"En todas las cosas de la vida, era cuidadoso, minucioso y económico; sólo componiendo música era de una generosidad que casi llegaba a la dilapidación. No hay que olvidar, sin embargo, que esa riqueza, aunque era un don divino, suponía un trabajo duro y constante, un trabajo que duró desde su primera juventud hasta su muerte. Nunca descansó su espíritu en la idea de la propia satisfacción y jamás cesó de seguir corrigiendo su música; hasta cuando se hallaba moribundo le vi ocupado en esa labor y sentí profundamente la verdad de las palabras de Eclesiastés: “El ensueño nace de la multitud de las ocupaciones”."

Anna Magdalena Bach
Autoría atribuida a Esther Meynel, La pequeña crónica de Ana Magdalena Bach, Juventud, 1994



"Entre las singularidades que fui descubriendo me sorprendió que él, que era un manantial inagotable de música, necesitaba con frecuencia la música de otra persona para que se iniciase la corriente de su inspiración. Cuando se sentaba al órgano o al clavicordio y quería improvisar, tocaba primero alguna pequeña composición de Buxterhude, o de Pachelbel, o de su tío Cristóbal Bach, por cuya música sentía gran admiración, y solamente después desplegaba su genio las poderosas alas. Entonces, en mi imaginación, recreaba yo que bastaba dar unos golpes a la bomba de nuestro patio para que siguiese saliendo de las profundidades de la tierra la generosa corriente de agua."

Anna Magdalena Wilcken (o Wilcke)
Autoría atribuida a Esther Meynel, La pequeña crónica de Ana Magdalena Bach, Juventud, 1994


"Nunca se tomó la molestia de explicarse ante el mundo […]"

Anna Magdalena Bach
Autoría atribuida a Esther Meynel, La pequeña crónica de Ana Magdalena Bach, Juventud, 1994


"Su espíritu estaba tan embebido, acaparado por su arte que, a veces, yo tenía la sensación de que no nos venía ni nos oía, como si no existiésemos, aunque nunca dejaba de tratarnos con bondad."

Anna Magdalena Bach
Autoría atribuida a Esther Meynel, La pequeña crónica de Ana Magdalena Bach, Juventud, 1994