"Busca en sí mismo el fundamento de la certeza y los principios firmes del juicio, es decir, del discernimiento de lo verdadero y de lo falso, pero no encuentra nada. Sólo la incertidumbre y vacío, sólo la finitud y la muerte."

Alexandre Koyré


"Ciertamente, sin la acción de un principio no mecánico, toda la materia del Universo se dividiría y se dispersaría; ni siquiera habría cuerpos, ya que nada habría para mantener juntas las partículas últimas que los componen. Además, por supuesto, no habría trazas de esa organización planificada que se manifiesta no solamente en las plantas, animales y similares, sino incluso en la misma disposición de nuestro sistema solar. Todo eso es obra del espíritu de la Naturaleza que actúa como instrumento, en sí mismo inconsciente, de la voluntad divina.
Todo esto, por lo que respecta al espíritu de la Naturaleza que invade el Universo entero y se extiende por su espacio infinito. Mas ¿qué decir de este mismo espacio?, espacio que no podemos concebir sino como infinito -esto es, necesario- y que no podemos «desimaginar» en nuestro pensamiento (lo que confirma su necesidad). Al ser inmaterial, tiene que considerarse como espíritu. Con todo, se trata de un «espíritu» de un tipo muy particular y único, sobre cuya naturaleza exacta More no está del todo seguro. Aunque, naturalmente, se inclina hacia una solución muy definida, a saber, hacia la identificación del espacio con la propia extensión divina, se muestra un tanto desconfiado acerca de ello."

Alexandre Koyré
Del mundo cerrado al universo infinito


"El método, es decir, el camino, es la única manera de liberarnos del error y llevarnos al conocimiento de la verdad."

Alexandre Koyré


"Es verdad que la concepción del Ímpetus, virtud o potencia que anima los cuerpos en movimiento, que produce este movimiento y se desgasta por eso mismo, permitió a Bruno refutar los argumentos de Aristóteles, por lo menos algunos de ellos. Sin embargo, no podía descartarlos todos y, todavía menos, proporcionar los fundamentos capaces de sustentar el edificio de la ciencia moderna.
Los argumentos de Giordano Bruno nos parecen muy razonables. Sin embargo, en su época, no produjeron ninguna impresión, ni en Tycho Brahe, que en su polémica con Rothmann repite incansablemente las viejas objeciones aristotélicas, aunque modernizándolas un poco; ni siquiera en Kepler, que, aunque influido por Bruno, se cree obligado a volver a los argumentos de Copérnico, sustituyendo la concepción mítica (la identidad de la naturaleza) del gran astrónomo por una concepción física, la de la fuerza de atracción.
Tycho Brahe no admite que la bala que cae desde lo alto del mástil de un navío en movimiento acabe al pie de ese mástil. Afirma que, muy al contrario, caerá atrás, y cuanto mayor sea la velocidad del navío, más lejos caerá. Igualmente, las balas de un cañón lanzadas verticalmente al aire no pueden volver al cañón.
Tycho Brahe añade que si la Tierra se moviera como pretende Copérnico, no sería posible enviar una bala de cañón a la misma distancia, al este y al oeste: el movimiento extremadamente rápido de la Tierra, compartido por la bala, vendría a impedir el movimiento de ésta, e incluso lo haría imposible si la bala en cuestión debiera moverse en una dirección opuesta a la del movimiento de la Tierra.
El punto de vista de Tycho Brahe puede parecemos extraño, pero no debemos olvidar que, a su vez, Tycho Brahe debía encontrar las teorías de Bruno absolutamente increíbles e incluso exageradamente antropomórficas. Pretender que dos cuerpos, al caer del mismo lugar y yendo hacia el mismo punto (al centro de la Tierra), efectuarían dos trayectos distintos y describirían dos trayectorias diferentes, por la sola razón de que uno de ellos haya estado asociado a un navío, mientras que el otro no lo haya estado, significaba para un aristotélico —y Tycho en dinámica lo es— que el cuerpo en cuestión se acordaba de su asociación pasada con el navío, sabía dónde debía ir y estaba dotado de la capacidad necesaria para hacerlo. Lo que implicaba para él que el cuerpo en cuestión poseía un alma: e incluso un alma singularmente poderosa."

Alexandre Koyré
Estudios de historia del pensamiento científico


"La tragedia del espíritu moderno consiste en que “resolvió el enigma del universo”, pero sólo para reemplazarlo por el enigma de sí mismo."

Alexandre Koyré


"Los antiguos consideraban ridículo querer medir con exactitud las dimensiones de un ser natural: el caballo es sin duda más grande que el perro y más pequeño que el elefante, pero ni el perro, ni el caballo, ni el elefante poseen medidas estricta y rígidamente determinadas. En todas partes existe un margen de imprecisión, de “juego”, de “más o menos”, de “casi”."

Alexandre Koyré
Tomada del libro Las mentiras de la ciencia de Federico Di Trocchio, página 19


"¿Qué son los tiempos modernos y el pensamiento moderno? Antiguamente se sabía muy bien: los tiempos modernos comenzaban al final de la Edad Media, concretamente en 1453; y el pensamiento moderno comenzaba con Bacon, quien al fin había opuesto al razonamiento escolástico los derechos de la experiencia y de la sana razón humana.
Era muy simple. Por desgracia, era completamente falso. La historia no obra por saltos bruscos; y las netas divisiones en períodos y épocas no existen más que en los manuales escolares. Una vez (que) se empiezan a analizar las cosas un poco más de cerca, la ruptura que se creía ver al principio, desaparece; los contornos se difuminan."

Alexandre Koyré


"Si todo es posible, entonces no hay nada que sea verdad. Y si nada es seguro, sólo el error es cierto."

Alexandre Koyré