“Estudiemos el caso de Napoleón. En su horóscopo. Siete de los nueve planetas están por encima del horizonte. Por tanto, el éxito general, en el sentido de ambición realizada, puede ser previsto. De los dos de los planetas escondidos [por debajo del horizonte], uno, Júpiter, está en la segunda casa, y por ello, va a pasar al mundo superior cuando el Ascendente entre en progresión en conjunción con el mismo; y es un hecho que Napoleón llegó al poder completo cuando se produjo esta dirección del Ascendente. El punto terrible del horóscopo es que el otro planeta escondido, la Luna, está en el fondo mismo de la figura, y a pesar de estar en la Casa IV, en la cual la Luna es fuerte por naturaleza, este planeta está, sin embargo, en un signo débil, Capricornio, rigiendo el Medio Cielo (MC), con el cual está relacionado todo el tema del horóscopo, como veremos después. En este caso, la oposición del Saturno débil del Medio Cielo pasa a tener una importancia excepcional, y queda explicada la ruina final del hombre y de su trabajo. Y sin embargo, como los siete planetas estaban por encima del horizonte, no podría no haber realizado, en gran parte, aquello hacia donde dirigió su ambición.”

Raphael Baldaya fue el heterónimo que escogió Pessoa para su faceta de astrólogo
Tomado del artículo de Jose Carlos Fernández Romero


“Refieren los astrólogos que los efectos de todas las cosas se deben a la operación de cuatro elementos: el fuego y el agua, el aire y la tierra. Es de esta manera y con este sentido que podremos comprender cómo operan las influencias. Unos actúan sobre los hombres como la tierra, enterrándolos y aboliéndolos, y estos son los mandatarios del mundo. Otros actúan sobre los hombres como el aire, envolviéndoles y escondiéndose unos de otros, y estos son los gobernantes del mundo de más allá. Unos actúan sobre los hombres como el agua, que encharca y convierte en su misma sustancia, y esos son los ideólogos y los filósofos, que dispersan en y por los otros las energías de su alma. Otros actúan sobre los hombres como el fuego, que quema en ellos todo lo accidental, y los deja desnudos y reales, auténticos y verídicos, y esos son los libertadores. Caeiro [uno de sus heterónimos, el Maestro por excelencia] es de esa raza. Caeiro tuvo esa fuerza. ¿Qué importa si Caeiro sea mío, si de este modo es Caeiro?

Así, operando sobre Reis [otro de los heterónimos de Pessoa], que aún no había escrito nada, hizo nacer en él una forma propia y una persona estética. De este modo, operando sobre Campos [Álvaro de Campos, otro heterónimo, el ingeniero industrial], lo ensanchó dentro de sí, como si quebrase los diques de contención. Y operando sobre mí mismo, me libró de sombras y harapos, me dio más inspiración a la inspiración y más alma al alma. Después de esto, así prodigiosamente conseguido, ¿quién puede preguntarse si Caeiro existió o no?

Centro no sólo de mi alma, sino del alma del viejo mundo resurrecto.”

Raphael Baldaya fue el heterónimo que escogió Pessoa para su faceta de astrólogo
Prefacio a las Ficciones de Interludio
Tomado del artículo de Jose Carlos Fernández Romero