Este sentido astrológico del mundo, que parece desencarnar las almas de los cuerpos, que advierte en todas las acciones un significado sobrenatural, que conoce el gesto único de cada vida y lo llena de eternidad, de responsabilidad y de misterio, estremeció mi alma de niño como un viento nocturno.

Ramón María del Valle-Inclán

Obras completas, III, La Lámpara Maravillosa, página 1040