"Aquel, a quien no le interesan otras cosas que los datos y los objetos, el pergamino, el pincel y los botes de los colores, se convertirá en un compadre de quienes hacen calendarios, de los picapedreros y los pintores de brocha gorda, de los cronista y tratadistas de la Edad Media. Si la Historia del Arte se decapita a sí misma, no debe sorprender que se la desprecie; si de limita exclusivamente a la catalogación y clasificación de datos, a la caza del documento, a la acumulación de anotaciones y a los aspectos técnicos, a despecho de la esencia de su materia, entonces no hay que criticar la burla cínica de algunos artistas sin formación, que la califican como una especie de artesanía intelectual y de miserable labor de escribiente; entonces, solo podrá tener derecho a hablar quien, él mismo, pueda pintar, modelar, construir, y el comerciante de arte, a quien el profeta ha enseñado a conocer y valorar las obras de los maestros, podrá jactarse de su mirar atravesado; entonces, cada palabra sentida será testimonio de ignorancia; entonces, habrá frases altisonantes y vacías allí, donde debería comenzar el verdadero conocimiento."

Robert Vischer