Ahora crece más alto el trigo

"Ahora, cuando la tierra sabe a tu piel
Y con las lluvias llegas cantando,
Y pasas en los vientos
Llenándome de júbilo
Yo pienso en tu tamaño
Dentro de mi latido.

Árboles alegres florecen
Entre tus pasos y mi corazón.
Como por el sueño de un ángel separados.

Ahora crece más alto el trigo.
Y las enredaderas cubren los tejados.
Y yo me estrecho más y más
A tus cabellos de agua.

Besando tu garganta y tus ojos caídos
Los caminos regresan a nosotros.
Entre llanto y risas
Que desata la noche
Deshacemos los misterios del cielo
Y corremos, corremos por los alegres países
Donde los silencios descansan
Por fuera de la locura del mundo."

María Calcaño


Carne

Carne...
difunde el aliento
de tu pecado más hermoso:
tu eres como un jardín
Vacíate
en el que quiebra
el tapiz de oro de tus vellos
dócil
como las criaturas que esperan a Dios
Prende como rosas desnudas
las cien cabelleras desordenadas
Carne...carne mía!
intensamente llama,
intranquila poseedora:
abre!
tu eres como un jardín.

María Calcaño



Grito indomable

"Cómo van a verme buena
si me truena
la vida en las venas.
¡Si toda canción
se me enreda como una llamarada!,
y vengo sin Dios
y sin miedo...
¡Si tengo sangre insubordinada!
Y no puedo mostrarme
dócil como una criada,
mientras tenga
un recuerdo de horizonte,
un retazo de cielo
y una cresta de monte!
Ni tú, ni el cielo
ni nada
podrán con mi grito indomable."

María José Francisca del Carmen Calcaño



La ofrenda

"Se volvieron otros los deseos sanos
cuando mi caricia dobló la locura
estremecida y fatal de sus manos
ansiosamente alargadas de blancura.

Estaban sellados los labios en vano.
Para las palabras era ya muy tarde.
Llevaba una estrella prendida en la mano
y estaba menguada la mano cobarde.

En la tarde limpia ya el primer lucero
mostraba su guiño de luz al sendero
turbio y misterioso bajo su temblor.

Recogí sus manos trémulas y frías
bajo las dos alas tristes de las mías
y les di mis labios con mudo fervor."

María Calcaño




La Toma

"Me trepan las raíces
de tus manos amadas
y arropada en caricias
ya casi no me veo.

Me saltaste tan sólo
la blancura serena;
seguros de la noche
me moldearon tus brazos,
y fue un enredo fácil
la fiesta inagotable.

Hombre partido en cien
que me fuerzas la vida,
en mis pechos desnudos
desata tu rudeza,
para que tengan ellos
ese duro barniz
que les falta de hombre."

María Calcaño


Me ha de bastar la vida


"Crece sobre mi carne dolorosa
lamiéndome hacia adentro,
¡hoguera deliciosa!
¡Quémame duro, hondo!...
Ni en mi dolor reparo
cuando te pido
recia lastimadura.
Molde de sangre.
Sólido.
Como un cielo
fundido en el vientre...
Le aventará su gárgara
mi vida!"

María Calcaño



Nueva


"En estas tardes claras y buenas
cuando parece que todo es nuevo
en las pupilas algo me traigo,
regreso fruta de buen otoño.
Voy minuciosa por el sendero:
en cada hombre veo un amante
y millonaria de la distancia
estoy a caza de los luceros.
Luego mi hombre cuando me toca,
me encuentra extraña para su boca,
me apura íntegra como a un panal.
Y toda en sueños, fragante y nueva,
así me dice con dulce enredo:
¡este inquietante sabor que tienes!"

María Calcaño



Tarde


"Te miro.
Te miro de cerca:
te escudriño hosca...
La tarde está linda afuera en el monte.
La promesa que traigo
de belleza
se me aprieta a la boca.
Y me dueles.
Tus caricias me arden como tus palabras.
Me dueles.
Por eso vengo de tan lejos
a plantarme en tu alfombra
como gajo henchido.
A sentirme los ojos dolorosos
cuando me suba el oleaje
de tus brazos crespos.
El aire se hastía
los deseos me apresan
yo soy la tarde linda..."

María Calcaño


Totalidad

"Ya suben tus manos
en mi carne apretada
ya me suben tus manos,
y te siento la venas
tan ardientes y llenas
¡que dan vuelos!
Ya me ahogan los pechos
y se adueñan
de todos los tesoros...
sobre la quemadura de los cuerpos
crujen las ligaduras
de los brazos estrechos
¡Ya tengo tu carne,
ya la tengo completa!
sobre mi vestidura
de finos vellos de oro."

María Calcaño



Zeta


"Y ahora que nada me dices...
habla de cosas buenas,
alegres, de mentira.
Bésame intensamente...
júrame que me quieres
y descíñeme este peso
de angustia.
Después...
¡Qué importa!
Vendrán otras mujeres
a borrarte mis besos."

María Calcaño
Extracto