"Busca primero el honor; el placer llega detrás."

Thomas Chatterton



Despedidas

"Adiós, Bristol, inmunda ciudad de ladrillos.
Amantes de la riqueza, adoradores del engaño,
Rechazaron a puntapiés al niño que divulgó
Viejas acusaciones,
Y que por aprender pagó con una fama vacía.
Adiós, Gobernador, sigue tragando idiotas
Con tus eternas armas de corrupción.
Me voy donde soplan himnos celestiales,
Pero tú, cuando mueras, te hundirás en el infierno.
Hasta siempre, Madre: acaba, por fin, mi alma
Angustiada.
No permitas que me equivoque.
Ten misericordia, Cielo, cuando deje de vivir.
Y perdonen este último acto de miseria."

Thomas Chatterton



Égloga Primera


"Fue cuando Albión, humo brotando de letal herida

y de alto cuello fermoso arrancadas sus cadenas,

observaba cómo sus hijos notables, alrededor, caían

(mas victoriosos, pues alto honor obtenían),

que en un valle oculto de grises rocas serenas

dos solitarios pastores en abrupto camino iban

(oír a las hojas crujiendo el corazón espantaba)

y blanco búho, en los árboles temblando, se lamentaba;

primero a Roberto, pastor de vacas, el corazón dolió

y cayendo en lamento a la tierra, así habló:


habla Roberto

¡Ay, Rafael! Mira cómo las horas vienen incesantes

y aún nosotros a más lejanas penas viajamos:

a pesar de la fuerza, nuestra voluntad falla constante

y cada peligro adelanta los pasos que damos.

¡A maldades cometidas más aún añadimos

la Guerra, el dolor, la miseria imperante!

Y yo, que he vivido, de ninguna he escapado,

y el terror que es la vida mis propios sentidos evaden.

¡Pues, Rafael!, considera ahora mi triste ejemplo,

atiende a la historia del tordo en el valle.


habla Rafael

No digas más, pues reconozco tu pena en la mía

y la historia que contaré desciende de Satanás mismo.

Bellas flores, límpidos bosques, hijos del terso paraje,

cuevas apenas notorias desde la celda Eremita

mientras música de dulce violín canta por el valle;

alegres danzantes en cortes y hosterías

dan sus adioses a la canción gloriosa del día,

a la sombra del justo placer ya distante:

crueles venganzas en mi cabeza nacidas se revelan

y ningún santo habrá de guardarnos del terror imperante.


habla Roberto

¡Ay! Podría llorar en regios caminos manchados de cobre

por mi rebaño de ovejas como campos de lirio,

mi paraje de tiernas manzanas y adustos árboles,

las pasturas que cuido a lo eterno estrechándose,

mis tiernas vacas, sus fuertes becerros peleando,

mi jardín por altas hortensias emblanquecido,

las damasquinas que entre luces y sombras llegan

y todas las bendiciones que el cielo me dare.

Sin embargo, duras ventiscas endurecieron mi lengua

y en dicha costumbre lágrimas han de guardarse.


habla Rafael

Aquí seré atado hasta que la muerte aparezca,

aquí como un árbol mortífero y envenenado

que corta la vida de todo el que se acerca:

con raíces fijadas en estrecho espacio, creceré.

Yo, ante todo, tengo más aún que lamentar,

pues el padre que amo yace muerto en la guerra;

¡ay!, alegre al perpetrador yo habría de asesinar

y cerrar mis ojos frente a él, hacia la vida eterna.

Aquí sangraré, despojado de felicidad cualquiera,

pues los escombros de mi hogar arden sin tregua.


habla Roberto

Unidas nuestras penas, unido será nuestro destino.

Mi hijo, el único, ha muerto en la guerra también;

aquí me quedaré, y terminaré la vida junto a ti

pues siento llegar la frontera última del camino.

Ahora que de toda casa la felicidad ha escurrido

sólo los monasterios aún llevan el Sello Sagrado;

ahora que Albión todo es vestido con prendas de sangre

y con la muerte de sus campeones se pinta el rostro

la paz ha huido, se muestran señales de desorden

y aquél que reste es condenado por siempre a andar

(entre los restos
de su patria)."

Thomas Chatterton