"Cuantos poseían algún bien lo pusieron fuera del alcance de los Azules, escondiéndolo a menudo bajo las piedras del hogar, bajo los umbrales de las puertas, al pie de los árboles, pues las casas eran generalmente incendiadas y no era prudente utilizar los escondrijos del suelo o las armazones. Los republicanos mataron 300.000 personas; familias enteras —padre, madre, hijos— fueron asesinadas, de manera que con frecuencia nadie quedó vivo para volver en busca del tesoro. En Soullans, en el Marais, la familia Pivoin huyó al extranjero, a excepción de Paul, el padre, que permaneció en su casa para tratar de salvar su fortuna. Su calidad de burgués adinerado le hizo pronto sospechoso del Comité Revolucionario, que vino a visitarle. —Eres rico —dijo un sans-culotte— y nosotros somos pobres. Deberíamos matarte; pero te dejaremos vivo si nos dices dónde está tu dinero. —Mi familia todo se lo llevó en su fuga —respondió el “chuan”. —Cuando se huye es porque se tiene mala la conciencia... Los revolucionarios registraron en vano cada pieza de la casa y, furiosos, pasaron a los grandes medios. Paul Pivoin fue amarrado, despojado de sus zapatos, y pusieron sus pies desnudos sobre los carbones encendidos de la imponente chimenea, que todavía existe. Tan porfiado como sus verdugos eran obstinados, no dijo palabra; entonces, pensando que no podían dejar a sus espaldas un testigo con los pies quemados, un desalmado le hizo saltar los sesos de un pistoletazo. Nunca se encontró el tesoro; algunos pretenden que está escondido bajo las piedras de la chimenea que vio la tortura de Pivoin."

Jean Lagniau
Tomado del libro de Robert Charroux, Tesoros ocultos, página 102
sobre los tesoros del Boccage y del Marais