"En aquel instante se despertó el señor Jones, seguramente por efecto de la fría mirada de la señora.
Ofreció toda clase de excusas. Le parecía que se había desmayado. Había tenido un dolor de cabeza muy fuerte, producido, probablemente, por los rayos del sol matutino. Se sentía mucho mejor después de su desmayo. Lamentaba haberse desmayado sobre el sofá de la señora. Limpió, en parte, las huellas de sus botas sucias con una mano no menos sucia.
—No han hecho ustedes «nada» en este cuarto —dijo la señora Brown—. A este paso no acabaremos «nunca». Guillermo, vete de aquí. Estoy segura de que les estás estorbando.
—¿Yo? —exclamó el niño, indignado—. «¿Yo?». ¡«Si» estoy «ayudando»!
Después de lo que a la señora Brown se le antojó varias horas, empezaron con los muebles pesados. Sacaron el pesado aparador del comedor, llevándose parte de la escalera por delante. La señora Brown, palideciendo, vio desmembrarse su querido bargueño antiguo contra el poste de la puerta y presenció cómo su mesa plegable de tresillo se plegaba definitiva y permanentemente. Hasta al perchero del vestíbulo le faltaban algunos ganchos cuando, por fin, aterrizó en el carro de mudanzas.
—Esto me está partiendo el corazón —gimió la señora Brown.
—¿Dónde está Guillermo? —preguntó Ethel, sombría, mirando a su alrededor.
—¡Calla! No lo sé. Desapareció hace unos minutos. No sé «dónde» está; pero espero que no se mueva de donde sea.
Los hombres se dirigieron a la sala y se prepararon a sacar el piano. Lo probaron de todas formas. La primera intentona se llevó un trozo de marco de la puerta; la segunda hizo un hoyo de dos pulgadas de profundidad en el piano; la tercera tumbó el reloj grande, de péndulo, que cayó con enorme ruido, rompiéndose el cristal e, incidentalmente, deshaciendo un soporte grande, de porcelana, que tenía a un lado.
La señora Brown se sentó y se tapó el rostro con las manos."

Richmal Crompton
Guillermo el incomprendido



"He explorado lugares que ningún hombre blanco ha pisado antes."

Richmal Crompton Lamburn
William Brown (conocido en español como Guillermo Brown o Guillermo el travieso)


"No había tiempo que perder. Corriendo, a su vez, como el viento, [Guillermo] bajó por la calle siguiente, dejando tras de él a un señor de edad, acariciándose un pie y maldiciendo con maravillosa volubilidad, de resultas del pisotón que le propinó. Al acercarse a la puertecilla del jardín de su casa, Guillermo volvió a sacar el lápiz del bolsillo y, mirando hacia atrás y disparando al mismo tiempo, franqueó la puerta con gran rapidez.
El padre de Guillermo se había quedado aquel día en casa porque tenía un fuerte dolor de cabeza y punzadas en el hígado. Como pudo, se levantó del centro de la mata de rododendros contra la que se había visto precipitado y asió a Guillermo por el cuello.

—¡Grandísimo bandido! —rugió—. ¿Qué significa esto de que cargues contra mí de semejante manera?"

Richmal Crompton Lamburn
Travesuras de Guillermo


"Una vez me arranqué todos los dientes sin anestesia."

Richmal Crompton Lamburn
William Brown


"Y en aquel momento le pareció que la Cosa Maligna que yacía en el corazón de la belleza de la casa estaba a su lado y le sonreía a la luz de la luna."

Richmal Crompton
La morada maligna