"Ahora, de mujer, 
soy capaz de escribir 
todo esto. 
Y hacerlo bello. 
Y hacer de mis tripas 
un corazón precioso 
de material sintético. 
Y reservar el corazón 
auténtico 
para las grandes 
ocasiones."

Eva Vaz
La historia de una niña


Alzheimer 

"En la casa de los vecinos
se escuchan gritos desalmados
y gemidos como agujas.
La vieja tiene alzheimer
y la hija le grita:
guarra y cagona.
La vieja chilla
espantada.
Se ha cagado las bragas. 

Mi abuela también
se cagaba,
y tiraba la mierda
por la ventana del séptimo,
o nos la dejaba,
como los Reyes Magos,
en el fregadero.
Mi madre le reñía a gritos
y luego lloraba.
Después, la limpiaba
y le ponía polvos de talco.
Mi abuela gemía,
media hora,
como si se le hubiese rallado
la queja.
Y luego volvía a
cagarse.
Mi madre hipando
como un pajarito,
mi padre rugiendo
como una bestia,
y yo,
huyendo horrorizada para no presenciar
el espectáculo,
o para no tener que limpiar
la mierda."

Eva Vaz
La ternura de los lobos


Donde habita el olvido


"La abuela se fue muriendo
de olvido.
Se olvidó de sobrevivir.
Y a su corazón se le olvidó
seguir latiendo
después del último latido.

 A la abuela se le fue olvidando
el significado de las palabras
y hasta su propia voz olvidó
de qué forma salir.
Olvidó qué eran sus lágrimas o
como abrir sus ojos transparentes.
Se le olvidó el dolor que duele
el dolor
o dar un paso tras el último
paso dado.

Las cortezas de su cerebro
se hicieron blandas e inútiles.

Al principio, cuando aún
se acordaba de andar,
de cagarse encima
o llorar,
la abuela nos hacía mucho
daño sin querer.
En las retinas lo guardo todo.

Mi madre, su hija, su madre,
murió antes que ella.
Y nos dejó huérfanos a todos.
Y a ella.
Pero mi madre,
se moría un poco,
cada vez que la reñía
por beberse una botella de lejía
o desnudarse en la calle
como un bebé vagabundo.

Y la abuela, la que tanto miedo
le hizo a mi vida,
y tanto añoro,
la de la  vida convulsa de hambres,
niños muertos,
 e hijos enfermos,
la de las palizas del abuelo
que murió de un calambre
por alcohólico, fascista o pobre loco,
Se fue muriendo en aquel sitio
al que nunca tuve el valor de ir.

 Y sé que la abuela murió
de olvido
pero no olvidada.
Que sus huesos se plegaron
en posición fetal
como un recién nacido famélico
y listo para morir. 

Hasta que se le olvidó de respirar
después de la última respiración.

Y ese día, todos respiramos. 

Para seguir respirando..."

Eva Vaz
La ternura de los lobos


"Yo soy la última canción.
Yo soy el acople.
Soy el tercer cigarro encendido con la misma cerilla.
La música sin el bar.
Soy el final.
Soy el diagnóstico.
Soy la que se levanta temprano
con el corazón de Lázaro entre las manos."




Eva Vaz
El corazón de Lázaro