“Como dos amigos, frecuentándose, suelen parecerse también en las costumbres, así nosotros, conversando familiarmente con Jesús y la Virgen, al meditar los Misterios del Rosario, y formando juntos una misma vida de comunión, podemos llegar a ser, en la medida de nuestra pequeñez, parecidos a ellos, y aprender de estos eminentes ejemplos el vivir humilde, pobre, escondido, paciente y perfecto.”

Beato Bartolomé Longo



"Las henchidas olas de profunda tristeza, que vinieron a caer sobre mi atribulado corazón, estuvieron a punto de sumergirme en el infierno de la desesperación... Era tan vehemente, tan agitada la palpitación de mi angustiado corazón, que me parecía quería salirse de los estrechos límites de mi pecho. En medio de tan indecible aflicción de mi espíritu creí escuchar aquellas consoladoras palabras... Si quieres salvarte, propaga la devoción del santo Rosario: es promesa de María...
¡No puede perecer el que propaga una devoción que es tan grata a todo el cielo! Estas palabras vertieron sobre mi atribulado corazón el más dulce bálsamo de consuelo, que mitigó todos sus padecimientos, convirtió todas sus amarguras en la más suave alegría, endulzó todas sus tristezas... 
El homicida del género humano, que me tenía esclavizado bajo su tiránico poder, previó sin duda su derrota, si yo secundaba fervoroso y con verdadero celo la divina idea: y temeroso de soltar la presa, me estrechaba más y más, y como haciendo sus últimos esfuerzos, entre los pavorosos anillos y espantosas espiras de sus infernales cadenas. Era la última lucha, lucha terrible, decisiva...
A punto de perecer en aquella tremenda y decisiva lucha, vencido por el enemigo, levanté mis ojos llorosos y mis manos suplicantes al cielo, y dirigiéndome hacia la soberana y piadosísima Consoladora de los afligidos, le dije con la energía y el ardor que inspiran el peligro y la desesperación:
Si es verdad que habéis prometido a vuestro gran siervo santo Domingo que se salvará el que propague el santo Rosario, yo me salvaré ciertamente, porque no abandonaré este lugar sin haber propagado antes esta saludabilísima devoción."

Bartolomé Longo


"Mi único deseo es ver a María, que me salvó y me salvará de las garras de Satanás."

Bartolomé Longo


"No puede haber ningún pecador tan perdido, ni alma esclavizada por el despiadado enemigo del hombre, Satanás, que no pueda salvarse por la virtud y eficacia admirable del santísimo Rosario de María, agarrándose de esa cadena misteriosa que nos tiende desde el cielo la Reina misericordiosísima de las místicas rosas para salvar a los tristes náufragos de este borrascosísimo mar del mundo."

Bartolomé Longo


"Si quieres salvarte, propaga la devoción del santo Rosario: es promesa de María."

Bartolomé Longo