"En un olivar “Pregueira”, después de haber merendado, de rodillas, con los rostros en tierra, comenzamos a repetir la oración del Ángel. Vimos –mientras orábamos- que sobre nosotros brillaba una luz desconocida. Vimos al ángel teniendo en la mano izquierda un cáliz, sobre el cual había suspendida una Hostia, de la que caían unas gotas de sangre dentro del cáliz. El Ángel dejó suspendido en el aire el cáliz, se arrodilló junto a nosotros y nos hace repetir tres veces: “Santísima Trinidad, Padre, Hijo, Espíritu Santo, os ofrezco el preciosísimo cuerpo, sangre, alma, divinidad de nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los sagrarios de la tierra, en reparación de los ultrajes, sacrilegios, indiferencias con que Él mismo es ofendido, Y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón y del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores”. Después se levanta, toma en sus manos el cáliz y la hostia. Me da la sagrada hostia a mí y la sangre del cáliz la divide entre Jacinta y Francisco, diciendo al mismo tiempo: “Tomad y bebed el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, horriblemente ultrajado por hombres ingratos. Reparad sus crímenes y consolad a vuestro Dios”. Y postrándose de nuevo en tierra, repitió con nosotros otras tres veces la misma oración; “Santísima Trinidad…” y desapareció. Nosotros permanecimos en la misma actitud, repitiendo siempre las mismas palabras. Y cuando nos levantamos, vimos que era de noche y por tanto hora de irnos a casa."

Lucía de Jesús Rosa dos Santos, más conocida como Hermana Lucía
Relato de la segunda aparición del Ángel


“Tengo grandes esperanzas de que, en un futuro no muy lejano, la oración del Santo Rosario será proclamado una oración litúrgica porque todas sus partes comparten la sagrada liturgia de la Eucaristía.”

Lucía de Jesús Rosa dos Santos