"El enemigo real del género humano no es el pensador audaz e irresponsable, tenga razón o no. El enemigo real es quien trata de moldear el espíritu humano de manera que no se atreva a desplegar sus alas como estas se desplegaron en otro tiempo en Italia y Alemania, lo mismo que en Gran Bretaña y los Estados Unidos. Esta no es una idea nueva. Fue la idea que animó a Humboldt cuando, en el momento de la conquista de Alemania por Napoleón, concibió y fundó la Universidad de Berlín. Es la idea que animó al presidente Gilman en la creación de la Universidad Johns Hopkins, el modelo según el cual todas las universidades de este país han intentado en mayor o menor medida reconstruirse. Es la idea a la que serán fieles todos los individuos que se preocupan por su alma inmortal, con independencia de las consecuencias personales que ello comporte. La justificación de la libertad espiritual, sin embargo, supera con mucho la cuestión de la creatividad en el ámbito científico o humanístico, pues implica la tolerancia de todo el espectro de las diferencias humanas. ¿Qué puede haber más necio o ridículo, a la vista de la historia del género humano, que las simpatías o antipatías fundadas en la raza o la religión? ¿Acaso la humanidad quiere sinfonías, pinturas y profundas verdades científicas, o quiere sinfonías cristianas, pinturas cristianas y ciencia cristiana, o sinfonías judías, pinturas judías y ciencia judía? ¿Acaso quiere contribuciones a la infinita riqueza del alma humana y expresiones suyas que sean musulmanas, egipcias, japonesas, chinas, americanas, alemanas, rusas, comunistas o conservadoras?"

Abraham Flexner
Tomado del libro de Nuccio Ordine, La utilidad de lo inútil, página 147


"Escuchamos decir con cansina insistencia que la nuestra es una era materialista, cuya preocupación inicial debería ser la cada vez mayor distribución de bienes materiales y oportunidades mundanas. El lamento justificado de aquellos que, sin que sea su culpa, se ven privados de oportunidades y de una buena parte de bienes materiales se convierte entonces en un cada vez mayor número de estudiantes en las áreas que sus padres a su vez estudiaron, en las no menos importantes ciencias sociales, económicas y políticas. No tengo problema alguno con esta tendencia. El mundo en el que vivimos es el único mundo del que pueden dar cuenta nuestros sentidos. Y a menos que hagamos de él un mejor mundo, un mundo más justo, millones seguirán yendo a parar a sus tumbas en silencio, entristecidos y amargados. Yo mismo he pasado muchos años rogando que nuestras escuelas se hagan más conscientes del mundo en el que sus estudiantes y pupilos están destinados a pasar sus vidas. Pero ahora a veces me pregunto si esa corriente no se ha vuelto demasiado fuerte, y si acaso no habría suficientes oportunidades para vivir una vida plena si el mundo se vaciase de algunas de las cosas inútiles que le otorgan su significado espiritual; en otras palabras, si nuestra concepción de lo que es útil no se ha hecho demasiado estrecha, como para poder adecuarse a las caprichosas posibilidades del espíritu humano .
[...]
Las universidades han sido reorganizadas al punto de convertirlas en instrumentos al servicio de quienes profesan un particular credo político, económico o racial. De vez en cuando un individuo irreflexivo en alguna de las pocas democracias que restan en el mundo pretende incluso cuestionar la importancia fundamental de que la libertad académica se mantenga absolutamente irrestricta. El enemigo real del género humano no es el pensador audaz e irresponsable, tenga razón o no. El enemigo real es quien trata de moldear el espíritu humano de manera que no se atreva a desplegar sus alas como estas se desplegaron en otro tiempo en Italia y Alemania, lo mismo que en Gran Bretaña y los Estados Unidos. Esta no es una idea nueva. Fue la idea que animó a Humboldt cuando, en el momento de la conquista de Alemania por Napoleón, concibió y fundó la Universidad de Berlín. Es la idea que animó al presidente Gilman en la creación de la Universidad Johns Hopkins, el modelo según el cual todas las universidades de este país han intentado en mayor o menor medida reconstruirse. Es la idea a la que serán fieles todos los individuos que se preocupan por su alma inmortal, con independencia de las consecuencias personales que ello comporte. La justificación de la libertad espiritual, sin embargo, supera con mucho la cuestión de la creatividad en el ámbito científico o humanístico, pues implica la tolerancia de todo el espectro de las diferencias humanas.
¿Qué puede haber más necio o ridículo, a la vista de la historia del género humano, que las simpatías o antipatías fundadas en la raza o la religión? ¿Acaso la humanidad quiere sinfonías, pinturas y profundas verdades científicas, o quiere sinfonías cristianas, pinturas cristianas y ciencia cristiana, o sinfonías judías, pinturas judías y ciencia judía? ¿Acaso quiere contribuciones a la infinita riqueza del alma humana y expresiones suyas que sean musulmanas, egipcias, japonesas, chinas, americanas, alemanas, rusas, comunistas o conservadoras?"

