"Dos cosas debían surgir aquí con especial claridad Por una parte, que a diferencia de las ciencias naturales, no teneínos los medios del experimento; que tan sólo podemos investigar. Luego, que también la investigación más profunda sólo puede contener una apariencia fragmentaria del pasado, que la historia y nuestro conocimiento de ella son inmensamente diferentes. Esto nos desconsolaría si no hubiera una cosa: aun cuando no se posea el material completo, podemos seguir el
desarrollo de los pensamientos en la historia. Así obtenemos, no una imagen de lo acontecido, sino una concepción y elaboración espiritual de él. Esta es nuestra compensación."

Johann Gustav Droysen
Histórica, página 392



"La fortaleza no se rendía. Sus muros tenían 20 metros de altura… Eran sólidos y resultaba imposible dañarlos… Los habitantes de Tiro disponían de los mejores técnicos y constructores de máquinas de guerra de la época e interceptaban en el aire las flechas incendiarias y los proyectiles lanzados por las catapultas… Un día, de repente, aparecieron sobre el campamento macedonio de Alejandro el Magno unos escudos voladores, como les llamaban… Volaban en formación de triángulo, con uno enorme a la cabeza… Los otros eran más pequeños (como de la mitad del tamaño)… En total eran cinco… El desconocido cronista narra que volaron en círculo, lentamente, sobre la ciudad de Tiro, mientras miles de guerreros de ambas partes los observaban atónitos… De repente, del escudo más grande salió un relámpago que dio contra los muros de Tiro, derrumbándolos… Siguieron lanzando “luces” y los muros y las torres se disolvieron, como si fueran de barro… [10] Y dejaron libre el camino a los atacantes que entraron, en oleadas, por los agujeros de las murallas… Los escudos volantes permanecieron sobre la ciudad hasta que resultó totalmente arrasada… Entonces desaparecieron en el cielo azul."

Johann Gustav Droysen
Historia de Alejandro el Grande
Tomada del libro Mis «primos» de J. J. Benítez


"... nuestra ciencia no llega ni a los últimos fines ni puede remontarse a los primeros comienzos. Y si nuestra investigación conoce o concibe al mundo ético como una continuidad en la que se alinea una infinita cadena de anillos de fines de fines, por la vía de nuestro conocimiento empírico no es posible alcanzar el último fin que mueve a todos los demás, que los abarca y los impulsa, el fin supremo, incondicionado condicionante, el fin de fines."

Johann Gustav Droysen
Histórica, página 330