Herencia

El carnero llegó último
y no supo Abraham que éste
respondía la pregunta del niño,
su fuerza prístina ante su día menguante. 

El viejo alzó la cabeza
Al ver que no era un sueño
y ante el ángel presente
dejó caer el cuchillo de su mano. 

El niño, liberado de sus ligaduras
vio la espalda del padre. 

Isaac, según el relato, no fue sacrificado
Conoció muchas venturas,
hasta que se opacó la luz de sus ojos. 

Pero legó a sus vástagos aquel instante:
nacen con un cuchillo en el corazón.

Haim Guri


Me parece...

Me parece estar guardando los muros de una ciudad
que murió hace ya mucho tiempo.

La luz que ahora me alumbra
es el resto de otra que se apagó hace mucho.

Paseo entre las cosas que relegó el tiempo,
y camino.
Ellas viven fuera del tiempo que se desvanece en el reloj.

Ellas vuelven a mí, vuelven a vivir lentamente en mí,
junto a los ceniceros,
junto a las frías tazas de café.

Camino mucho y adivino
y gozo de la duda.

Pero guardo los muros de una ciudad que murió hace ya mucho.

Jaim Guri 
Poesía hebrea moderna, La Semana Publicaciones, Jerusalem, 1987
Traducción de Arie Comey


Nocturno

"Pronto se hundirá la luna en la línea de colinas,
y un hombre silencioso camina en la noche.
Los perros grises de orejas cortadas lentamente se levantan.
Hay un ruido de espinas que se quiebran en la noche.
Los perros oscuros de orejas cortadas ladran en lo oscuro.
Ningún amigo vendrá esta noche.
Pronto caerá una piedra y un pájaro enloquecido saldrá de ella.
Una lejana risa de sabios suena en la noche.
No hay ley, ni trabajo, ni misericordia.
Alguien morirá antes de tiempo esta noche."

Jaim Guri o Haim Gouri



Resistió

Resistió quien se dedicó al contrabando de pan
Resistió quien educó en secreto
Resistió quien escribió y distribuyó una revista clandestina que alertó
Resistió quien escondió un Sefer Torá
Resistió quien falsificó documentación “aria” que otorgó vida
Resistió quien ayudó a los perseguidos a escapar de país en país.
Resistió quien escribió lo acontecido y lo enterró en la tierra.
Resistió quien ayudó a quien lo necesitaba más que a sí mismo.
Resistió quien dijo aquello que lo acercó a su muerte.
Resistió quien se levantó frente a sus asesinos con manos vacías.
Resistió quien conectó entre los surrectos y paso órdenes y armas.
Resistió quien sobrevivió.
Resistió quien luchó armado, en la calle, en las montañas y en los bosques.
Resistió quien se levantó en los campos de exterminio.
Resistió quien se sublevó en los guetos, entre muros destruidos, en la sublevación
más desesperada que supiera el hombre en su vida.

Haim Guri



Ulises 

Y cuando regresó a su ciudad natal, encontró un mar
y varios peces, y pasto flotando en las olas lentas
y un sol agotado en el lado más lejano del cielo. 

Todos los errores siguen ocurriendo, se dijo Odiseo en su corazón cansado
de lo que le había ocurrido, y regresó al cruce de caminos cerca del pueblo vecino
Para encontrar el camino actual a su lugar de nacimiento que no era la marea. 

Llegó como un caminante, lleno de anhelo y cansado como si ya estuviera soñando,
Entre un pueblo cuyo dialecto era ahora un griego diferente.
Las palabras que había tomado en su viaje como provisiones habían muerto. 

Por un momento, pensó que se había quedado dormido durante toda su vida,
Volviendo a las personas que no se sorprendieron al verlo,
y eran demasiado jóvenes para mirarlo con los ojos muy abiertos. 

Recurrió a los gestos, preguntando qué intentaban comprender
Desde más allá de la extensión.
El púrpura se volvió violeta y se hundió en el lado más alejado del cielo egoísta. 

Y los adultos se levantaron y reunieron a sus hijos de los círculos a su alrededor
y los llevaron apresuradamente a casa tras casa
donde luz tras luz se volvieron amarillas por dentro. 

El rocío cayó sobre su cabeza.
El viento vino y le besó los labios.
Salió agua y bañó sus pies como un viejo Euríclea
y no vio la cicatriz, y descendió por la pendiente porque así son los caminos de la marea.

Haim Guri o Jaim Guri



Y, entonces, hubo apenas un soplo.
Tan sólo después percibimos su paso
en la oscilación de las hojas.
Difícil evaluarlo,
apenas un temblor.    

Pero algo se insinuó en el silencio,
y sonrieron los que esperaban una nube
pequeña como la palma de la mano
que subiera desde el mar,
sin necesidad de muertos.

Porque entre los pinos sentimos señales de frescura
y ya había llegado el tiempo de las nubes.

Haim Guri