"La experiencia mística es un fenómeno muy complejo que encuentra, en el plano histórico, numerosas y variadas manifestaciones. No es mi objetivo seguir tales desarrollos, sino, más  bien, el de resaltar sus características comunes en el pleno teórico. 

La primera característica se refiere a la fe en la posibilidad de hacer un trayecto hacia la divinidad basado en la intuición o en la revelación, en contraposición a los sentidos y a la razón considerados fuente de toda ilusión (pensemos en la semejanza de la caverna de la que habla Platón). Dicha fe surge de la convicción de que existe una realidad, que está tras el mundo de las apariencias, que se descubre por un acto intuitivo y no discursivo. Sólo el conocimiento místico es verdadero conocimiento. Cualquier otro conocimiento (incluido el científico), al compararse con aquél, es ignorancia.
La segunda característica del misticismo concierne a la creencia en la unidad de todas las cosas, que representa el fundamento del monismo en filosofía y del panteísmo en religión. Debemos a Parménides la idea de que el universo es único e indivisible, mientras que las que parecen ser sus partes no son otra cosa que ilusiones. Se abre camino así, en el pensamiento occidental, la concepción de una realidad, diferente de la que se nos da en el mundo de los sentidos, que es única, indivisible e inmutable.
La tercera característica proviene de la negación de la realidad del tiempo: la distinción entre pasado y futuro es ilusoria. Esta es una consecuencia de la característica anterior, según la cual todo es uno y lo uno es inmutable. Si se admitiera la realidad del tiempo, entonces se negaría la unidad y la inmutabilidad de las cosas. Por ello, si el hombre quiere elevarse hasta el Absoluto, debe aprender a salir de la historia.
La cuarta característica se refiere a la negación de la distinción entre el bien y el mal y es consecuencia de la negación de la realidad del tiempo. Esto no significa, en todo caso, que el mal se convierte en bien, sino que simplemente el mal no existe. Pertenece a ese mundo de los sentidos de los que debemos liberamos si queremos acceder al Absoluto. Se llega así a afirmar que, en el mundo de la apariencia y de los sentidos, está el bien, el mal, o su conflicto recíproco, pero que, en el mundo real e inmutable, existe sólo el bien místico al que no se contrapone el mal porque en él el mal no existe.
La quinta característica se da por la inefabilidad y la incomunicabilidad de la experiencia mística...
El conjunto de todas estas características representa el misticismo entendido como concepción del mundo..."

Giuliano Di Bernardo
Filosofía de la Masonería