Se dice que Al Mamún amaba a uno de sus caballos por encima de los otros, pero había un príncipe llamado Omah, que también era su pariente que quería ese caballo y le ofreció mil camellos a cambio. 

Al Mamún se negó y Omah preparó un engaño. Él sabía que Al Mamún era muy sensible al dolor ajeno y no le importaba ayudar a quien fuera. Entonces se disfrazó como un mendigo y se acostó en un camino por donde Al Mamún solía pasear con su caballo. Cuando éste vio al mendigo se bajó del caballo y se acercó y le dijo: 

_ ¿Estás enfermo? Levántate y te llevo a un hospital. 

Omah, fingiendo la voz, le dijo: 

_ No puedo. Tengo tres días sin comer. No tengo fuerzas. 

Entonces Al Mamún lo alzó y lo montó sobre el caballo con la idea de subirse él después. Pero Omah echó al galope mientras reía y decía: 

_ ¡Es mío! ¡Es mío!

Entonces Al Mamún le gritó: 

_ Está bien, Omah, el caballo es tuyo pero sólo con una condición: 

_ ¿Cuál? _ Preguntó Omah mientras se detenía. 

_ Que no cuentes nunca cómo me quitaste el caballo, porque si lo haces, entonces la gente cuando vean a un mendigo o menesteroso tirado en el suelo, no se detendrán a ayudarlo pensando que es una trampa al igual a como tú lo has hecho.

Yahya ibn Ismail al-Mamun o Yahya ben Ismael ben-Dylinun, conocido como Al-Mamún de Toledo
Anécdota aunque no se sabe si es verdad