"Cristo, ese loco de amor, me ha vuelto loca."


Santa Teresa de Los Andes



"El sufrimiento no me es desconocido. En él encuentro mi alegría, pues en la cruz se encuentra Jesús y Él es amor. Y,  ¿qué importa sufrir cuando se ama?"

Santa Teresa de Los Andes



"Mi pena aumentó más en el refectorio al escuchar lo que hacían las monjas primitivas. Me vine a llorar a mi celda, postrada, con la cabeza en el suelo. En esto estaba, cuando llega N. Madre a buscar me para ir al huerto y me tuvo todo el recreo conversando. Y yo ya no podía más; pero no le dije, ni se lo di a entender. Todo lo contrario. En la noche me preguntó si estaba tranquila y le dije que sí; pues lo estaba con la voluntad de Dios, y que estaba agobiada con las gracias de Dios. Me mandó acostarme, lo que fue para peor, pues vi que N. Señor no quería que ni aun lo alabara.
Después me quedé con tanta pena que fue horrible. Al día siguiente, se me presentó N. Señor no ya en agonía, sino con el rostro muy triste. Le pregunté qué tenía, pero no me contestó, dándome a entender que estaba enojado conmigo. Pero después, como yo insistiera en preguntarle, me dijo que no quería hablar conmigo, y que era una pecadora, y me dijo en un momento todos los pecados de mi vida y siguió muy triste. Quedé con una pena negra y confusa con mis pecados. Pero no podía creer que estuviera tan enojado, pues El me ha dicho que me ha perdonado. Y además, El es todo Bondad y Misericordia.
La cuarta prueba fue espantosa y tuvo lugar después de la oración, en que me vi inflamada y transportada en Dios sin poderme mover. Se me vino el pensamiento que todo esto eran engaños del demonio y la prueba estaba en que no había obedecido a la campana. Fueron las tinieblas más horribles, pues me creí desamparada de Dios.
Además, sentía la pena más grande al ver que todas iban a notar algo extraño en mí. Esto me llenaba de amargura, pues quiero pasar desapercibida.
Hoy, víspera de Pentecostés de 1919, he sentido ese arrebato de todo mi ser en Dios, con mucha violencia, sin poderlo disimular. Y tres veces he vuelto y después he sido de nuevo transportada. Sufro mucho, pues no sé si son ilusiones, y no tengo con quien consultarlo.
En fin, me abandono a la voluntad de Dios. El es mi Padre, mi Esposo, mi Santificador. El me ama y quiere mi bien. "

Santa Teresa de Los Andes
Escritos




"¡Oh démonos a Él! ¿Qué son cincuenta años y aún cien de vida, comparados con la eternidad? Sacrificio aquí en el destierro, gloria sin fin en la patria. Y ¿qué es el sacrificio, qué es la cruz sino cielo cuando en ella está Jesucristo?"

Juana Enriqueta Josefina de los Sagrados Corazones Fernández Solar, venerada por la Iglesia católica como santa Teresa de Los Andes