"Recuerdo que en 1967, cuando hubo aquel terrible incendio del cohete Apolo 1 de la NASA que mató a tres astronautas, mi padre hizo oxígeno puro y prendimos esta pequeña taza y la quemamos. De repente, teníamos un increíble reactor y un incendio. Simplemente podías ver exactamente lo que había sucedido."

Jack William Szostak