Abraham Flexner
La utilidad de lo inútil



"La actual filosofía de la educación tiende a desacreditar el esfuerzo."

Abraham Flexner


"La ciencia, como el río Misisipi, es al principio un minúsculo riachuelo en un bosque lejano. Otras corrientes engrosan gradualmente su caudal. El río estruendoso que revienta los diques se forma a partir de innumerables fuentes."


Abraham Flexner
Tomado del libro de Nuccio Ordine, La utilidad de lo inútil, página 146


"...la curiosidad que puede conducir o no a algo útil es probablemente la característica más destacada del pensamiento moderno."




Abraham Flexner
Tomado del libro de Nuccio Ordine, La utilidad de lo inútil, página 134


"¿No es curioso que en un mundo saturado de odios irracionales que amenazan a la civilización misma algunos hombres y mujeres—viejos y jóvenes—se alejen por completo o parcialmente de la tormentosa corriente de la vida cotidiana para entregarse al cultivo de la belleza, a la extensión del conocimiento, a la cura de las enfermedades, al alivio de los que sufren, como si los fanáticos no se dedicaran al mismo tiempo a difundir dolor, fealdad y sufrimiento? El mundo ha sido siempre un lugar triste y confuso; sin embargo, poetas, artistas y científicos han ignorado los factores que habrían supuesto su parálisis de haberlos tenido en cuenta. Desde un punto de vista práctico, la vida intelectual y espiritual es, en la superficie, una forma inútil de actividad que los hombres se permiten porque con ella obtienen mayor satisfacción de la que pueden conseguir de otro modo. Mi pretensión en este artículo es ocuparme del problema de hasta qué punto la búsqueda de estas satisfacciones inútiles se revela inesperadamente como la fuente de la que deriva una utilidad insospechada. Oímos decir con fastidiosa reiteración que la nuestra es una época materialista que debería tener como principal interés una más amplia distribución de los bienes y las oportunidades materiales. Así, la justificada protesta de aquellos que sin culpa alguna se ven privados de oportunidades y de un reparto justo de bienes mundanos aleja a un creciente número de jóvenes de los estudios seguidos por sus padres y los dirige hacia el estudio, igualmente importante y no menos urgente, de los problemas sociales, económicos y gubernamentales. No me quejo de esta tendencia. El mundo en el que vivimos es el único que nuestros sentidos pueden atestiguar. A menos que se construya un mundo mejor, un mundo más justo, millones de personas continuarán yendo a la tumba silenciosas, afligidas, llenas de amargura. Yo mismo he pasado muchos años defendiendo que nuestras escuelas deberían prestar mucha mayor atención al mundo en el que sus alumnos y estudiantes están destinados a vivir. Ahora bien, me pregunto a veces si esta corriente no ha cobrado excesiva fuerza y si habría suficientes oportunidades para una vida plena en el caso de que el mundo fuese despojado de algunas de las cosas inútiles que le otorgan significación espiritual. En otras palabras, si nuestra concepción de lo útil no se ha vuelto demasiado estrecha para adecuarse a las posibilidades errabundas y caprichosas del espíritu humano."




Abraham Flexner
Tomado del libro de Nuccio Ordine, La utilidad de lo inútil, página 134



"¿Qué puede haber más necio o ridículo, a la vista de la historia del género humano, que las simpatías o antipatías fundadas en la raza o la religión? ¿Acaso la humanidad quiere sinfonías, pinturas y profundas verdades científicas, o quiere sinfonías cristianas, pinturas cristianas y ciencia cristiana, o sinfonías judías, pinturas judías y ciencia judía? ¿Acaso quiere contribuciones a la infinita riqueza del alma humana y expresiones suyas que sean musulmanas, egipcias, japonesas, chinas, americanas, alemanas, rusas, comunistas o conservadoras?"

Abraham Flexner
La utilidad de los conocimientos inútiles, Abraham Flexner. Harper´s Magazine, 1939


“Un poema, una sinfonía, una pintura, una verdad matemática, un nuevo hecho científico, todo ello constituye en sí mismo la única justificación que universidades, escuelas e institutos de investigación necesitan o requieren.”

Abraham Flexner