"… Triste mortal, si pudieras saber tan solo lo que en realidad es la muerte, las alas de tu alma resplandecerían y las esperanzas de tu corazón te llenarían de exaltación, entonces te separarías de las escuelas pirrónicas para escarnecer su jerga, riéndote de sus charlas de necios que hablan en el seno de la noche antes de que alboree la mañana de la verdad, pero yo me cierno en un mundo sosegado ya por encima del loco frenesí de la Tierra y veo resplandecer de amor la faz, sin el velo de la muerte, su faz es hermosa como un cerco de luna, el fulgor de su suelta cabellera asemejase al rutilar de un millar de manantiales, su sonrisa es cual indeciso rayo de una lejana y sagrada estrella en que los estíos de las tierras del sur sueñan reclinados en el regazo de la noche santa, porque yo me cierno por encima de la ceguera de la Tierra en un ámbito de alción veo en la faz sin velo de muerte, un amor maravilloso…"

Paul Hamilton Hayne


“Vagando entre la multitud, vi un rostro que conozco, aunque juzgue nunca haber estado ante este mar humano. Perdido en medio del pueblo bullicioso y alegre, una tierna canción me estremece, con su vibración sonora, que tal vez escuché en otras estrellas.”

Paul Hamilton Hayne