia el cielo. Apenas 
iban a remontar la colina. 
Las hojas verdes de los tulipanes en mi escritorio 
como la luz del pasto sobre la carne 
y una campanario verde de cobre 
y rayos de las luces que empezaban a brillar. 
No logro sobreponerme 
a como todo parece funcionar en conjunto 
como una mujer que recién se asomó a su ventana 
y se queda parada llenándola 
con su hijo en los brazos. 
Pareciera estar tan lejos. ¿Acaso es la luz 
la que hace ver tan rosada a la guagua? 
Puedo ver sus pequeños puños 
y el agitarse de las tetas de la madre. 
Está cada vez más gris y dorado y frío. 
Dos leones del tamaño de perros enfrentados 
en las puntas de una techumbre. 
Es el polvo amarillo dentro de los tulipanes. 
Es la forma de los tulipanes. 
Es el agua en el vaso donde están los tulipanes. 
Es un día como cualquier otro."

James Schuyler


"El realismo es la corrupción de la realidad. La abstracción es parte del idealismo. En ese sentido es algo grotesco.-Wallace Stevens. Adagia."
Un crítico que no encontraba nada destacable (al contrario) en una exhibición de lienzos del pintor Fairfield Porter resumió los sentimientos que le inspiraba su obra en el epíteto "burgués" Quizás hubiera preferido usar la expresión "de clase media", pero suena demasiado fuerte, en cambio "burgués" es un peyorativo preferible.
Si el arte en América pudiera ser identificado con una clase, sería muy complicado encontrar otro tipo que no perteneciera a la "clase media". La estética necesita de una apariencia rica para ser satisfecha por perlas, pieles y muebles usados (Es como una grieta que se articula en el ardiente interior, para lo cual no fue creada) Aquéllos que se encasillan en los guetos raciales o económicos, urbanos o rurales, no tienen en realidad el más mínimo interés en el arte o en cómo se elabora, ya sea popular o egregio. La pintura americana de los años treinta probó que el arte describe, en vez de surgir de, "la clase trabajadora", por consiguiente apenas existe el arte de la clase trabajadora. Ningún grado de expresividad puede ser artificialmente inducido en el arte aborigen americano.
La revolución en las artes creó una estética basada en la total libertad: "Viva la libertad!", lo cual, a no ser que lo implique el diablo libertino del libreto de Ponte, puede ser -especialmente la libertad forzada- una escalofriante proposición: una hilera de ladrillos colocados de un extremo a otro del pavimento."

James Schuyler
Un acercamiento a los lienzos de Fairfield Porter





La mañana del poeta

"La luz descansa en capas sobre las hojas.
Árboles, y árboles, y más árboles.
Un niño en una nube trae el diario vespertino:
El sol de la tarde se pone.
No de modo abrupto, sino cadenciosamente,
descendiendo el dorado cielo,
de tonalidad rosa y verde.
Por encima, tras las hojas de los árboles
resuena el tráfico y las campanas
doblan con su argénteo sonido
la melodía de las horas.
Mi amigo Pierrot, la hora violeta:
un césped verde,
un haya gris y llorona,
un haya cobriza.
Cuelgan las redes de tenis
en la inútil quietud.
Un auto arranca y
susurra la pronta caída de la noche.
Una pelota de tenis es lanzada,
un tábano desaparece,
un cigarrillo humea,
uno de tantos días
muere descendiendo el cielo endurecido
y las hojas son hojas de un cuaderno
sobre mi regazo, apenas visibles
en la luz ya sin capas."

James Schuyler






"Para cambiar un poco tu frase, sé que me gusta un arte en donde los elementos disparatados forman una entidad."

James Schuyler


Poema


"¿Qué tal ser una hoja de roble
si tuvieras que ser una hoja?
Imagina que pudieras vivir tu vida de nuevo
sabiendo lo que ya sabes
Imagina que tienes un montón de dinero

“Aléjate de mí, idiota insignificante”.

Cae la noche a principios de marzo,
eres como el olor del desagüe 
de un restauran donde el paté de la casa
es una lonja de frío asado alemán 
húmedo e indefinido. Te falta encanto."

James Schuyler





"Sin embargo, si un poema se puede reducir a una frase en prosa, deja mucho que desear."

James Schuyler



Un cuchillo de piedra

Querido Kenward,
Qué perla de abrecartas.
Justo lo que necesitabas, un
añorado lenitivo donde reposar tu vista,
algo que te faltaba, sin un uso real y
sin embargo primordial como una caja de botones,
o los mapas, los verdes cielos matinales, las islas
y canales en la avena, el vapor del guiso de otras.
Ágata marrón, veteada como un bosque por el humo
que se evade en la acuosa torsión de la desteñida
concavidad ferruginosa. Ondulantes líneas atardecen
como un Much sin ansias, insinuando casi el ámbar:
el olfato de un pensamiento resinoso, una mirada,
una aguja laqueada, verde donde no hay verde,
una ulterior visión del presente.
Un hacha pulida, desnuda y elegante
como un lago, varonil, petrificada
como el mes de noviembre.
¿Para qué? ¿Para abrir cartas?
No, es un objeto de ferocidad oscura
y hermosa que nos sorprende, que pasa
y sigue estando presente en la dicha
y que no se consume.
Retorna lo irrecuperable en un
universo marrón, de madera, jaspeado
de nieve, epicentro de la
pétrea tormenta. 

James Schuyler